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De cuando el príncipe durmió en Vidángoz

El siglo XIX fue época de grandes exploraciones y, en cierto modo, nuestro valle de Roncal fue uno de esos últimos confines a los que llegar o por explorar.

Es por ello que el príncipe Bonaparte, en 1866, en el tercero de sus viajes a las tierras del euskera, tuvo especial interés en conocer esta indómita tierra nuestra, y Vidángoz fue su última frontera. Así, estuvo en nuestro pueblo del 8 al 12 de marzo de aquel año, tomando notas de gramática y léxico de nuestro uskara, no pudiendo visitar más villas del valle, como era su intención, debido a una gran nevada. En esos días en Vidángoz padeció Bonaparte unas fiebres, pero se recuperó sin problema.

Se hospedó en casa de Prudencio Hualde, en la Vicaría, por ser con quien había tenido trato por las traducciones, pero tal vez en este momento conoció también a Mendigacha, ya que era el vecino de enfrente y, seguramente, le habrían hablado de él.

En Vidángoz señaló haber encontrado ‘granos de oro entre esos valientes montañeses tan inteligentes, tan hospitalarios, pese a vivir enterrados en medio de nevadas y rodeados por todos lados de barrancos, precipicios, osos y lobos’.

Los bidankoztarras le dejaron una buena impresión, ¿no os parece?

Aportaciones al estudio del uskara

Si por algo conocemos a Prudencio Hualde es por su aportación al conocimiento del uskara roncalés. Pero, ¿cómo llegó aquel párroco bidankoztar a realizar todas las aportaciones que conocemos?

A principios de 1862, el lingüista Louis-Lucien Bonaparte andaba profundizando en sus investigaciones sobre el euskera y estaba especialmente interesado en el dialecto que se hablaba en el valle de Roncal. Es por ello que le preguntaba a uno de sus colaboradores en nuestra tierra, a Echenique, a ver qué pueblo del valle sería el que mejor conservaba la variedad dialectal.

Al parecer, Echenique o, tal vez, el párroco de Jaurrieta, Don Pedro José Samper, quien se encargó de la traducción al salacenco, fue quien terminó señalando Vidángoz como mejor opción para el referido, y ahí habrían elegido, como en tantos sitios, al párroco, en este caso Prudencio Hualde, por ser hijo del pueblo en el que ejercía, tener un nivel de cultura superior al del resto de sus vecinos y porque los textos a traducir solían ser religiosos. Es por ello que muchos de los colaboradores de Bonaparte fueron sacerdotes, aunque no todos, y en el propio Vidángoz tenemos ejemplo, ya que además de Hualde, Mendigacha también colaboró.

Sea como fuere, Prudencio Hualde recibió varios encargos para la traducción de diversos textos.

El más conocido es el Jesu-Cristo gore Jeinaren Evanjelio Saintiua segun San Mateok (Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo), por ser el texto más extenso que existe en uskara roncalés. Dada la entidad del documento, permite el análisis de muchas estructuras gramaticales, alocuciones, léxico, etc… y además, al tratarse de un texto estándar del que se realizaron multitud de traducciones, esto permitió hacer comparaciones entre las hablas de los diferentes lugares de nuestra geografía. La traducción del evangelio realizada por Prudencio Hualde a mediados de la década de 1860 ocupa 45 folios por ambas caras y se conserva en el Archivo General de Navarra.

Además de dicho evangelio, Hualde realizó a finales de la década de 1860 otra traducción de cierta entidad, que igualmente se realizó en otro montón de lugares y también permitió la realización de comparaciones encaminadas al análisis lingüístico. Se trata en esta ocasión de Catecismo o Doctrina cristiana sobre la versión realizada por el padre Gaspar Astete.

En este otro documento se pueden encontrar, entre otras muchas cosas, las traducciones al uskara de Vidángoz del Credo, el Padre Nuestro, el Ave María o la Salve.

Tiene de particular la traducción de este segundo documento que Hualde va haciendo pequeñas anotaciones al pie en las que va dando cuenta de cómo se pronuncian diversas palabras en otras villas del valle, porque esos vocablos se dicen de diferente manera que en Vidángoz, se entiende. De esta forma, permite a Bonaparte tener una idea de las diferencias entre las hablas que había en el valle, labor que pudo realizar más en profundidad gracias a otras dos traducciones completas de ese mismo catecismo realizadas en Roncal (1 y 2) y, en menor medida, a otras dos traducciones de una parte pequeña del mismo realizadas en Garde y Urzainqui.

El documento original con esta traducción también se encuentra en el Archivo General de Navarra y ocupa 25 páginas por las dos caras, pero de la mitad de tamaño que aquellas en las que está escrita la traducción del evangelio.

Hay otra traducción más, de finales de la década de 1850, que no sabemos si la realizó precisamente Prudencio Hualde o quién la hizo, pero bien podría atribuírsele al párroco bidankoztar, habida cuenta de las traducciones que realizaría posteriormente.

El texto del que hablamos es el himno bíblico Canticum Trium Puerorum (Cántico de los tres jóvenes), cuya traducción a once dialectos vascos fue una de las primeras publicaciones relativas al estudio del euskera que realizó Louis-Lucien Bonaparte.

Como veis, Prudencio Hualde, al igual que Mariano Mendigacha, es un nombre propio en la historia del euskera, y como tal hemos de recordarlo.

Prudencio Hualde (1823-1879)

Pedro Prudencio Hualde Mayo nació en Vidángoz el 26 de abril de 1823 pero, al contrario de lo que se suele creer, no lo hizo en casa Rakax, sino en casa Malkorna. A casa Rakax realmente se casó un hermano suyo, José Ramón, pero, al ser el único familiar que permaneció en el pueblo y habiendo quedado la casa nativa primero desocupada, posteriormente alquilada, vendida, quemada y finalmente reconstruida como matadero, cuando se colocó la placa se estimó que era preferible ponerla en la casa que da la bienvenida a Vidángoz.

El séptimo de los diez hijos que tuvo el matrimonio formado por Pedro Fermín Hualde Urzainqui [Malkorna] y Mª Josefa Mayo Martín (Uztárroz) fue bautizado el día 28 de abril, y a ese acto debe su nombre: Pedro por el nombre de su padrino, Pedro Esteban Villoch (y también nombre de su padre), y Prudencio, por el santo de ese día.

Algunos de sus hermanos mayores habían fallecido ya para cuando él nació, pero ocupando el séptimo puesto en la línea sucesoria, estaba claro que a Prudencio le iba a tocar salir de la casa nativa, bien para casarse a otra casa, bien para ser religioso, bien para emigrar. Eligió (bueno, seguramente ‘le eligieron’) el segundo de los destinos.

Hualde inició su formación para sacerdote en Salvatierra de Esca, donde estudió cuatro cursos de gramática latina y humanidades. De ahí pasó al Instituto de Pamplona, donde continuó estudios de matemáticas y 1º de filosofía. Completó los dos años de filosofía y prosiguió con los de teología y moral en el Seminario de San Miguel.

Ordenado como subdiácono en 1849 y como diácono y presbítero en 1850, pasaría desde aquel momento casi tres décadas dedicado al sacerdocio. De los 29 años en los que ejerció de párroco, más de 22 lo hizo en su Vidángoz natal.

Ocupando ese puesto, entre otras muchas cosas, fue protagonista involuntario de la epidemia de cólera de 1855 y, en los años que siguieron a ésta, colaboró junto con Mariano Mendigacha con el lingüista Louis-Lucien Bonaparte en sus estudios sobre el euskera, faceta por la que es reconocido en su ámbito.

En la década de 1870 salió en un par de periodos de dos y tres años de la parroquia de Vidángoz, no sabemos si por motivos políticos (son fechas en torno a la II Guerra Carlista) o de otra índole, pero terminó volviendo en 1879, año en que encontraría la muerte, aparentemente inesperada, a causa de una ‘gastroenteritis hepática crónica’.

Mendigacha, Azkue… y Mocoçain

Llegamos en este recorrido por los escritos en uskara a principios del siglo XX, cuando el dialecto roncalés ya se daba por desaparecido en varios de los pueblos del valle y, en los que aguantaba, la perspectiva era poco halagüeña.
En esta tesitura llegó Resurrección María de Azkue a estudiar nuestro moribundo dialecto y su contacto en el valle, el entonces párroco de Uztárroz, Dionisio Martín, le puso en contacto con Mendigacha como mejor fuente para ese menester. Azkue consiguió en su primer encuentro que la llama del uskara volviera a encenderse en un ya anciano Mendigacha (tenía 70 años cuando se conocieron), y éste, consciente de lo importante de su testimonio, puso gran empeño en sacar todo el uskara que llevaba dentro para que Azkue pudiera analizar nuestro dialecto roncalés.

Ligi (Licq-Athérey), pueblo donde tuvo lugar el encuentro en el que Mendigacha escribió el texto de este artículo.

Las cartas de Mariano, de las que hemos hablado en Bidankozarte en cantidad de ocasiones, son una reliquia a nivel lingüístico por varios motivos. Por un lado, al contrario de lo que ocurría con los trabajos de Bonaparte, estos escritos no son meras traducciones de textos religiosos, y al tratarse de cartas en las que Azkue le pedía que le hablara de las costumbres, de lo cotidiano que tenía lugar en Vidángoz, esto abre un amplio abanico de temas y posibilidades, convirtiéndose, como hemos dicho muchas veces, en un tesoro etnográfico para Vidángoz en particular y el Valle de Roncal en general por la descripción que hace de los usos y costumbres de nuestro entorno de hace un siglo. Por otra parte, el formato de estos documentos, correspondencia entre dos personas, nos permite observar un tono más coloquial en el lenguaje empleado, donde, además de lo relatado en cada carta, se expresan sentimientos tanto de Mendigacha como de Azkue. Como quiera que estas cartas de Mendigacha a Azkue hemos hablado en estos boletines de Bidankozarte en multitud de ocasiones, una vez mencionadas en este apartado, como no podría ser de otra manera, presentaré otro escrito de Mendigacha bastante menos conocido. Un pequeño fragmento de papel, un texto incompleto, pero en el que Mariano da cuenta de algunas de sus sensaciones con el uskara.

Escrito de Mendigatxa (Ligi, 1902)

El pequeño documento conservado por el lingüista Piarres Broussain (a quien se lo donó Mocoçain) de una reunión en Ligi en la coincidió con Mariano (custodiado actualmente en el Archivo de la Biblioteca Azkue de Euskaltzaindia) dice lo siguiente: ‘Gayazko ulun eta issiltarzunarequin, itz anissco artubaguietarik sitenzaitad; eta faitenaz, biltuz, biltuz; baya gero, arguitiarat, beguiak iriki bikain sarri faiten zaiztad amets izanbalitz bikala‘. Traducido viene a decir que ‘Con la oscuridad y el silencio de la noche, me vienen [a la mente] muchas palabras y las voy guardando, guardando; pero luego, al amanecer, tan pronto como abro los ojos, se me van como si hubiera sido un sueño’.
El síndrome de Mendigatxa, o la angustia de ver cómo eres el último y el idioma se esfuma contigo…

El legado de Bonaparte

Louis Lucien Bonaparte

No es la primera vez que hablamos del lingüista Louis Lucien Bonaparte y de la importancia del estudio que realizó sobre los dialectos del euskera en general y del roncalés en particular.

Para esta labor, y siguiendo el consejo de sus ayudantes en Navarra, escogió Vidángoz por ser el pueblo donde mejor se mantenía el dialecto roncalés, aunque, paradójicamente, a la postre no sería el último pueblo en el que se hablaría.

La mayoría de documentos recogidos por Bonaparte en nuestro valle, que datan de finales de la década de 1850 y toda la década de 1860, se encuentran en el Archivo General de Navarra (y también en su repositorio online) en el denominado Fondo Bonaparte. Allí podemos consultar hasta once manuscritos en uskara recogidos en nuestro valle: el catecismo en el uskara de Garde, de Roncal (tres documentos), de Urzainqui y de Vidángoz; un librico de ‘oraciones‘ de Garde y otro Vidángoz (prácticamente iguales); un catálogo de palabras de Garde (sin su significado); un vocabulario que traduce del francés a los tres subdialectos del uskara roncalés (denominados subdialecto de Vidángoz – que sería el hablado en Vidángoz, Burgui y Garde -, de Urzainqui – hablado en Urzainqui y Roncal – y de Uztárroz – empleado en Uztárroz e Isaba -) diversos vocablos para poder estudiar sus diferencias; y, por último, y seguramente el texto más extenso que se conserva en uskara roncalés, la traducción del Evangelio según San Mateo al uskara de Vidángoz por parte del párroco bidankoztar Don Prudencio Hualde [Malkorna].

Evangelio según San Mateo, traducido al uskara por el párroco bidankoztar Prudencio Hualde

Pero no son los documentos que se conservan en el Archivo General de Navarra todos los que recopiló Bonaparte. Así, y con motivo del centenario de la muerte de Mariano Mendigacha [Mendigatxa] el año pasado, rebusqué en diferentes lugares y encontré otra serie de documentos que expondré a continuación.

Así, del mismo modo en que en el Archivo General de Navarra se conserva la práctica totalidad de lo recopilado por Bonaparte en nuestra comunidad, en Bizkaia y Gipuzkoa se conservan los documentos del lingüista relativos a sendos territorios en otras tantas instituciones. En el caso de Bizkaia, esta información se custodia en la Biblioteca Foral de Bizkaia, y allí, entre diversos lotes de documentos, también podemos encontrar algunos relativos al uskara roncalés, cuyos contenidos y pueblo de recogida expondré a continuación: el Canticum trium puerorum traducido al uskara de Vidángoz y al de Roncal; el Padre Nuestro traducido al dialecto de Vidángoz; estudio de las conjugaciones verbales en el uskara de Vidángoz y comparativa con los dialectos salacenco (Jaurrieta) y aezcoano (Aribe); traducción de unas pocas frases al uskara de Vidángoz; diversas anotaciones lingüísticas sobre el uskara de Roncal y de Vidángoz; y una comparativa de diverso vocabulario entre los dialectos aezcoano, salacenco y roncalés, sin mostrar explícitamente en qué pueblo recogió los testimonios.

Canticum Trium Puerorum traducido al uskara de Vidángoz

Otro vocabulario similar al último de los mencionados en el párrafo anterior pero algo más extenso y con los vocablos  equivalentes en francés se conserva en el Archivo de la Biblioteca Azkue (Euskaltzaindia), documento que, aunque oficialmente no se atribuye a Bonaparte, tiene todos los visos de ser suyo.

El análisis del material recopilado sirvió a Bonaparte para incluir el uskara en diversas publicaciones impresas (todo lo anteriormente mencionado eran manuscritos) donde nuestro dialecto roncalés tenía su lugar entre el resto de dialectos vascos.

La labor realizada por Bonaparte parece que se realizó en un momento clave, ya que, en las décadas que siguieron a sus trabajos en nuestro valle, el uskara registró un brutal declive que hizo que desapareciera en apenas una generación. Así que, gracias a él, hoy en día podemos conocer gran parte de lo que se sabe de nuestro extinto dialecto.

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