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El puente sobre el río Biniés

Una cosa que desde siempre me ha llamado la atención han sido los puentes de Vidángoz. Tradicionalmente diríamos que ha habido tres: el puente Juanko, el puente Casero y el puente Rakax.

Desconozco el momento desde el que esto es así, y lo que me extraña es que ninguno de ellos sea de piedra o que no mantengan su aspecto antiguo.  Supongo que, vista su estructura, con vigas metálicas en su parte inferior, se habrían construído con su configuración actual en el momento en que se construyó la travesía, la carretera que va cruza el pueblo siguiendo el curso del río Biniés, en la década de 1950. El puente Juanko, indispensable por llevar al molino, existiría desde antiguo, lo mismo que el puente Casero, por llevar al Castillo, a la tejería y ser camino a Igal  y Salazar en general. Con el que tengo mis dudas es con el puente Rakax, si ya existiría desde antiguo o fue una nueva construcción asociada a la carretera que unió Vidángoz con Burgui en torno a 1920. Ahora explico mis dudas.

Leyendo un proceso judicial de 1675 se relataba cómo las avenidas del río de junio de 1674 ‘llevaron todas las puentes y pontarrones del pueblo’. Se habla en dicho documento de tres puentes de piedra que podríamos pensar que eran los tres mencionados anteriormente… Pero tenemos un puente que aparece en la toponimia, Zibiberria (actualmente Ziberria), y que significa ‘el puente nuevo’. Nuevo cuando lo hicieron, claro, pero ya existía en 1652 y sería uno de los tres que se llevó esta riada.

Al hablar de reconstruir aquellos tres puentes, proponen construir uno nuevo en otro punto. Si no fuera porque sabíamos que ya existía en ese momento, podríamos haber pensado en Zibiberria… Pero no, el cuarto puente en discordia resulta que pensaban construirlo en el término de ‘Baraco’, por lo que estaríamos hablando de que el origen del puente Baraku se sitúa hace 350 años.

Puente Baraku que, obviamente, no es el que conocemos actualmente, y que tal vez sería como ese puente de piedra que se conserva yendo a Belagua… pero será difícil que lleguemos a saberlo.

Desventuras de otros tiempos

Esta historia ocurrió a finales de agosto de 1810, cuando Antonio Urzainqui Sanz [Ferniando], bidankoztar de 30 años, se ahogó en el río Ebro. Por lo que se ve, iba junto con otros dos bidankoztarras, Joaquín José Urzainqui Martín [Kostiol / Txestas], de 30 años, y Juan Basilio Larrambe Monzón [Larranbe / Landarna], de 36 años, a buscar azúcar, con a cada dos machos.

Se dirigían en dirección sur, ‘hacia Alfaro, Corella o Cervera’, y en un punto del recorrido tuvieron que cruzar el río Ebro en término de Cadreita, concretamente iban a vadearlo (atravesarlo por un sitio donde se hace pie) en el paraje de El Soto. Al parecer, al pasar el río dos de los que pasaron tuvieron problemas al dejar de hacer pie los machos en los que iban montados y empezar a ser arrastrados por el agua. Basilio Larrambe, agarrado a una de sus caballerías, consiguió alcanzar la ribera del río, a donde los animales llegaron tan exhaustos que se echaron largos en la orilla. Antonio Urzainqui no tuvo esa suerte y fue llevado por el río, no pudiendo ser rescatado por no haber nadie en las cercanías que fuera capaz de salvarle.

Sucedido esto, decidieron retroceder en su camino para dirigirse a Valtierra, donde Joaquín José Urzainqui conocía a Miguel Artuch Echandi, serguramente roncalés o descendiente, en cuya casa, además, se encontraba el alcalde de Cadreita, en cuyo término había tenido lugar el ahogamiento.

Al no haber testigos y ante las posibles dudas, el alcalde siguió el protocolo y detuvo a los dos bidankoztarras hasta hacer las diligencias pertinentes para aclarar el asunto, pues no habiendo cadáver no podían dar fe de lo ocurrido.

Entre tanto, alguien dio parte al párroco de Valtierra bajo secreto de confesión que había encontrado un cadáver, que resultó ser el de Antonio Urzainqui. El cirujano que examinó el cadáver no encontró signos de violencia y, por lo hinchado del cuerpo, señaló que no le quedaba ninguna duda de que había muerto por ahogamiento.

Joaquín José y Basilio fueron finalmente liberados sin cargos, eso sí, después del disgusto añadido de ser puestos en duda tras sufrir la angustia de ver a un compañero ser arrastrado por el agua hacia una muerte casi segura y pasar varios días en el calabozo…

Y por si esto fuera poco, Basilio, que cuando ocurrió este asunto apenas llevaba mes y medio casado, falleció repentinamente apenas un mes después del suceso, haciendo que este episodio fuera doblemente truculento.

Más de 1.000 años del Vidángoz que conocemos

Finalmente llegamos en este recorrido en torno al origen de Vidángoz al pueblo que se encuentra en la ubicación actual, tal y como lo conocemos, donde podemos dar por seguro que lleva al menos 1.000 años.

Veíamos en la página anterior esa primera mención datada en el año 1.085, pero era un simple traspaso de poder sobre la iglesia de la villa y los tributos que a ésta correspondían. La iglesia, una iglesia (no la que conocemos hoy en día, que data en su mayor parte de una gran reforma realizada en el siglo XVI), ya llevaría tiempo hecha, claro está, y la estructura creada en torno a ella, con las primicias, diezmos y demás tributos que había que pagar, no habría surgido de la noche a la mañana.

La mención del año 1.085 tenía que ver con la vinculación de Vidángoz con el monasterio que había en Igal. Pues bien, tenemos noticia de que por dicho monasterio pasó en el año 848 San Eulogio de Córdoba en el viaje que realizó a tierras pirenaicas. Teniendo en cuenta que el monasterio era un elemento vertebrador del territorio y que su ámbito de influencia era de unos pocos pueblos, cabe pensar que para dicho 848 ya existiría Vidángoz.

De esta misma época son las batallas contra los musulmanes (Olast en el siglo VIII y Ocharren en el siglo IX) en las que los roncaleses ganaron su hidalguía y su derecho al uso de las Bardenas a perpetuidad. Es de suponer que esos derechos los adquirieron quienes participaron en las batallas, por lo que cabe pensar que Vidángoz ya era parte de esa primitiva comunidad llamada valle de Roncal.

Por otra parte, viendo lo que hablábamos sobre el origen del nombre de Vidángoz, parece que podríamos llegar hasta época romana, pero bueno, también se ha indicado que no sabríamos si se ubicaría donde el actual nucleo urbano o en otro lugar.

Bueno, pero una vez dicho todo lo anterior la pregunta que habría que hacerse (y que ya me realizaron varios bidankoztarras y eso ha dado pie a este boletín) es ¿Cómo comenzó todo esto? ¿Cuál fue la primera casa? Pues la verdad es que no tenemos ni idea. Bueno, idea no, pero lo que sí que podemos hacer es alguna suposición.

A ver, si Vidángoz eran los dominios de Vindacius, éste era un señor, un terrateniente, y como tal viviría, como se ha hecho en todas las épocas. Quiero decir con esto que, teniendo en cuenta las limitaciones de su tiempo, Vindacius tendría siervos que trabajaran sus tierras, tendría seguramente una casa mejor que las de aquellos y es probable que guardaran cierta distancia. La casa del señor sería lo que se viene a llamar un palacio (una casa más grande que lo habitual de la época, vaya, o de mejor fábrica)… no sé, pongamos que en lugar de palacio, por tener ciertas defensas, lo denominamos castillo…

Bueno, creo que no hace falta mucha imaginación para ver a dónde quiero llegar. Lo que hoy denominamos El Castillo tiene toda la pinta de haber sido el origen de nuestro pueblo por varias razones: 1.- Controlaba dos entradas al pueblo,  a quienes venían desde Igal y desde Burgui, y es visible desde todos los accesos a Vidángoz, de ahí el dicho:

Cuando vengas a Vidángoz
lo primero que has de ver
casa Maisterra, casa Larranbe>
y la ermita de San Miguel’.

2.- Probablemente tendría contacto visual con Gazteluzarra desde algún punto, lo mismo que desde una ventanica que hay en la ermita de San Miguel se puede observar en los días claros la ermita de la Virgen de la Peña, donde seguramente también habría algún puesto defensivo; 3.- El propio hecho de estar encima de la peña parece señal de estatus, ‘ahí arriba vive el señor’, y abajo, más cercanos al río y a la tierra, los siervos, dando origen con el tiempo a los tres barrios originales del pueblo, Iribarnea, Iriartea e Iriburua (Egullorre, como comentábamos, vendría posteriormente); 4.- Podríamos aventurar también, sin demasiado temor a equivocarnos, que la actual ermita de San Miguel pudiera haber sido originalmente la capilla del castillo; 5.- E incluso, puestos a imaginar, y esto tal vez ya sea demasiado fantasioso, podríamos pensar en la punta de Lapitxorronga como un lugar donde hacer justicia, o donde el Señor de Vidángoz de turno discutía con un rival y lo despeñaba al grito de ‘¡Esto… es… VIDÁNGOZ!’ (en referencia a la película ‘300’).

Pues hasta aquí esta teoría sobre desde dónde se habría generado nuestro actual Vidángoz, con argumentos medianamente razonables. Pero como se suele decir, que cada cual saque sus propias conclusiones.

¿Reubicado en el Barrio de Egullorre?

No sabemos cuándo se abandonó aquel otro Vidángoz, aunque todo parece apuntar a que sucedió en la primera mitad del siglo XIII, porque en 1198 todavía se mencionaban las iglesias de Vidángoz y Vidángoz y en el Libro de rediezmos de 1266 (donde aparecen todos los pueblos que había en Navarra entonces) ya solo se menciona Vidángoz.

Pero más intrigante incluso que el cuándo nos debería resultar el por qué. ¿Qué hizo que aquellos otros bidankoztarras dejasen su pueblo? ¿Alguna catástrofe natural? ¿Una riada extraordinaria? ¿Un gran incendio? A saber… Tal vez una mera reorganización territorial que se habría dado a nivel de valle de Roncal, ya que también desaparecieron otros pueblos en el valle en la misma época.

En cualquier caso, ¿qué fue de quienes vivían en aquel poblado? Yo me inclino a pensar que habrían pasado al barrio de Egullorre del Vidángoz actual (entre la calle Mayor y la iglesia), recibiendo el nombre del barranco que desemboca donde vivían… Además, ese barrio es el único cuyo nombre no encaja en la estructura de pueblo que seguían los otros (Iriburua, Iriartea e Iribarnea, esto es, parte alta, media y baja de la villa respectivamente). Y es que para los del actual Vidángoz, aquellos que se asentaron entre lo que era el pueblo y la iglesia eran ‘los de Egullorre’.

De cuando había dos Vidángoz

Leído el título de este artículo. ahora viene cuando empezamos a echar humo por la cabeza. Bueno, no. La verdad es que, quien más quien menos, todo el mundo ha oído hablar de el otro Vidángoz, aquel que se encontraría un poco más arriba de Ziberria, en lo que se denomina el campo de Navarro y sus alrededores. La verdad es que pruebas tangibles de la existencia de aquel poblado no tenemos, pero en las siguientes líneas veréis que hay muchos más indicios que con el poblado en San Juan.

La pista fundamental sería la ermita románica de San Sebastián, que apoyaría esta teoría de la misma manera que la ermita de San Juan apoyaba la anterior, pero ya hemos dicho que esto no era demasiado concluyente.

Así que iremos a otra serie de indicios: por un lado, los ‘arqueológicos’ (esto es un decir). Ha habido varios momentos en los que al mover tierra en aquel entorno han salido una serie de paredes que, a juzgar por lo que señalaban quienes las vieron, ‘aquello no eran paredes de fincas sino de casas’. La primera referencia temporal me la daba Evaristo Lengorna, cuando señalaba que, tras alguna riada histórica que les llenó de bolos la huerta que todavía tienen (al lado del antiguo corral), estaban vaciándola de piedras en ondalan y salieron una serie de muros de lo que algún mayor de casa Lengorna denominó la etxezarra, en referencia a una antigua casa que había existido en aquel lugar.

Años más tarde, un mocé llamado Agustín Mainz [Jimeno / Santxena] estuvo trabajando en las obras de la traída de aguas en la década de 1950, y hace años recordaba que en aquella obra, al realizar las zanjas ‘donde el campo de Navarro’, en algunos tramos salían muchas paredes consecutivas que tenían toda la pinta de ser de antiguas casas.

Por último, al realizar las obras de reforma de la pista forestal de Vidángoz a Roncal a finales de la década de 1990, en el nuevo tramo que parte prácticamente desde Ziberria también se oyó que había salido alguna pared antigua.

Aparte de todo esto, tenemos la evidencia clara de la toponimia, que nos indica que el paraje que hay entre el actual pueblo y el entorno donde se encuentra la ermita de San Sebastián se denomina Bidankozarte, paraje del que esta publicación toma su nombre, y cuyo significado no es otro que ‘entre Vidángoz’, esto es, el lugar situado entre (un) Vidángoz y (el otro) Vidángoz.

Y es en este punto del boletín donde ya entramos en la historia literalmente, esto es, cuando empieza a aparecer Vidángoz como tal en la documentación. La primera mención histórica a nuestro pueblo es de hace casi 1.000 años… y no se menciona un Vidángoz, sino dos. El documento, fechado en 1.085, trata de la cesión del rey Sancho Ramírez al Monasterio de Leire de los monasterios reales (porque hasta entonces eran propiedad del rey) de Igal, Burdaspal, Roncal y Santa Engracia con sus respectivas pertenencias. Entre las propiedades del Monasterio de Igal constan un palacio en Içiçe (Iciz), una casa en Ustés, las iglesias de Bidangoç y Bidangoç, Gosa (Güesa) y Sarres (Sarriés) y dos cubilares (majadales), uno en Abodi y otro en Ori.

Podríamos pensar que esto de que Vidángoz se nombrara dos veces en aquel documento se podía deber a una errata, pero casi un siglo después en 1178, el obispo de Pamplona y el abad de Leire acuerdan sus derechos sobre diversas iglesias y lugares y se mencionan en esa ocasión Bidangoz y Bidangoiz.

Dos décadas después, en 1197 hay una sentencia arbitral sobre las mutuas reclamaciones del Obispado de Pamplona y el Monasterio de Leire en las que aparecen las iglesias de Bidangoz y Bidangoz.

Y por último, en 1198 el propio Papa confirma desde Roma los derechos del Monasterio de Leire sobre diversas iglesias y lugares, entre ellos, Vidángoz y Vidángoz.

Así que todo parece probar la existencia de dos Vidángoz… aunque el segundo no lo tengamos localizado aún.

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