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De cuando el príncipe durmió en Vidángoz

El siglo XIX fue época de grandes exploraciones y, en cierto modo, nuestro valle de Roncal fue uno de esos últimos confines a los que llegar o por explorar.

Es por ello que el príncipe Bonaparte, en 1866, en el tercero de sus viajes a las tierras del euskera, tuvo especial interés en conocer esta indómita tierra nuestra, y Vidángoz fue su última frontera. Así, estuvo en nuestro pueblo del 8 al 12 de marzo de aquel año, tomando notas de gramática y léxico de nuestro uskara, no pudiendo visitar más villas del valle, como era su intención, debido a una gran nevada. En esos días en Vidángoz padeció Bonaparte unas fiebres, pero se recuperó sin problema.

Se hospedó en casa de Prudencio Hualde, en la Vicaría, por ser con quien había tenido trato por las traducciones, pero tal vez en este momento conoció también a Mendigacha, ya que era el vecino de enfrente y, seguramente, le habrían hablado de él.

En Vidángoz señaló haber encontrado ‘granos de oro entre esos valientes montañeses tan inteligentes, tan hospitalarios, pese a vivir enterrados en medio de nevadas y rodeados por todos lados de barrancos, precipicios, osos y lobos’.

Los bidankoztarras le dejaron una buena impresión, ¿no os parece?

Invierno de antaño (1914)

El invierno de hace 100 años, con el que empezó el año 1914, debió de ser un invierno “de los de antes”, que, con unas comunicaciones “como las de antes” (o sea, caminos de herradura, ya que no estaba hecha ni siquiera la carretera de Burgui) y en un pueblo “como los de antes”, pues dio lugar a que una nevada “de las de antes” dejara el pueblo incomunicado durante 8 días.

Manada de jabalíes en el monte de Vidángoz, entre la nieve

Manada de jabalíes en el monte de Vidángoz, entre la nieve

Así que, a falta de otro que hacer, lo mejorico del vecindario (“varios vecinos de gran resistencia y valor”) salió a la caza del jabalí como Astérix y Obélix, teniendo similar premio al de éstos.

Más cómico se hace el imaginar la sorpresa del pastor que fue al corral y se encontró 5 jabalíes. ¡Mecagüen! Y no se le ocurrió otra que emprenderla a hachazos con los jabalíes.

Mención especial al corresponsal (que, por cierto, debía ejercer como tal para más de un rotativo, ya que esta noticia aparecía tanto en el “Diario de Navarra” como en “El Pueblo Navarro”, donde se publicó el 16/01/1914 y el 17/01/1914 respectivamente), que hace el esfuerzo, más o menos acertado (lo digo por el último de los apelativos), de referirse a los jabalíes cuatro veces sin repetirse, en un ejemplo avanzado de buena redacción: jabalíes, ejemplares, cerdosos y paquidermos. Debía de tener buena escuela.

No sabemos qué nos deparará el invierno de 2014, aunque, al menos parece que incomunicados no quedaremos… Pero visto el otoño de 2012, cualquier cosa puede pasar.

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