¿Qué es la Bajada de la Bruja?

La “Bajada (o bajadica) de la Bruja” es el modo en el que dan comienzo las fiestas de Vidángoz, una de las siete villas del Valle de Roncal, en Navarra. La fecha en que se celebra es variable en función del día de la semana con que toque el día de San Agustín (28 de agosto), en honor a quien se celebran las fiestas, pudiendo oscilar la celebración entre la noche del 24 y la del 28 de agosto.

A medianoche, el pueblo queda sumido en la más absoluta de las tinieblas y el silencio de la noche solo queda roto por el sonido de la txalaparta. Unos minutos después, se divisa la luz de una antorcha en lo alto de la peña Lapitxorronga, antorcha con la que el brujo que la porta convoca a los brujos de los alrededores a un akelarre. Entre tanto, y para los que todavía no alcanzan a ver su luz, el sonido de un cuerno avisa acústicamente de la convocatoria.

Poco después, aparecen tres columnas de antorchas que, al son de la música, avanzan por cada uno de los tres caminos que llevan a la cima de Lapitxorronga: siete brujos desde debajo de Lapitxorronga, seis desde el centro del pueblo y otros seis por la parte de atrás del Castillo (nombre con el que se denomina el lugar en la falda de Lapitxorronga donde actualmente hay dos casas y una ermita). Una vez arriba, los brujos, todos vestidos de negro y con capuchas que tapan sus cabezas, se juntan en torno a un pequeño fuego y, uno tras otro, inician el descenso por el camino en zig-zag que lleva a la entrada de Vidángoz, mientras la música envuelve el caminar de los brujos en una atmósfera de misterio. Para cuando esta música toca a su fin, los brujos ya han formado un gran círculo alrededor de una pila de leña y es entonces cuando el primero de los brujos se acerca a la pila, le da fuego con su antorcha y retira su capucha dejando a la vista su cara, pintada para la ocasión.

Da entonces comienzo un alegre baile en el que los brujos y brujas bailan alrededor del fuego dando rienda suelta a su alegría. Terminado el baile, los brujos observan cómo la bruja Maruxa atraviesa el cielo sobre su escoba y se pierde detrás de unas casas. La comitiva de brujos van en busca de Maruxa y vuelven con ella al entorno de la hoguera, donde finalmente Maruxa prende la mecha del cohete que da inicio oficial a las fiestas. A continuación, los brujos bailan una “Sorgin dantza” (baile de brujos) en honor de Maruxa. Finalmente, vuelve a sonar la música y, otra vez, los brujos bailan alrededor de la hoguera animando a los espectadores a unirse a su baile, para, posteriormente desplazarse en pasacalles hacia el centro de Vidángoz.

Desde este momento hasta que terminen las fiestas, Maruxa preside, desde el aire, la entrada de Vidángoz, para avisar al visitante de que el pueblo está en fiestas.

Para terminar, las fiestas terminan de igual manera que empiezan, con la denominada “Subida de la Bruja”, que, aunque muchísimo menos multitudinario que la Bajada de la Bruja, no deja de ser un acto entrañable y cargado de melancolía. Con la caída de la noche del último día de fiestas, Vidángoz vuelve a sumirse en la oscuridad y los brujos acompañan a Maruxa hasta el mismo punto en que le recibieron, en la entrada de Vidángoz y, a continuación, Maruxa emprende su vuelo de despedida mientras los brujos suben el zig-zagueante camino al Castillo para desaparecer, todos ellos, hasta las próximas fiestas.