Nuestro pueblo tiene diversas peculiaridades en su vocabulario, particularidades que, por otra parte, habrá en muchas otras localidades.
Lo que ya no será tan fácil es que haya habido quien se haya preocupado por recopilar estas palabras y que su labor se haya publicado en una obra monográfica o colectiva.
Pues bien, en Vidángoz deberíamos de estar orgullosos de que no hemos tenido una persona que ha recopilado esa parte de nuestro patrimonio sino varias. Para empezar, tendríamos al propio Mariano Mendigacha, del que ya hemos hablado en muchas ocasiones y que es el responsable de la mayoría de vocablos procedentes del uskara roncalés que aparecen en el Diccionario Vasco-Español-Francés (1905) de Azkue.
Pero aparte de Mendigacha hay otro bidankoztar que realizó una gran labor en este sentido y cuyo trabajo se vio plasmado en una obra de referencia para cualquiera que estudie el vocabulario en Navarra en la actualidad y que veremos más adelante.
Estoy hablando de Ciriaco Asín Gayarre [Pelaire], sacerdote de cuyo fallecimiento se cumplieron este pasado otoño 25 años, efeméride redonda con la que, como si de un guiño del destino se tratara, coincidió la presentación en sociedad del libro Uskararen eleak mencionado sobre estas líneas.
Y es que Don Ciriaco fue uno de los colaboradores que encontró José María Iribarren en la elaboración de su obra Vocabulario Navarro (Diputación de Navarra, 1952) y en sus Adiciones al Vocabulario Navarro (Diputación de Navarra, 1958).
Es por ello que, para el asombro de algun@s, en dicha obra aparecen numerosos vocablos donde se cita Vidángoz como el lugar donde se emplean o de donde se han recogido. Las he contado y son exactamente 142 las menciones a nuestro pueblo en dicha obra. Podría pensarse que, bueno, 142 es una buena cifra, y otros pensarán que tampoco es para tanto… pero es que hay que tener en cuenta que algunas de las palabras que le presentó a Iribarren no eran exclusivas de Vidángoz sino que también se usaban en el resto del valle y por eso constan como Roncal (donde muchas veces no se diferencia si valle o villa). Y si tenemos en cuenta esta circunstancia, entonces podemos concluir que la cifra de aportaciones realizada por Ciriaco Asín fue muy superior a esas más de 140, y probablemente se acerque más a las “más de 300 palabras” que me indicaban en una casa de Vidángoz que había aportado el sacerdote bidankoztar.
Teniendo en cuenta las fechas de publicación del Vocabulario Navarro, esto es, 1952 y 1958, tenemos que pensar en un Ciriaco bien joven cuando realizó sus aportaciones, puesto que había nacido en 1930, luego habría colaborado siendo seminarista en caso de que sus aportaciones llegaran para el libro publicado en 1952 (celebró su primera misa en 1954) o bien un joven sacerdote en caso de haber colaborado en las Adiciones de 1958.
Sea como fuere, Ciriaco Asín es otro de esos bidankoztarras a los que tenemos que estar agradecidos por su labor en el mantenimiento o salvaguarda de una parte de nuestro patrimonio, en este caso, el vocabulario.
Quien sabe, quizás algún día haya que juntar el trabajo hecho por Mendigacha, Ciriaco y algunas otras aportaciones y publicarlo en forma de Vocabulario bidankoztar… Ver venir.