Posts Tagged ‘Valle de Roncal’

El roncalés, ‘el basquençe más perfecto’

El documento que trataré en este apartado no está escrito en uskara, pero seguramente será el documento más antiguo que habla sobre el dialecto que hablaban los roncaleses, y, por eso, me ha parecido de interés darlo a conocer.

Esta referencia se encuentra en un manuscrito de 1630, escrito por el escribano roncalés Juan Martín y Hualde y titulado ‘Relación de la Unión y la Nobleza del Valle de Roncal […]‘. En dicho texto se tratan diversos temas relativos al Valle de Roncal y uno de sus capítulos está dedicado al uskara.

Título del capítulo donde se habla sobre el Uskara

Es curioso que señala como origen del idioma que ‘era el idioma de los godos’ y que por medio de ellos llegó a nuestra tierra. Pero, aparte de esta suposición que hoy sabemos errónea, resulta curioso leer que, ya entonces, hace casi cuatro siglos, se tenía al dialecto del euskera hablado en el Valle de Roncal por ‘el basquençe más perfecto’ o ‘el basquençe puro y sin mezcla de otras lenguas’, y se señalaba que ‘el basquençe de Pamplona y su quenta y en Baxenauarra y [tierra de] bascos (que viene a ser sinónimo de Baja Navarra, aunque, por lo que parece aquí, alguna distinción había) el basquençe es más cortés que la de la Valle de Roncal, pero tiene mucha mezcla del Romance y por eso no es tan perfecto’.

Fragmento del capítulo donde se menciona la enseñanza del castellano.

Parece que eso que aún oímos de vez en cuando de que ‘el uskara roncalés es el más puro’ ya estaba inventado.

Por último, otra cita del mismo capítulo sobre el uskara nos da noticia de que en el valle ya se pone empeño en que los niños en la escuela ‘los maestros procuran ablen decontinuo castellano’, y con tanto empeño que terminan hablando de tal manera que no se nota que son ‘bascongados‘, citando, de paso que ‘en este Reino, en las otras partes que ablan el basquençe, pocos saben ablar castillano, y los que ablan mal, sin fundamento‘.

Parece que el retroceso del uskara empezó bastante antes de lo que solemos pensar…

Diplomacia en uskara

Este siguiente testimonio del uskara, que supongo que habrá quien ya lo haya conocido en la exposición Navarrorum que pudo visitarse en nuestro valle el año pasado, es también del siglo XVII, concretamente de 1616.

Como el título indica, este documento es de carácter diplomático, y es que es un documento surgido de la necesidad de comunicación entre dos comunidades vecinas cuyas administraciones funcionan en sendos idiomas ajenos (lenguas que ellos, como administradores o representantes públicos, necesariamente han de conocer), pero que, al mismo tiempo, comparten otro idioma, el euskera.

Grabado sobre el Tributo de las tres vacas

Concretamente, estamos hablando de una carta que envía Gabriel de Etxart, procurador del Rey de Francia en Zuberoa (Tierra de Sola o Soule), a Miguel Ros, alcalde del Valle de Roncal (lo que hoy denominaríamos Presidente de la Junta del Valle de Roncal). En ella, negocian el disfrute de diversos pastos en los puertos pirenaicos, en esa zona que compartían los pastores y los ganados de ambas comunidades.

Pues bien, el redactor de la misiva, consciente de que no tienen manera de entenderse en la lengua administrativa de su territorio (el francés) ni en la del destinatario de la carta (el castellano), decide emplear, con buen criterio, la lengua que comparte con su interlocutor: el euskera.

Con este motivo, la carta comienza con una explicación al respecto que, literalmente, dice así: ‘Jauna, ceren çuc ezpaituçu francez lengoageric endelegatzen, eta nic ezpaitaquit escribatzen espagnolez, haren causaz heuscaraz escribataren dut guthun haur, esperançaz plazer hartaren duçula goure lengoage naturalaz‘.

1616-Carta de Gabriel de Etxart (Procurador del Rey de Francia en Zuberoa) a Miguel Ros (Alcalde del Valle de Roncal)

El fragmento anterior se traduciría como ‘Señor, puesto que usted no entiende la lengua francesa, y yo no sé escribir en español, por ese motivo escribiré en euskara esta carta, con la esperanza de que recibirás con placer en nuestra lengua natural’.

Reseñable tanto el hecho de que se reconozca el euskara como ‘nuestra lengua natural’ y, por otro, el aprecio al idioma que muestra el autor de la carta y que presume del receptor de la misma con ese ‘recibirás con placer’.

Queda claro pues que el euskera también era válido para los negocios o los asuntos diplomáticos, al menos para aquellos con nuestros vecinos más cercanos al norte de los Pirineos.

Dragones en el valle de Roncal

¿Dragones en Vidángoz?

¿Dragones en Vidángoz?

Nuestro valle no ha sido escenario para ‘Juego de tronos’ (aunque paisajes no le faltan) pero ¿qué pensaríais si os dijera que hace casi cuatro siglos nuestro valle se alojaron unos dragones?
Pues por un lado, esto nada tiene que ver con ‘Daenerys de la tormenta, madre de dragones’.
Por otro, que lo que he dicho, aunque cierto, nada tiene que ver con animales mitológicos ni mucho menos.
Y es que, según certifica un documento que se conserva en el Archivo de la Junta General del Valle de Roncal (Caja 005, Doc. 3), en 1640 nuestro valle dio alojamiento a los Dragones durante seis meses.

Soldado del Tercio de Dragones

Soldado del Tercio de Dragones

Los Dragones eran un cuerpo del ejército español que consistía en guerreros equipados con caballo y que portaban arcabuces, y que, según las circunstancias, combatían a caballo o a pie (en las imágenes que acompañan esta entrada podéis ver cómo sería un soldado ‘dragón’ y como era su capitán).
Pero, ¿por qué estuvieron en el valle durante seis meses esos ‘dragones’? Pues seguramente debido al conflicto que España mantenía con Francia en aquellos años (Guerra franco-española 1635-1659), si bien en 1640 había otros frentes abiertos, como la secesión de Portugal y la sublevación en Cataluña con la que daría comienzo a la ‘Guerra de los Segadores’ (1640-1652). Para hacernos una idea de lo convulso del momento, señalar que la historiografía lo denomina ‘La Crisis de 1640’, haciendo referencia a la cantidad de problemas que se le acumularon a España.

Capitán de Tercio de Dragones

Capitán de Tercio de Dragones

En cualquier caso, podemos imaginarnos el coste que habría tenido para nuestros antepasados mantener a una tropa de tal calibre formada no solo por soldados sino también por sus caballos, así que lógicamente el Valle reclamaría a España posteriormente los gastos producidos.
Pues esta ha sido la explicación a la presencia de dragones en el Valle de Roncal en 1640 que aunque le quita el aire legendario al titular de esta entrada, nos ha permitido conocer otro pequeño capítulo de nuestra historia.

El escudo de un bidankoztar en Pamplona

En algunas ocasiones, en nuestras casas o en casa de algunos conocidos, podemos encontrar los escudos asociados a nuestros apellidos. En la mayoría de los casos esos blasones poco o nada tienen que ver realmente con nuestro apellido o, más concretamente, con nuestra familia.

Los escudos están relacionados con la nobleza de la familia, entendiendo por ello una categoría social que conllevaba una serie de privilegios, como por ejemplo la exención del pago de diversos impuestos o de la realización del servicio militar.

Escudo de armas del Valle de Roncal, según consta en el Libro de Armería del Reino de Navarra

Dicho esto, es obligada la siguiente pregunta: ¿somos nosotros, los bidankoztarras o nuestras familias, nobles? La mayoría pensaríais que no, que en estos pueblos no hay ni seguramente habrá habido apenas nobles, teniendo en mente duques, condes y demás títulos nobiliarios. Pero la sorprendente respuesta a esto es que casi hasta mediados del siglo XIX todos los vecinos de Vidángoz y del valle de Roncal (entendiendo por vecino aquel que tenía derechos como tal y no era un mero residente) eran nobles a resultas del privilegio de hidalguía colectiva concedido en 1412 por el rey Carlos III de Navarra, privilegio que se apoya en los concedidos en tiempos de las guerras contra los musulmanes por el rey Fortún García (entre los años 783 y 804) y por Sancho I (822), tiempos en los que los roncaleses ganaron también el derecho a goce de las Bardenas Reales de Navarra.

Así pues, todos los roncaleses eran nobles pero, ¿qué escudo les correspondería si eran familias muy diversas? Pues, a efectos de esta nobleza y tal y como indica el Libro de Armería del Reino de Navarra, el Valle de Roncal se comporta como una única casa solariega, y su escudo es uno para todos sus vecinos.

Escudo de armas del Valle de Roncal, según el ‘Armorial navarro’ de Vicente Aóiz de Zuza

Para estas alturas y con todo lo explicado anteriormente, ya estaremos pensando en cuál es la imagen de ese escudo: la cabeza del rey moro, al que se suele denominar Abderraman de Córdoba, sobre el puente de Yesa (en la parte izquierda de este artículo, tal y como aparece en el Armorial Navarro, de Vicente Aóiz de Zuza, Biblioteca básica de Navarra (2003)).

En el propio valle, pues, no tenía mucho sentido el exhibirlo, ya que todos los vecinos gozaban de dicha hidalguía, pero el tema cambiaba cuando salían del valle para ir a vivir fuera en general o a una ciudad en particular. En algunos casos, jóvenes roncaleses que habían salido a estudiar eran requeridos para el servicio militar, y solicitaban testimonio de hidalguía al Valle, con lo que demostrarían que eran hidalgos y, por tanto, exentos de realizar tal servicio.

En otros casos, como el que da origen a este artículo, un roncalés se iba a establecer en una ciudad y había de demostrar su hidalguía para poder conseguir los beneficios que ésta conllevaba. Al acreditar ese origen noble, el roncalés en cuestión podía lucir en su fachada el blasón familiar.

El caso que nos ocupa es el de un bidankoztar que a finales del siglo XVIII se estableció en Pamplona, más concretamente en la calle San Saturnino (antigua calle Bolserías) nº 20, donde el escudo todavía puede observarse a la altura del primer piso, encima del estanco que actualmente ocupa los bajos del edificio, y que en 1803 obtuvo sentencia de hidalguía. Se trata de Joachín Joseph Salboch y Racax, de casa Salbotx de Vidángoz (porque también hubo casa Salbotx al menos en Uztárroz).

El escudo de la familia Salboch-Elizalde, en la fachada de San Saturnino 20 de Pamplona.

El escudo que luce en la casa familiar de Pamplona es el que aparece en la imagen de la parte derecha de este artículo. Como puede observarse, está dividido en 4 partes (denominadas cuarteles) que, en opinión de los entendidos (Escudos de armas en las calles de Pamplona, Martinena Ruíz, J. J., Ayto. de Pamplona, 1997), cada uno de ellos viene a representar el escudo de los siguientes apellidos: Salboch / Elizalde / Hualde / Racax. Supongo que la documentación (que no he tenido ocasión de consultar) lo acreditará así, pero, en cualquier caso, daré una pequeña explicación de lo que opino sobre el escudo en cuestión.

En mi opinión el escudo no representa esos cuatro apellidos, cada uno con su cuartel, sino que el 1º y 4º cuartel, ambos se corresponderían con el origen roncalés de Joachín Joseph Salboch Racax (cuyo 3º apellido era Hualde, y tal vez por eso se menciona ese apellido en la descripción del escudo) y los otros dos cuarteles se corresponderían con el origen de su esposa, María Tomasa Elizalde, que tal vez tuviera origen aezkoano a juzgar por lo representado en esos dos cuarteles.

El 1º cuartel, supuestamente de Salboch, muestra la cabeza del rey Abderraman de Córdoba sobre el puente de Yesa y, tras ellos, 3 peñas (en el actual escudo de las villas del valle de Roncal cabeza y puente por un lado y peñas por otro conforman 2 de los 4 cuarteles). Quedaría claro, pues, que Salboch era oriundo roncalés y, por ello, tenía derecho a usar el escudo de armas del valle.

El 4º cuartel muestra un lebrel (un perro de caza) y un castillo, 2 elementos que configuran los otros dos cuarteles del actual escudo del valle de Roncal. Se da la circunstancia de que esos dos elementos se le concedieron al valle de Roncal para poderlos añadir a su escudo en 1797, solo 6 años antes de que Joaquín José Salboch obtuviera su sentencia de hidalguía, por la actitud heroica mostrada por el valle en la Guerra de la Convención (1793-1795). El lebrel simboliza la lealtad y el castillo, la fortaleza.

Con todo lo dicho, es probable que en vuestro próximo paseo por el casco antiguo de Pamplona tengáis una parada obligada en San Saturnino 20.

Proyecto Amabitxi

Durante los últimos años en Navarra en general y en nuestro valle en particular se han venido realizando una serie de acciones y proyectos que han tenido en común un objetivo: el de conservar y recuperar nuestro patrimonio. Este mismo boletín es solo una muestra de ello, pero también están las entrevistas realizadas a una treintena mayores de Vidángoz hace 4 años, las recopilaciones de fotografías de Santiago Calderero y muchas otras que ahora no entraremos a enumerar.

Almadía en la Pechera (VIdángoz)

Almadía en la Pechera (Vidángoz)

Pero, ¿qué es patrimonio? Patrimonio es nuestra historia, nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra forma de vestir, nuestra forma de vivir; asimismo, los viejos oficios, los juegos de los niños, las canciones, la música, las danzas, las creencias; y además las casas y sus nombres, las bordas, las iglesias, las ermitas, los puentes, las fuentes; y también los viejos documentos y legajos, las fotografías y lo que recuerdan nuestros ancianos de lo que antaño fue su vida.

Es por ello que un grupo de personas del valle hemos decidido poner en marcha el Proyecto Amabitxi, que tiene como objetivo incidir de lleno en la recuperación del patrimonio, pues aunque hasta ahora se ha hecho bastante, lo que está todavía sin hacer es muchísimo.

Para quien no lo sepa amabitxi es el nombre roncalés que se le da a esa joya que utilizan las mujeres en su indumentaria tradicional para amarrar la falda encimera por detrás y así evitar que se caiga. Dándole el nombre de esta pieza al proyecto, por tanto, lo que queremos dar a entender es que nuestro patrimonio es una joya a conservar, y que este proyecto, al igual que el amabitxi, busca sujetarlo para evitar que caiga.

El patrimonio se puede clasificar en dos categorías: material e inmaterial. El patrimonio material es aquél que es tangible, que se puede tocar. Y a su vez se subdivide en patrimonio material mueble, es decir, que se puede mover (un martillo, una plancha, una capa, etc.); y patrimonio material inmueble, que no se puede mover (una casa, un puente, una iglesia, un lavadero, etc.).

El patrimonio inmaterial es aquél que no se puede tocar: una canción, una danza, una oración, un refrán, la memoria de un anciano, etc.

Los de Diego aventando en Peñeta

Los de Diego aventando en Peñeta

Así pues, sobre ambos patrimonios quiere incidir el Proyecto Amabitxi, catalogando el mayor número de elementos posible. Pero nos encontramos con que hay una parte de este patrimonio que precisa obligadamente de la colaboración vecinal: se trata del patrimonio material mueble.

¿A qué nos referimos con catalogar? Catalogar una pieza es hacer de ella una ficha con su número de referencia, su nombre, su fotografía, sus medidas, su historia, su utilidad, su estado de conservación, etc…

En nuestro valle están catalogadas las piezas que están en los museos de la Almadía, de Julián Gayarre y la Casa de la Memoria, contando en total con unas mil piezas, un número insignificante para las que hay en el interior de las casas. Hay varias viviendas en el valle que, individualmente, atesoran varios miles de piezas, lo cual nos da una idea del riquísimo patrimonio que se conserva todavía y que nos es totalmente desconocido. Es una realidad que en el interior de casas, bordas, ermitas e iglesias de nuestro valle son muchas las piezas que, por el simple hecho de no estar dentro de un museo, no se ven beneficiadas de esa obligatoriedad de estar catalogadas. Algunas de ellas de suma importancia.

Del mismo modo, también es una realidad que se ha tirado y se ha quemado muchísimo; y pese a las campañas de concienciación realizadas, todavía hoy es mucho lo que se va perdiendo.

Por ello, de forma pionera en Navarra, queremos impulsar el esfuerzo altruista, sin subvención alguna, de emprender poco a poco la catalogación de las prendas, documentos, herramientas y otro tipo de objetos de interés etnográfico. Queremos que quede constancia de su existencia, entre otras muchas razones porque sabemos que entre todas esas paredes se ocultan auténticos tesoros de nuestro patrimonio histórico, lingüístico, etnográfico y cultural. Lo sabemos con certeza.

Niños de Vidángoz tocando los "trucos" preparando la llegada de los reyes magos.

Niños de Vidángoz tocando los "trucos" preparando la llegada de los reyes magos.

Y en este caso el Proyecto Amabitxi lo que busca es la colaboración de todos los vecinos para que poco a poco nos vayan abriendo sus puertas, y así podamos ir catalogando las piezas que se conservan, garantizando en todo momento (si así se desea) el anonimato del propietario. Queremos saber qué es lo que hay, en qué cantidades, y sólo de esta manera podremos seguir avanzando en la investigación de nuestro patrimonio.

No hay que olvidar, además, que en el cien por cien de los casos la catalogación de una pieza sirve para revalorizarla y otorgarle sin duda un valor añadido. Tal vez no podamos evitar que en un futuro esa pieza acabe desapareciendo (rotura, robo, incendio, carcoma, a la basura), que es lo que acaba sucediendo con la mayoría de esas piezas, pues no todas las generaciones las valoran de igual manera. Pero lo que sí podemos evitar que desaparezca es la imagen y la información que nos da esa pieza.

Partimos del hecho de que todas las piezas son importantes, a pesar de que la rutina de verlas puede llevarnos a no valorarlas como se debe. Y dentro de que todas las piezas nos parecen importantes, por su vulnerabilidad vamos a dar prioridad a la indumentaria tradicional. Las prendas de vestir y el textil en general es lo que tiene una mayor tendencia a desaparecer. Esto además nos servirá para avanzar en la investigación que se está llevando a cabo a nivel de valle sobre nuestra indumentaria.

En cualquier caso, entiéndase que nos interesa todo, todo aquello que aporte algo a nuestro patrimonio: prendas de vestir, herramientas, aperos de labranza, alfarería, fotografías, documentos manuscritos, estampas, útiles de la cocina, artesanía pastoril, marcas de ganado, y un montón de cosas más.

Merienda de los de Largotena en la muidera

Merienda de los de Largotena en la muidera

Ya sabemos que es un trabajo casi infinito (o sin casi), pero esto, lejos de asustarnos, lo que hace es animarnos a seguir trabajando. Hemos de ser conscientes de que cada ficha que completemos es un pequeño éxito, será una pequeña parcela que le habremos arrebatado al olvido.

Detrás de toda esta iniciativa estamos un grupo de personas del valle a quienes nos preocupa nuestra historia y nuestro patrimonio. Confiamos en que, en la medida en la que vayamos dando a conocer esta iniciativa, vamos a ser muchos más.

La puesta en marcha de todo este trabajo surge de unas personas que cuentan ya con unos antecedentes importantes en los campos de la investigación, difusión y promoción del patrimonio roncalés. Se trata de José Ignacio Riezu Boj (Roncal), Fernando Hualde Gállego (Isaba), Iñaki Ayerra Arrarás (Burgui), y Angel Mari Pérez Artuch (Vidángoz).

Se busca que los vecinos no sólo se sientan colaboradores, sino que se sientan responsables de la necesidad de este trabajo y del éxito de su desarrollo. Es tarea de todos, y de todos se espera que abran la puerta de sus casas. En ningún caso se van a sacar las piezas del lugar en el que están, y siempre que el propietario lo quiera se garantizará el anonimato.

El punto de arranque de este proyecto está previsto para el 1 de enero de 2014. Sin embargo, en localidades como Roncal e Isaba se ha empezado ya en estas semanas previas a redactar algunas fichas en base a piezas que ya estaban localizadas. Han bastado cuatro voces para que inmediatamente algunas personas de diferentes localidades del valle nos hayan abierto sus puertas para que podamos acceder a catalogar sus piezas.

Mujeres de Vidángoz hilando

Mujeres de Vidángoz hilando

Ha sido suficiente esta primera prospección para descubrir que el patrimonio conservado en las casas del valle es mucho mayor de lo que se sospechaba. Existen colecciones particulares de piezas antiguas que, por su envergadura y por la calidad de las mismas, rebasan con creces a lo conservado en los diferentes museos etnológicos y etnográficos del valle. En el terreno de la indumentaria roncalesa, por poner un ejemplo, lo que creíamos que podían ser tan sólo unas decenas de prendas las conservadas, hemos visto que se pueden contar por centenares; y algunas de ellas afectan a la indumentaria de otros valles colindantes.

Podemos dar fe de la existencia de piezas realmente excepcionales, únicas en Navarra en lo que hasta ahora se conoce; y podemos dar fe, igualmente, de la existencia de piezas de un valor histórico muy relevante. Y es esto lo que nos hace reafirmarnos en que esta iniciativa, el Proyecto Amabitxi, va a servir para conocer mucho más a fondo nuestro patrimonio y nuestra historia.

No sabemos hasta dónde vamos a llegar. Pero sí que sabemos que cada pieza que se catalogue, por sí sola, ya será un éxito. Y esperamos que, con la ayuda de todos vosotros, sean muchas las piezas catalogadas.

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