El topónimo que nos ocupa en esta ocasión hace referencia a un lugar muy cercano al pueblo, podríamos decir que en el límite del mismo: La Txurrusta. Con este nombre se denomina a la pequeña cascada o salto de agua que queda entre la Pitxorronga e Igariarena y por donde desagua el barranco de Igariarena.
En temporada lluviosa o de deshielo puede verse saltar el agua por la Txurrusta. De hecho, de ahí le viene el nombre a ese lugar, ya que proviene de la onomatopeya euskérica zurrust, que describe el sonido del agua al correr/caer. Así, es posible que en su día, cuando en Vidángoz el uskara era la lengua habitual, hubiera más de una Txurrusta en alguna otra parte del término municipal, extremo éste que no podemos confirmar. En este sentido, cabe señalar que tanto en Roncal como en Salazar hay diversos términos con nombres similares y que hacen referencia a lugares similares físicamente: las Txorrotas entre Roncal y Burgui, sin ir más lejos, Zurrustape en Burgui, Txorrota en Urzainqui, etc…
En cuanto a la historia de este término, y aunque pudiera parecer que, por pequeño, no había de tenerla, la verdad es que guarda un secreto que probablemente nunca consigamos desvelar: lo sucedido en torno a la muerte de Celedonia Fuertes Ustés (Lixalte / Larrambe), que fue uno de los temas que se trató en la charla Vidángoz negro dada en fiestas de 2014.
El 29 de abril de 1900, el cuerpo de la anciana Xelonia (que así le llamaban), que contaba entonces 68 años, apareció en la pequeña balsa formada debajo de la Txurrusta aparentemente ahogada, todo ello según la partida de defunción. El mismo documento, sin embargo, señala que, tras realizarse la autopsia, quedó claro que la muerte no fue por ahogamiento sino por un “choque violento que produjo conmoción cerebral y gran aflujo de sangre a los vasos meníngeos y cerebrales”, en otras palabras, que había caído de la Txurrusta abajo.
Se instruyeron diligencias judiciales, diligencias que debieron desaparecer para siempre en algún expurgo de los realizados tras la guerra civil de 1936. Una pena, porque nos quedamos con las ganas de saber lo que pasó en la Txurrusta (o lo que dijeron que pasó). Misterios sin resolver.