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…y Doroteo Ornat regresó a Vidángoz…

Uno de los grandes temas que tengo pendiente tratar, entre otras cosas porque cuesta muchísimo poder avanzar en las historias que lo componen, es el de la emigración desde Vidángoz. Es un fenómeno en el que los destinos principales de los bidankoztarras fueron Argentina y Francia, aunque no fueron los únicos.

En la mayoría de ocasiones suele ser difícil seguir el rastro de estos emigrados, pero hay veces que la suerte se pone de nuestro lado.

Y es así como a mediados de julio de hace tres años recibí un mensaje de María Castillo, de Argentina, que andaba tras la pista de un antepasado suyo llamado Doroteo Ornat Pérez y sus pesquisas le habían terminado llevando a Vidángoz. Quiso la fortuna, además, que Doroteo también apareciera en mi genealogía (era hermano de mi tatarabuelo Alejo Ornat, de casa Ornat), y constara como un cabo suelto. Sabía un poco de su vida hasta los 20 años pero después desaparecía de Vidángoz y ya no sabía más de él. A continuación os pondré en contexto.

Foro del día de la boda entre Doroteo Ornat y Etelvina García, en 1906.

Como en tantas familias de la época, Doroteo, que nació en 1870, era el sexto de los siete hijos de Francisco Pasqual Ornat Pérez [Ornat] y Mª Ygnacia Pérez Artica (de Burgui). Como en la casa nativa se iba a quedar el primogénito, Alejo, los demás había que colocarlos, buscarles una salida cuando llegaran a adultos.

Pues bien, parece que a Doroteo no le dio tiempo a estar a esa tesitura. En 1890 le tocaba entrar en el sorteo para el servicio militar, y en aquel año solo a uno de los quintos de Vidángoz le tocaba ingresar en la caja de recluta. Doroteo no salió elegido, pero quedó digamos que de suplente. Y el agraciado en el sorteo presentó una alegación que fue aceptada, por lo que le tocaba a Doroteo.

Incorporarse a filas en aquel tiempo no era hacer la mili en Belagua o en Aizoáin, su duración era de varios años y los destinos podían ser mucho más lejanos, pudiendo llegar a ser Cuba, Puerto Rico e incluso Filipinas, y tampoco era raro que un soldado no volviera por fallecer tras ser herido o enfermar durante su periodo de servicio.

El caso es que para entonces, para 1890, algunos bidankoztarras ya habían comenzado a emigrar a Argentina, y aquellos cantos de sirena empezaban a seducir a otros, particularmente a los jóvenes que no veían demasiado futuro en su casa por no ser quienes habían de heredar.

Y es así como lo debió de ver Doroteo: si me voy a la mili, pierdo unos buenos años para nada e igual no vuelvo… Así que debió de coger un macuto y desapareció. En casa, por lo que señalaba su hermano Alejo cuando le fueron a buscar, tampoco sabían de su paradero.

Y ahora viene cuando completamos la historia con lo averiguado por su biznieta María Castillo, quien consiguió hablar con uno de los nietos de Doroteo: Tras darse a la fuga para evitar ser reclutado, debió de cruzar la muga con Francia junto con su hermano Juan Toribio con la idea de llegar a algún puerto desde el que embarcar hacia Argentina. Pero como su salida de Vidángoz fue precipitada, seguramente no pudo reunir el dinero necesario para un pasaje, y eso era un problema.

Sea como fuere, parece que consiguió meterse como polizón en un barco carguero, y allí se separó su camino del de su hermano.

Después de eso, la primera noticia que sobre Doroteo en Argentina es el censo de 1895, donde consta como soltero de 25 años y de oficio carrero (persona que distribuía en carro las mercancías que llegaban al puerto de Buenos Aires).

Portada del anuario 2020 de Los vascos en la Argentina

Posteriormente, imaginamos que habría ido cambiando de residencia en función del trabajo que tendría y, en 1906 terminó casándose en la localidad de San José de la Esquina con Mª Etelvina García, hija de unos emigrantes asturianos, unión de la que nacieron siete hijos cuya descendencia ha prolongado la estirpe de Doroteo y Etelvina hasta nuestros días.

Doroteo, tras haber residido en diversas localidades donde nacieron sus  vástagos, terminó instalándose en el pueblo de Elena, donde fallecería en 1938, lamentando las noticias que le llegaban de la guerra civil y sin haber podido volver a pisar su Vidángoz natal, como les ocurrió a tantos otros que marcharon al otro lado del charco en busca de una vida mejor… y tal vez no encontraron la vida que esperaban.

Casi un siglo después de su muerte, y gracias al impulso de su biznieta María Castillo, la historia de Doroteo ha quedado recogida en la actualización de 2020 de la obra Los vascos en la Argentina, publicada por la fundación Juan de Garay, y me ha enviado un ejemplar, de manera que, tarde e inesperadamente, pero Doroteo, por fin, ha vuelto a Vidángoz con la colaboración de dos descendientes de casa Ornat. Onki xin, berriz, Doroteo!

Un prófugo de Vidángoz

He escogido para esta ocasión una noticia del periódico “Eco de Navarra” del 22 de abril de 1913 que decía así:

Eco de Navarra del 22/04/1913

Eco de Navarra del 22/04/1913

En otras palabras, una serie de mozos que habían sido llamados a filas, a la “mili” (bueno, hay que decir que seguramente el destino sería Marruecos) y habían decidido que aquello no era para ellos y, como no tenían otra salida, pues habían hecho caso omiso del llamamiento y, por ello, les declaraban prófugos. Así que, en definitiva, insumisos, pero de hace un siglo.

Se busca un prófugo bidangoztar

Se busca un prófugo bidangoztar

En la noticia en sí no se dan más detalles ni nombres, pero, consultado el citado Boletín Oficial, resulta que de Vidángoz se había declarado prófugo al mozo Elías Calderero Sanz, de casa Calderero, y, paradójicamente, hijo del José Calderero, que llegó a Vidángoz como carabinero y cuyo apellido quedó como nombre de la casa.

Apoyándonos en el testimonio de Alejandra Salvoch Jimeno (Calderero / Elizalde) y consultados los registros de pasajeros llegados a Argentina, al parecer, Elías Calderero, no sabemos si para eludir la llamada a filas, simplemente para buscarse la vida o “reclamado” por su hermano Paulino, que habría emigrado 14 años antes, emigró a Argentina en la primavera de 1912, llegando a Buenos Aires el 2 de mayo de 1912 y constando como su profesión “berger” (pastor; figura así porque embarcó en Burdeos y “berger” es la palabra francesa que designa al pastor). La edad de Elías a su llegada a Buenos Aires (29) no coincide con la que debería tener en aquel momento (19 o 20), pero probablemente se trate solo de un error de transcripción (29 por 19).

Por último, queda la duda de si era “vox populi” que había emigrado o estaba en paradero desconocido, pero el caso es que Elías siguió apareciendo en las matrículas parroquiales hasta 1914.

En resumen, pues eso, que eran otros tiempos, diferentes, o tal vez no tanto…

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