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Azaltegia

El topónimo que nos ocupa esta vez es bien conocido por encontrarse en él las bordas de unas cuantas casas de Vidángoz: Hualderna, Ornat, Kostiol, Landa, Diego, Aristu… Seguramente no será casual este hecho, ya que, como señalaba Crisanto Pasquel Ornat (Paskel) al ser preguntado por el término de Azaltegia (“Erronkari eta Antsoko Toponimiaz”, Juan Karlos López-Mugartza; Euskaltzaindia, 2006), este monte “hay unas cuantas bordas, antes se hacía bastante la vida ahí; era bueno para patata y cereal; era el mejor monte que había en Vidángoz”.

Azaltegia se encuentra en la margen derecha del Biniés (si seguimos el sentido del río), o al Oeste del mismo si lo vemos en el mapa. Para el que no conozca mucho el terreno y para hacerse una idea aproximada, es lo que queda comprendido entre la exclusa (la presa) de Zokoandia, la Pulpitera y Astipunta (que es la siguiente loma que hay si seguimos de la Pulpitera hacia el Norte), todo ese trozo de monte.

Según la definición de Crisanto Pasquel, “al Norte de Azaltegia quedan la Ordanola (Urdainola), por Sur con Lakuna, por Este con el río Biniés y por Oeste con Olaberria y Astipunta”.

Azaltegia en un mapa topográfico

Azaltegia en un mapa topográfico

De este topónimo podemos encontrar referencia bastante antiguas, la primera de las cuales se remonta a 1586 y que, casualidades de la vida, nos da noticias de otro Pasquiel, que seguramente no tenga relación con los actuales, pero quién sabe… El caso es que en 1586, Petri Pasquiel realizó una escritura para formalizar la venta de una finca al vicario de Vidángoz, Juanco Alcat (Juanco entonces era nombre), finca situada “en la pendiente llamada Ceteguiondoa termino del dicho lugar [Vidángoz]. Afronta de la una partte con linar de Domingo Arburu y de la otra con camino que ba Açalteguia y de la otra con linar de Jayme barrena y dela otra con el Rio…”. Como se puede ver en la definición, los nombres de los lugares, a veces, también cambian con el tiempo, a saber a qué le llamaban Cetegiondoa en 1586…

En cuanto al significado, cualquiera que sepa algo de Euskera podría pensar que la etimología de este término tiene que ver con “azal / azala”, que significa la piel, pero también la superficie, y “tegia”, que significa lugar, sitio, y que podríamos unir como “sitio que está pelado”, en el sentido de que se le la piel, la superficie… Pero parece que la cosa no va por ahí, y a continuación va otra explicación, que probablemente se acercará más a su posible significado original.

Y es que la descomposición del nombre para ver de dónde viene es prácticamente la misma, no así su significado. Y es que, en este caso, “azal” vendría a ser una evolución fonética de “azari”, “zorro” en Uskara roncalés). Otros nombres cercanos que siguen esa evolución fonética serían Erronkari >> Roncal, Igari >> Igal o Biotzari >> Bigüezal.

La segunda parte del nombre, “-tegia” tiene dos posibles explicaciones: (t)egia, de ”hegia”, que significa “ladera” o “pendiente” (como en Akerregia), siendo la “t” un elemento que se usa para facilitar la pronunciación, o bien “tegia”, que significa “lugar” o “sitio”. Esta partícula “egi” también tiene que ver con la partícula “eki” de Ekiederra o Ekiminea, que tal vez es más propia del Uskara roncalés y que, tal vez, tenga otros matices en lo relativo a su significado, pero lo explicaremos llegado su día.

Así, probablemente Azaltegia era “la ladera del zorro” o de los zorros. En el monte de Aezkoa podemos encontrar prácticamente el mismo topónimo, como señala Mikel Belasko en su libro “Diccionario etimológico de los nombres de los montes y ríos de Navarra” (Pamiela, 1996), donde se menciona Azalegia, cuyo significado sería el mismo que el de nuestro caso.

Y es que, al fin y al cabo, para dar nombre a los lugares, los primitivos bidangoztarras ¿qué iban a hacer? Pues identificarlos por sus características. Por ejemplo, los árboles que crecen en ese término: Ariztoia (el robledal), el Abetar; Por el tipo de piedra que hay: Txorrotxarria (piedra de afilar), Lejarra (grava); Algún elemento inconfundible que se encuentra en el entorno: San Juan (porque estaba en torno a la ermita), Elizarena (porque es el monte donde está la iglesia); Lo que se cultiva en ese sitio, Tipulerria (el cebollar), etc… etc…

Pero también los animales que abundaban en un lugar podían valer para identificarlo, como es el caso que nos ocupa. Azaltegia era “lo de los zorros”, pero en Vidángoz también tenemos Arzarena (lo del oso), Otsobieta (las loberas), o Eperralorra (el campo de las perdices), por poner unos ejemplos.

Y con esto termina por esta vez la sección de toponimia, que esta vez se ha alargado algo más de lo normal, pero con la que espero haber dado algunas pequeñas pautas acerca de la forma de nombrar los lugares, sus nombres originales y cómo evolucionan e incluso en muchas ocasiones, desaparecen.

Riadas en Vidángoz en el siglo XX

Riadas de mayor o menor tamaño siempre ha habido, periódicamente, pero la memoria es muy volátil y a veces, cuando nos parece que algo que ha ocurrido es lo nunca visto, las hemerotecas (hasta donde llegan) y la documentación en general, se encargan, tozudamente, de recordarnos que, casi siempre, hubo un antecedente.

La riada de 1915, en el Diario de Navarra del 13/06/1915

La riada de 1915, en el Diario de Navarra del 13/06/1915

Con las riadas ocurre exactamente eso y, al menos en cinco ocasiones encontramos referencias a crecidas en el Biniés en la primera mitad del siglo XX.

Hacia el 20 de junio de 1904 comenta Mariano Mendigacha en una de sus cartas a Azkue que la crecida del Biniés debido a una tormenta había llevado muchos de los maderos que estaban preparados para ser vendidos, haciendo la puñeta de muchos de los madereros del pueblo.

El 8 de junio de 1915, un “furioso huracán de agua, piedra y granizo sobre el alto de Estoci y Jabrós” causó otra gran riada que causó la muerte de Manuela Glaría (Aristu). La crónica añade que “los vecinos que vieron iniciarse el torrente dicen que parecía que bajaba una montaña de agua arrastrando maderos, ramas, peñascos, tierra, etc…”. Un tsunami en Vidángoz, vaya. Escalofriante. En esta ocasión la riada derribó incluso una casa, si bien no sabemos cuál y, hasta dónde llego a saber, nadie ha mencionado algo semejante en las entrevistas que realicé.

El 2 de noviembre de 1937, además de la que estaba cayendo, y aunque no conocemos datos precisos de Vidángoz, el Biniés y el Esca andaban desbordados, y se dice que en todo el valle los ríos arrastraron millares de maderos y destrozaron centrales eléctricas, molinos, presas, regadíos e incluso parte del puente de Burgui.

El 20 de julio de 1944 una “aparatosa tormenta de piedra y agua que, a juzgar por sus efectos, no se había conocido cosa semejante” hizo que el Biniés volviera a salirse, arrastrara nuevamente maderos preparados para el transporte y causara daños importantes en los cultivos.

Para terminar, el 27 de mayo de 1956 se produjo otra gran riada, y en esta ocasión, aunque resultaron afectadas, las centrales eléctricas, molinos y presas aguantaron el temporal, si bien los daños en los campos y el sector maderero fueron cuantiosos, Burgui se quedó sin electricidad para una temporada larga y en Roncal se señalaba que era la primera vez que el río inundaba el frontón. En lo que a nuestro dichoso río se refiere, la crónica relata que “El Biniés inundó la vega del Valle de Vidángoz, llegando el río en banda hasta casi cubrir el arco del puente de la carretera de Roncal”.

Pues eso, riadas de ayer y hoy. Se han expuesto cinco ejemplos que he encontrado, pero seguro que ha habido más riadas de diversa consideración.

Las cartas de Mariano Mendigatxa (IV)

En la carta del 28 de septiembre de 1903 Mariano Mendigacha (Mendigatxa) expone los cultivos que se daban en Vidángoz: trigo (gari), avena (olo), hordio/cebada (garagar), gerón/yero (xeuri) y veza (zalge). A decir verdad, el cuarto de ellos yo no sabía ni que existía, y no sé si los más mayores recordarán si se sembraba mucho o poco gerón/yero.

Por otra parte, y en lo que respecta al tiempo, menciona que el 14 de septiembre nevó casi hasta el pueblo. Parece que algo ha cambiado el clima desde entonces…

Trigo, el cereal más cultivado en Vidángoz

Trigo, el cereal más cultivado en Vidángoz

A continuación, algo más sobre su vida personal: dice que pocos días antes se murió “el amigo más grande que he tenido en vida”, que aunque estaba sano, estuvo tres días en cama y al cuarto murió. Consultando el archivo parroquial no encontramos el nombre del amigo de Mariano, ya que no hay una anotación en los difuntos desde el 12 de agosto hasta el final del año, y el difunto de esa fecha no encaja en la descripción que Mariano Mendigacha hace de él.

Para terminar con esta carta, Mariano menciona otras fiestas que ya no sé celebran. Señala que la mencionada fiesta se costea mediante un estipendio que se cobra los días 28 y 29 de septiembre, en los que se celebran en la iglesia grandes funciones por los difuntos, y los dos días siguientes, el 30 de septiembre y 1 de octubre, “los vivos hacemos gran gasto y viene mucha gente de fuera a esta fiesta”. Vamos, que parece que en aquel tiempo cualquier excusa era buena para unos días de fiesta.

El solfeo se le resistía al sobrino de Mariano Mendigacha

El solfeo se le resistía al sobrino de Mariano Mendigacha

Con respecto a la siguiente carta, poca sustancia hay en lo relativo a la vida de Vidángoz en general y de Mariano en particular. Mariano vuelve a hacer referencia a la educación, que debía de ser tema que le preocupaba. Por un lado, se ve que Azkue debió mediar para que el organista volviera a enseñar solfeo al nieto de Mendigacha (recordemos que en el nº 1 de Bidankozarte se señalaba que podía tratarse de Eleuterio o de Norberto Mainz Mendigacha (Mendigatxa)).

Siguiendo con lo educativo, señala que ha venido maestro nuevo y que parece que éste (se refiere a Timoteo Maté Palacios) tiene más empeño en enseñar, si bien muestra sus reservas… Y, nuevamente, el maestro no durará más de un curso en Vidángoz.

Posteriormente responde a Azkue sobre su intención de pasar un mes en Vidángoz durante el verano de 1904, para hablar todo el día en vascuence con Mariano y tres o cuatro amigos.

Mariano, hombre previsor, le avisa que podría llegar por carretera hasta Güesa o Roncal, pero que ya se encargaría él de enviarle allí un mulo con un cuidador. Le pide además que, en caso de optar por hospedarse en casa Mendigatxa, le avise con antelación para preparar el “gobierno de la casa”.

Preparando leña para el invierno

Preparando leña para el invierno

En cuanto a escuchar el Uskara, le indica que, de hospedarse en su casa, en casa Mendigatxa, su hija – Ramona Inés Mendigacha Pérez (Mendigatxa) – y él mismo lo hablarán mutuamente. Y añade que se lo comentará a la gente de edad que le pide Azkue, aunque opina que, lo que no saque de él o de su hija, difícilmente lo sacará de otros. Recuerda que él mismo tiene muchas veces que hacer el esfuerzo de echar el pensamiento atrás para recordar cómo se decían algunas palabras, y que por eso le cuesta escribir cada carta.

Para terminar, y volviendo al día a día, indica que, a 29 de octubre, los hombres andan metiendo leña y teas en las casas para el invierno y que, después todos (él se incluye) se meterán con los trabajos de la madera para todo el invierno.

Termina esta carta de octubre que, junto con la de septiembre, nos ha dejado unas cuantas pinceladas de aquel Vidángoz de 1903.

Inauguración de la nueva Casa Consistorial-Escuela (1912)

En el primer número de Bidankozarte hablábamos en esta sección del inicio de la construcción de la nueva Casa Consistorial – Escuela y, como en aquella ocasión se señalaba y ahora recordamos, en junio de 1912 se producía la inauguración, de la que ahora se cumplen 100 años.

En la noticia relativa al final de las obras se hace referencia a la situación del edificio (“junto a la espaciosa plaza y juego de pelota”), denominando de esa curiosa forma al frontón.

La Escuela/Casa Consistorial, antes de su última reforma de 2013

La Escuela/Casa Consistorial, antes de su última reforma de 2013

Además del estreno como escuela con los exámenes finales de aquel 1912, con presencia de la maestra Mamesa Zurita y numerosos asistentes, se felicita al Ayuntamiento por la obra. No menos curiosa es la mención que se hace a las condiciones higiénicas del edificio, tal vez contraponiéndola con la anterior escuela…

También se menciona el ingeniero encargado de dirigir los trabajos Miguel Berasaluce y su delegado en lo referente a esta obra, Lorenzo Sarriés, de Roncal. Por último, se enumeran los contratistas que llevaron a cabo la obra, tres salacencos (“A Salazar vendrás…”) y un bidangoztarra, Fermín Pérez Artieda (Paxapan/Txestas).

100 años después el edificio sigue en pie y, aunque necesitado de una reforma, el edificio ha cumplido con las funciones para las que fue construido y por él ha pasado gran parte del devenir de Vidángoz a lo largo de este último siglo, ya que en él han estudiado prácticamente todos los bidangoztarras vivos (salvo los más jóvenes, que ya pasaron a Roncal) y en él también se han tomado las decisiones relativas a Vidángoz como pueblo.

Será difícil que vea 100 años como los que le ha tocado vivir, pero bueno, “cosas más raras se han visto”. En cualquier caso, feliz centenario (y que cumpla muchos más).

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