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Arain

En esta ocasión nos alejamos un poco del pueblo para tratar el topónimo Arain.

Arain es un término que, si lo miramos en un mapa o en una foto aérea orientada al Norte, sería parejo a Zeleia, pero al otro lado del río Biniés. Limita con los términos de Bordería y Arzarena por el Norte, con Astrandía por el Sur, Araingibelea por el Este y Barrazaltua e Ibarrandía por el Oeste.

Cima de Arain desde la borda de Xapatero (www.mendikat.com)

Cima de Arain desde la borda de Xapatero (www.mendikat.com)

Por lo que respecta a su topografía, a su aspecto físico, también es similar a Zeleia, ya que se encuentra en pendiente aunque no parece demasiado apto para el cultivo. En ese sentido, y como veremos posteriormente al estudiar el origen y el significado del topónimo, también tiene cierta similitud con Zeleia.

Arain es atravesado por un camino que llega hasta la borda de Xapatero y desde la que podemos dirigirnos bien a Santa Bárbara o bien hacia Vidángoz dirigiéndonos al Sur hacia la Intxesa. En la margen izquierda del citado camino según subimos hacia la mencionada borda, y tras haber divisado la borda de Calderero aunque sin pasar por ella, podemos encontrar la cabaña de Kostiol, casa que hemos tratado en la sección de oiconimia de este número. De todas las bordas o cabaña señaladas solo quedan las paredes, mejor o peor conservadas según el caso.

En cuanto a la etimología del topónimo, Arain, Mikel Belasko señala en su Diccionario etimológico de los nombres de los montes y ríos de Navarra (Pamiela, 2000) que lo lógico sería vincularlo con la raíz euskérika haran, que significa ‘valle’ y pensar que el habla de Vidángoz hubiera hecho evolucionar el nombre hasta Arain. El problema es que la topografía del lugar no acaba que concordar del todo con ese nombre, aunque también es cierto que Zeleia tampoco tenía pinta de ser un término muy propicio para campo, pese a que su nombre signifique literalmente eso.

La Intxesa (o Ilintxesa), relacionada tal vez con el topónimo Arain (www.mendikat.com)

La Intxesa (o Ilintxesa), relacionada tal vez con el topónimo Arain (www.mendikat.com)

Tal vez haya ocurrido, como tantas veces ocurre con la toponimia, que el nombre que inicialmente servía para denominar a un lugar muy concreto, posteriormente ha pasado a nombrar un término de mayor extensión. Compatible con esta tesis sería el interpretar Arain como compuesto de las partículas ar + gain (“el alto de la piedra”, “el alto de la roca”), en referencia a la Intxesa (Ilintxesa en la toponimia oficial), y que habría perdido la “g” con el uso.

Para terminar, señalar que hay otro topónimo relacionado con Arain denominado Araingibelea y que está junto a él. La razón es que Arain + gibelea no quiere decir otra cosa que “detrás de Arain”. De manera análoga, y ya que no lo cité en su momento, Zelaigibelea (o Zerigiblea) significa “detrás de Zeleia”.

Casa Montxonena

Volvemos al barrio de Iriburua para adentrarnos en una calle que parece maldita, ya que, por diversos motivos, sus casas se fueron cerrando y fue la primera de Vidángoz en quedar vacía en torno al año 1950. Su propio nombre tampoco invita a pensar nada bueno (calle Salsipuedes), aunque realmente solo hace referencia a la propia disposición que tenía antiguamente la calle, a la que se entraba desde la calle Mayor pero que no tenía salida porque en el otro extremo estaba el río Biniés.

Pero centrémonos en la casa que nos ocupa en esta ocasión: casa Montxonena. La casa se “cerró” en 1950. Bueno, para ser exactos, dejó de usarse como vivienda, pero, tras pasar por varias manos, fue adquirida por su actual propietaria, la familia Lengorna, que en un tiempo la usó como establo de vacas y como almacén de materiales y, recientemente, rehabilitó.

Aspecto actual de casa Montxonena.

Aspecto actual de casa Montxonena.

¿Y por qué quedó vacía en 1950? Pues porque la familia que en ella vivía, el matrimonio formado por Valentín Mainz (Montxonena) y Margarita Sanz (Ornat), con sus tres hijos y el abuelo Ángel, decidió emigrar a Argentina, donde tenían parientes de la propia casa Montxonena.

Realmente, la historia reciente de casa Montxonena está fuertemente marcada por la emigración a Argentina. Hemos visto que el último de la casa en emigrar había sido Valentín Mainz Fuertes, pero prácticamente todos sus hermanos mayores (Valentín era el menor) le habían precedido en el camino a Argentina: Ángela hacia 1941, Basilisa hacia 1925, Donato hacia 1924 y Mauricio hacia 1920.

No podemos asegurar si en la generación anterior había emigrado alguno, pero dos tíos de Valentín Mainz Fuertes, Domingo Venancio y Modesto Fernando Mainz Aroza, bien pudieron haber emigrado, porque dejan de aparecer en las matrículas parroquiales el primero en 1894, cuando contaba 29 años de edad, y el segundo en 1903, con 27 años. No consta que ninguno de los dos se casara ni muriera en Vidángoz, y teniendo en cuenta la época en la que abandonaron el pueblo, su edad y que varios bidangoztarras ya habían probado fortuna en Argentina, bien podría ser que ellos también emigraran y fueran el germen para la salida de Vidángoz de la siguiente generación de “Montxonenas”.

Hasta aquí lo que respecta a la historia reciente de la casa. En cuanto a su nombre, ¿qué podemos decir? Montxonena en su día sería Montzonena y anteriormente, tal vez, Monxonena y Monzonena. En resumen, Monzón + -ena, esto es, “la [casa] de Monzón”. Pero las últimas generaciones de la casa han llevado por apellido Mainz y antes de eso, a saber, por lo que, ¿cuándo hubo algún Monzón en esta casa?

Como hemos dicho el último heredero directo de la casa llevaba los apellidos Mainz Fuertes, siendo de casa Montxonena su padre, Ángel Mainz Aroza. En la anterior generación cambia la cosa, puesto que la natural de la casa era la madre de Ángel, Juana Teresa Aroza Mendigacha. El padre de ésta era el nativo de la casa, Pedro Miguel Aroza Gárate, nacido en 1808. Llevamos 200 años atrás y, de momento, ni rastro del Monzón. Volvemos a coger aliento y seguimos.

La cabeza del rey moro, en la piedra principal del arco de casa Montxonena.

La cabeza del rey moro, en la piedra principal del arco de casa Montxonena.

Entramos ahora en un periodo en el que la casa se heredó 3 veces por una hija, luego cambió el apellido principal de la casa en esas 3 ocasiones. La madre de Pedro Miguel Aroza Gárate era Juana Pascuala Gárate Baynes, hija a su vez de Clara Lorenza Baynes Monzón y nieta de María Josefa Monzón Urzainqui. Ya ha aparecido el dichoso Monzón, pero, seguramente el nombre no se debería a María Josefa sino a su padre, Miguel Monzón, que no sabemos (porque de 1701 hacia atrás ya no tenemos registros) si era el primer Monzón de Vidángoz o era alguna generación anterior la que había llegado a nuestro pueblo.

Un apunte interesante sobre casa Montxonena: La piedra que remata el arco de la puerta (en la imagen que acompaña al artículo) tiene grabada la cabeza del rey moro, emblema del valle de Roncal, pero que en el caso de Vidángoz pasa por ser la única (además de casa Ferniando) en la que este símbolo aparece representado.

Un último apunte: uno de los últimos nativos de esta casa, Mauricio Mainz Sanz, es actualmente Vicecónsul Honorario de España en Argentina, y una gran imagen de su Vidángoz natal preside su despacho en San Nicolás de los Arroyos.

Zeleia

El topónimo que trataremos hace referencia a un paraje situado 2 km al Norte del pueblo y es bastante conocido: Zeleia.

Imagen aérea de Zeleia y los términos cercanos.

Imagen aérea de Zeleia y los términos cercanos.

La mayor parte del término Zeleia queda al oeste (subiendo, a la izquierda) del carretil de Ekiminea o de Uztárroz, y limita con los siguientes parajes: Norte con Bizkaia; Sur con Asagarbia e Ibarrandia; Este con Barrenzaltua (Barrazaltua) y Arain; y Oeste con Zelaigibelea.

La etimología de este topónimo no deja lugar a dudas, y Zeleia no es otra cosa que una variante de “zelaia”, que en euskera significa “campo” o “terreno llano”. En este caso, la acepción más apropiada parece la primera, ya que en el término municipal de Vidángoz hablar de “llanos” es difícil.

Como detalle reseñable sobre este término, y en el punto donde llega al río, Crisanto Pasquel (Paskel) señalaba que en Zeleia había un atadero de almadías, uno de esos lugares donde se “ensamblaban” las almadías que bajaban por el Biniés.

Atablanda

Vamos en esta ocasión con otro topónimo que denomina un lugar cercano a Vidángoz: Atablanda.

Como Atablanda se designa a los campos que se encuentran a la izquierda de la carretera (si vamos de Vidángoz a Burgui) desde debajo de la peña (Pitxorronga) hasta el barranco de Bilasko, término por el que discurría el último tramo del Camino Real antes de llegar a Vidángoz procedente de Burgui. De hecho, la zona de debajo de la Peña se denomina Atabea, topónimo que, como veremos está relacionado de lleno con Atablanda.

Y es que el nombre Atablanda procede de la unión de 3 partículas euskéricas: Ata– (ate = “puerta, portillo, paso estrecho”) + –be– (“debajo de”) + –landa (“campo, tierra de labor”). Así, Atablanda vendría a denominar a “las landas, los campos de la Atabea”, esto es, “los campos de debajo del portillo/paso estrecho”, y a la vista está que, aún hoy en día, eso es. En cuanto al portillo o al paso estrecho al que hace referencia, tal vez sea el propio paso entre la Pechera y la Pitxorronga, por donde el Camino Real entraba a Vidángoz.

En cuanto a la documentación, la primera noticia escrita que recoge el término Atablanda está datada en 1652, en un documento notarial donde se hipotecan diversos bienes, entre ellos “otra eredad llamada en Atablanda de sembradura de quatro robadas, afrontada con huertas de Don Pedro Aysa y por la otra parte con rio Viñes, y camino que pasa a Bilasco”.

Casa Txantxolit / Casero

Llegamos por tercera vez en este recorrido por los nombres de las casas de Vidángoz al barrio de Iribarnea. Y en este caso toca una casa curiosa por cuanto es conocida indistintamente por sus dos nombres, Txantxolit y Casero, y además da nombre al puente sobre el río Biniés que está al lado de la casa, el puente de Casero (pero al que, curiosamente, no se denomina ni puente Txantxolit ni puente Hualderna, aunque tendría el mismo derecho).

Al igual que en la casa que tratábamos en el número anterior, casa Monxon, tiene diversas idas y venidas en lo que a transmisión se refiere, siendo algo difícil seguir el rastro de la propiedad de la casa. Y es que no es una casa que se haya transmitido de padres a hijos en todas las últimas generaciones, sino que ha habido diversas alteraciones en ese sentido.

Foto antigua de la Calle Tejería, donde se encuentra casa Txantxolit.

Foto antigua de la Calle Tejería, donde se encuentra casa Txantxolit.

En ese sentido, el nombre de casa Casero ya nos da una idea de lo que en algún momento fue la casa, ya que, seguramente hará referencia a que en algún momento, en ella, vivía alguien “por casero”, esto es, alquilado (tal vez toda la casa, o tal vez parte de ella). Luego veremos a quién puede hacer referencia.

En cuanto al otro nombre de la casa, Txantxolit, se antoja prácticamente imposible averiguar a cuál de sus habitantes hacía referencia lo que parece ser un apodo. Alguna persona mayor de Vidángoz señalaba que podía tener relación con la palabra “chancho”, que significa cerdo, pero esta palabra y tiene origen argentino, con lo cual no parece que sea compatible con el nombre más o menos antiguo de una casa de Vidángoz.

Pero una vez consultado el «Diccionario Vasco-Español-Francés» (Azkue, 1905), se despejan las dudas acerca del significado de este nombre de casa. Para la elaboración de aquel diccionario Resurrección Mª Azkue colaboró activamente nuestro paisano Mariano Mendigacha [Mendigatxa] aportando las palabras correspondientes al dialecto roncalés tal y como se hablaba en Vidángoz, en nuestro pueblo se denomina «txantxulit» al «hombrecillo de cascos ligeros«. O sea que viene a ser lo que en Ochagavía (“Vocabulario Navarro”, J. M. Iribarren) o en Burgui llaman “txantxulín”, que se usa para designar despectivamente a “una persona simple, de poco fundamento”.

Sea como fuere, haré un repaso sobre el devenir de la casa que, como ya he señalado, ha cambiado mucho de manos. Empezando por los dueños actuales, los hermanos Sanz Iriarte, el que era natural de la casa era su padre Perfecto Sanz Fuertes, algo por todos conocido.

Perfecto era el primogénito del matrimonio formado por Guillermo Tomás Sanz Calvo (Kurllo) y Vicenta Fuertes Maisterra (vivió en varias casas), que se estableció en casa Txantxolit al casarse en 1909. Entonces, ¿no era ninguno de casa Txantxolit? Pues estrictamente, no. ¿Cómo llegaron entonces a la casa? Pues porque la madrastra de Guillermo (la esposa en terceras nupcias de su padre, de Antonio Sanz Gárate (Kurllo)), Petra Fuertes Hualde (Txantxolit), para quien el padre de Guillermo era su segundo marido, era natural y dueña de casa Txantxolit.

El caso es que Guillermo, su padre y sus hermanos, eran naturales de casa Kurllo, y allí vivieron con la excepción del año 1897, en que, recién casados Antonio Sanz Gárate y Petra Fuertes Hualde bajaron a casa Txantxolit a vivir, pero al año siguiente volvieron a casa Kurllo.

Aspecto actual de Casa Txantxolit / Casero

Aspecto actual de Casa Txantxolit / Casero

Y entre 1898 y 1909, ¿qué fue de la casa? Pues entre 1898 y 1902 la casa estuvo vacía, y entre 1903 y 1909 vivió en ella una pareja, tal vez “de caseros” (y aquí podría tener origen el nombre de casa Casero), formada por Román Hualde Salvoch (Pelaire) y Sotera Fuertes Maisterra (Fuertes), y que no tuvieron descendencia. Cabe señalar que la mujer de esta pareja tiene los mismos apellidos que la esposa de Guillermo Sanz Calvo, pero es su tía y no su hermana.

Volvemos ahora al hilo de Petra Fuertes Hualde. Petra fue la hermana que heredó la casa, y se casó en 1869 con Ángel Antonio Sanz Navarro (Mailusa), pareja que no tuvo descendencia y durante cuya estancia en la casa fueron pasando primero parientes de casa Mailusa y posteriormente de casa Fuertes a modo de herederos. De hecho llegó a vivir en la casa un matrimonio que tuvo hijos en ella conviviendo con Petra y su marido, pero que finalmente salieron de la casa. Así, volvieron a quedar Petra y su marido solos, hasta que éste murió en 1895 y Petra volvió a casarse en 1897.

En cuanto a Petra, era la pequeña de 4 hermanos, hijos de Pedro Francisco Fuertes Eseverri (Fuertes) y Sevastiana Hualde Barrena (Landarna). Ni Petra, ni ninguno de sus 3 hermanos, ni sus padres nacieron en casa Txantxolit. Otra vez nadie de la casa. ¿Y estos cómo llegaron? Pues los anteriores propietarios de la casa eran una pareja casada en 1853, formada por Francisco Mª Larrañeta Bertol y Dolorosa (o Dolores) Mainz Urzainqui (Txantxolit), que tuvieron la desgracia de fallecer ambos en la epidemia de cólera de 1855, sin dejar descendencia y no quedando nadie de la familia en casa, ya que los padres de ella ya habían muerto y el resto de hermanos ya estaban casados a otras casas o muertos.

Sebastiana Hualde Barrena era prima carnal del padre de Dolorosa Mainz Urzainqui, de Ángel Mainz Hualde y, seguramente, no habiendo otro pariente más cercano que reclamara la casa, pues allí habrían ido Sebastiana, su marido y sus hijos.

De ahí hacia atrás, parece que la transmisión de la casa fue más “normal”, de padres a hijos.

En cualquier caso, seguimos sin conocer a quién se refiere el apodo “Txantxolit”, pero, por lo menos, ya hemos conocido con cierta profundidad las no pocas manos por las que ha pasado casa Txantxolit o casa Casero.

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