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Don Crisanto Pasquel, el bidangoztar

El texto que podéis leer a continuación está escrito por Juankar López-Mugartza, profesor de filología vasca en la Universidad Pública de Navarra y cuya tesis doctoral trató sobre la toponimia de los valles de Roncal y Ansó (Erronkari eta Ansoko toponimiaz, Euskaltzaindia, 2008). En la realización de aquella tesis contó en Vidángoz con la ayuda de Crisanto Pasquel, de quien guarda un grato recuerdo. Le solicité unas líneas en su memoria y esto es lo que le dedicó:

Un lunes, 27 de marzo de 1995, llegué a Vidángoz. Acababa de comenzar la primavera, o así decía el calendario, pero aún reinaba el frío del invierno; sin embargo, era un día hermoso, soleado, un día brillante, de esos que son deliciosos para pasear y perderse en las calles. Y así me ocurrió a mí, que me perdí por las calles de Vidángoz sin poder encontrar la puerta de casa Paskel.

Y entonces allí vi al hombre, que estaba en su portal, tardado, esperándome. Le pedí disculpas, había llegado a tiempo al pueblo pero luego estuve dando vueltas durante un tiempo y de ahí el retraso.

Se llamaba Crisanto Pasquel Ornat. Me recibió muy bien en su casa; tomamos una copa de pacharán y empezamos a hablar, y así fue el primero de muchos otros días de investigación. Como él me dijo, había trabajado mucho, almadiero, leñador, catastrista… “He trabajado todo lo que está relacionado con la madera: el hacha, hacer leña en el monte, sacarla de todas las maneras que se empleaban: con mulas, algo con el tractor últimamente, con la motosierra… Conozco hasta el último rincón del Roncal, he estado en Garde 16 años, desde que tenía 12 en Urzainqui hasta la guerra, es decir, hasta que cumplí 18 años…“.

Me dijo que en Vidángoz hasta hace poco se hablaba en euskera, que había conocido a mucha gente que sabían euskera, aunque hoy en día todos se habían ido de este mundo. Pero sí, en la toponimia aún estaba viva la huella del euskera. Y me comentó que en el lugar llamado Astuamendi hubo burros en otro tiempo y que Atablanda no era un lugar blando, no era “blanda”, sino Atabe landa, es decir, “la tierra/el campo debajo de la atea (puerta)”, porque la puerta del pueblo está abajo. Los que sabían euskera sabían bien lo que significaban esos nombres.

Crisanto sabía también mucho de la vida de los almadieros. Aquí se hacían almadías estrechas, porque en el río de Vidángoz no se podían cargar apenas 3,50 o 3,80 metros, es decir, cuando decimos aquí cargar estamos hablando de la anchura de la almadía, no del peso que puede soportar. Luego, en el río grande (el Eska) sí se podían cargar entre 4,20 o 4,50 metros, podía ser demasiado, sí, pero cargar, cargábamos, aunque el nuestro era un río muy estrecho y malo.

Mucha madera se bajaba del monte de Uztárroz, del monte de Esparza, y, fíjese, desde allí la traían a unir en el atadero. A la Foz de Arbaiun le tenían un miedo tremendo, pero nosotros no. Por esa borda que tenemos en Armuskoa bajábamos la madera a enganchar a Igal. La madera se barranqueaba, es decir, tirabas la madera al río (barranco) y barranqueabas bajando hasta Igal y allí mismo, en Igal, la atabas y de allí a Arbaiun. Desde aquí, mi padre, el tío Felipe de Hualderna, el tío Juan de Sacristán, y algunos pocos más serían los bidankoztarras que bajaban de Arbaiun, pues la mayoría de la gente bajaba del otro lado: había un camino que llamaban el Camino de la Cuesta, y se aprovechaba. ¡Mira qué vida… la del “almadeo”…!

Para cuando se traía la madera aquí… si había nieve, se aprovechaba el hielo y la nieve porque la madera resbalaba bien; pero no habiéndola, nos quedábamos en las bordas con las mulas y si salía un día en que podíamos trabajar, entre otras cosas cortando verguizo y haciendo barrenos, juegos, trancas y remos… lo mismo si llovía que si echaba tormenta, o cualquier cosa… ¡no podías estar quieto!

Hombre humilde y sabio era Crisanto. Lleno de fuerza. Aprendí de él la importancia del trabajo bien hecho.

Juankar López-Mugartza

Estudios de toponimia

Portada del cuaderno de Toponimia y Cartografía de Navarra (Gobierno de Navarra, 1993) correspondiente al valle de Roncal

En la última década del siglo XX se realizó un gran trabajo en Navarra por la recopilación, documentación y cartografiado de la toponimia, bajo la dirección de José Mª Jimeno Jurío. Con los materiales resultantes de ese trabajo, el Gobierno de Navarra publicó en 1993 la serie de libros titulados Toponimia y cartografía de Navarra. En el dedicado al valle de Roncal hay una sección dedicada a Vidángoz en la constan como informantes Crisanto, Luci y Tomás, padres e hijo de casa Paskel.

Poco después, en 1995, empezó a recabar datos sobre Vidángoz para su tesis sobre la toponimia roncalesa y ansotana Juankar López-Mugartza, quien encontró en Crisanto un gran colaborador. Un resumen de su tesis fue publicado como libro por Euskaltzaindia en 2008 bajo el título Erronkari eta Ansoko toponimiaz. Este trabajo, además de completar el anterior en algunos sentidos, tiene de interesante que en una de sus secciones recoge los comentarios que sus informantes daban sobre los topónimos  sobre los que trataban: el significado de los nombres, referencias sobre su ubicación, comentarios etnográficos, anécdotas… Un capítulo muy enriquecedor del que la única pena que nos puede quedar es que no haya más testimonios como este del abuelo de Paskel.

La toponimia, pues, otro campo en el que el legado de Crisanto es impagable.

Reminiscencias del uskara

Aunque nos puede parecer que el uskara desapareció de Vidángoz hace mucho tiempo, tanto como para que no quedara apenas rastro de él en la cultura popular, a veces aparecen testimonios como éstos de Crisanto o aquel villancico que cantaba Alejandra Salvoch [Calderero / Elizalde], escuchados a sus abuelas, que indican que aquello no está tan lejano en el tiempo.

Sirvan de muestra estas estrofas, que en su día recogió oportunamente su nieto Mikel Bezunartea Pasquel [Paskel / Bomba]. Tras el texto de las mismas, una pequeña explicación que daba el propio Crisanto al significado de las coplas.

Txintxiri mintxiri

koirkoro beltz

txorian pikuan

San Miguel

errotara pipitara

perrebia perrekara

[Lo que no come el pájaro, después va al molino].

Ene emaztia plazan danza

eperralor gizaserik

eta ni zokon te zokoan

sudu muturrak errerik

[Mi mujer está en la plaza harta de perdiz y yo aquí con el morro quemado en la cocina].

Alégrate Pitxin,

Atanasio bordaltan duk…

Uztarrozeko neskato

guapa batekin.

[Esto es parte de un cuento donde una chica le decía a su burro que Atanasio se casaba con una chica guapa de Uztarróz (poniendo el acento en la o)].

Crisanto, y su esposa Luci en segundo plano, en la foto que acompañaba a la entrevista del Diario de Navarra sobre los maquis (29/04/2001)

Klax kitin klaxk (Ate joka. Zeruan)

– Nor zitetor?

– Atta Mattin. Badago kebe Otsagabiko animarik?

– Ez tuzu batre.

Eta fan bedik purgatorioara.

Klax kitin klax (Ate joka. Purgatorioan)

– Nor zitetor?

– Atta Mattin. Badago kebe Otsagabiko arimarik?

– Ez tuzu batre.

– O! Otsagabiko animarik! Guziak kondenatrik, keta infernuan kalkatrik!

[Llaman a las puertas del cielo y es el padre Martín, que pregunta si hay allí algún alma de Ochagavía, y le contestan que no, y que vaya y pregunte en el purgatorio. Llama el padre Martín a las puertas del purgatorio y pregunta a ver si hay allí algún alma de Ochagavía y le contestan que ninguna. ¡Oh, almas de Ochagavía. Todas condenadas y metidas en el infierno!].

Aurra!

Zapartaten allaz binkuan!

Zaparta bazin deik!

[Se les decía a los niños, para que se quitaran de en medio].

Arre, arre manddoko

biar Urruñarako

konti zer ekarriko

xapato ta gerriko

[Versión roncalesa de una canción infantil vasca muy popular].

Martin Bixent Larranbe

noble de pertsona

poltsa handi, diru gutti,

eta borondade ona.

[Martín Bixent Larrambe, padre del tatarabuelo de Crisanto, debía de tener fama de justo, de hombre de buena voluntad, y por eso ejercía de hombre bueno, de mediador, en algunos pleitos que surgían en el pueblo… hombre de poco dinero, pero de buena voluntad].

Son solo unas pocas frases en uskara, pero que para nosotros como bidankoztarras tienen un gran valor.

Labor etnográfica

Crisanto también tuvo una vertiente etnográfica. Por un lado, participó junto con seis burguiarres en la construcción y descenso de una almadía que se realizó en 1991 con motivo de la grabación de un vídeo que sería proyectado en la Expo ’92 de Sevilla, donde también se expondría la propia almadía. De aquella ocasión es la imagen que se puede ver al pie de este artículo y que sirvió en su día para carteles turísticos de Navarra.

Tres años antes, en 1988, también había participado junto con una treintena de veteranos almadieros roncaleses en el II encuentro internacional de raiers en Lleida.

Y un año después de la recreación de aquella almadía, en abril de 1992, fue uno de los veteranos almadieros que empezó a enseñar a las nuevas generaciones a fabricar almadías, en lo que sería el germen del Día de la almadía de Burgui, que aquel año celebró su primera edición. Crisanto participó en el descenso en almadía de al menos las tres primeras ediciones y en 2001 se le homenajeó con la Almadía de oro.

Pero no solo de su vida como maderista dio testimonio Crisanto: también aportó sus recuerdos sobre el paso de los maquis por Vidángoz en 1944 al hilo de la grabación de la película Silencio roto (Montxo Armendáriz, 2001), y ayudó con su testimonio en la investigación que se hizo sobre los carnavales en el valle de Roncal, entre otros temas.

En el campo de la etnografía, pues, también hizo Crisanto su aportación.

Cartel de una campaña de turismo de Navarra de los años 90, donde se ve a Crisanto (con el espaldero blanco) en el segundo tramo de la almadía

Investigando la oiconimia

Hace once años y medio que empecé a entrevistar a la gente mayor de Vidángoz con objeto de estudiar la oiconimia (los nombres de las casas) de  nuestro pueblo.

La segunda de aquellas entrevistas fue con Crisanto Pasquel, a quien tenía por alguien cercano, accesible, en parte por ser el abuelo de mi amigo Mikel. Desafortunadamente, para entonces su salud ya no era buena y cuando lo entrevisté tenía un día regular, pero con la ayuda de Luci el encuentro fue bastante fructífero. Casualmente, y como me ocurriría con algun@s otr@s de los mayores de Vidángoz que entrevisté, poco tiempo después de estar con él, falleció, como si tras aquella conversación ya hubiera cumplido con su cometido.

Crisanto en una grabación realizada en su casa en torno al año 2000

Como decía, Crisanto murió menos de dos meses después, justo la víspera de la primera reunión sobre el estudio de la oiconimia en el Pirineo navarro, estudio que coordinaba Juankar López-Mugartza, quien tuvo en Crisanto un estrecho colaborador en la realización de su tesis doctoral sobre la toponimia roncalesa  y cuyo recuerdo sobre el abuelo de Paskel podéis leer en la página 3 de este boletín.

Crisanto fue una de las fuentes más importantes que tuve en el estudio de la oiconimia, aportándome algunos nombres que prácticamente ningún otro mayor de Vidángoz recordaba o pudo decirme. Algunos de ellos, como casa Kanttero (casa hoy desaparecida que quienes conocieron denominaban casa Meltxor o casa vieja de Pelairea y que hoy es un huerto pegante a casa Montxonena), casa Orduna (nombre antiguo de casa Landa) o casa Murri (nombre que anteriormente recibía la también desaparecida casa Garín o casa Montes, junto a casa Xoko), solo los oí de él y de alguna otra persona mayor como Valentina Landa [Arriola / Landarna / Llabari] que contribuyeron a confirmar dichas denominaciones.

En otros casos, como casa Loperna (lo citaba Crisanto como uno de los nombres antiguos de casa Diego), casa Rotxena (según él, nombre antiguo de casa Garro) o casa Garatea (nombre que tendría antiguamente casa Remendia, antes llamada casa Matías), no hubo quien confirmara dichos nombres.

Sea como fuere, queda claro Crisanto fue de gran ayuda en este estudio sobre los nombres de las casas de Vidángoz.

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