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La última reforma del órgano

Los más mayores aún recordarán cómo era el órgano originalmente, algo diferente a como lo podemos observar en la actualidad.

El órgano de Isaba todavía mantiene los tubos horizontales que le amputaron al de Vidángoz.

Y es que había un aspecto del mismo que hoy en día nos llamaría poderosamente la atención: unos tubos salían del órgano en dirección horizontal por encima de donde se sienta el organista, característica ésta que todavía se puede observar en muchos de los órganos que se conservan en otras iglesias de nuestro entorno, como por ejemplo en la de Isaba, como se muestra en la foto.

En este sentido, es curioso lo que me comentaban un día en casa La Santa: cuando tocaba pintar el techo de la iglesia, los dichosos tubos horizontales les debían de plantear problemas a la hora que montar el andamiaje.

Bueno, entonces, ¿cuándo y por qué razón desaparecieron esos tubos horizontales?

Pues la respuesta nos remite al otoño de 1947, cuando parece ser que el órgano se encontraba necesitado de un repaso urgente. Bueno, es de suponer que sería un tema que vendría de lejos, pero eran años de posguerra y habría otras prioridades.

En el año 1946, sin ir más lejos, ya se había hecho frente a la reparación del teclado, algunas de cuyas teclas fallaban. Para ello, y tras haber consultado a varias empresas organeras, se había encargado la reparación a Amezua y Compañía, empresa con sede en San Sebastián y fábrica en Hernani, y que, curiosamente, serían los descendientes de quien había construido el órgano originalmente, Diego de Amezua.

Se ve que el secretario, Cesáreo Sanz [La Santa / Secretario], quedó contento con el servicio y la atención prestados y un año después volvió a contactar con Amezua y Compañía para ‘darle un repaso al órgano’, literalmente. La empresa guipuzcoana se encontraba en aquellas fechas atareada con otros encargos (varios órganos para catedrales de diferentes provincias españolas, así como diversos arreglos),  y, no queriendo engañar al secretario, le indicaron que, de querer encargarles aquel trabajo, tendrían que esperar algún tiempo.

Organería Española, la empresa que perpetró la última reforma del órgano de Vidángoz

Vista esta respuesta, parece ser que Don Cesáreo esperó un poco de tiempo y, al no llegar los guipuzcoanos en tres meses, optó por pedir otros presupuesto. Así, contactó con la empresa Organería Española, con sede en Madrid y fábrica en Azpeitia y cuyo director era casualmente otro Amezua. En la carta en la que el secretario realizaba el encargo parece ser que se expresaba manifiestamente la urgente necesidad que tenía el órgano del anteriormente mencionado repaso, y desde dicha compañía le indicaron que se ponían a ello y que lo realizarían a la mayor brevedad posible.

En eso, en la rapidez de la reparación parece que cumplieron, pues tres semanas después la reparación del órgano estaba hecha, pero había un problema: los operarios se querían llevar el ‘material sobrante’ tras la reparación (varios de los tubos que componían el órgano originalmente), algo a lo que el secretario se oponía, pero que parece ser que estaría en la letra pequeña, donde se indicaría que el llevarse ese material sería parte del pago.

Al final parece que el arreglo salió caro porque la reparación debió de ser una chapuza: parte de los tubos originales del órgano, los llamados ‘contras’, se usaron como tuberías para la conducción del aire desde el fuelle hasta el órgano y, además, desaparecieron los tubos horizontales o ‘de artillería’.

Hace algunos años, expertos en órganos calificaron esta reforma de ‘desgraciada’, y tan chapucera debe de ser que, al no encontrar la documentación que yo sí he hallado, llegaban incluso a pensar que el arreglo lo habría realizado algún organero u organista local.

En fin, una pena que el órgano quedara mutilado de aquella manera, pero Paco dejó claro que aún se le podía sacar mucha música…

El organero Diego de Amezua

Ayudando a dos estudiosos de los órganos de Navarra, Don Nicolás descubrió hace casi 50 años la identidad del constructor del órgano de Vidángoz, Diego de Amezua, al encontrar un papel en el interior del mismo.

Por lo que se ve, Diego de Amezua, natural de Elorrio (Bizkaia), fue el primero de una saga de organeros que ha llegado hasta nuestros días. Es el de Vidángoz un órgano especial en lo que toca a Diego de Amezua, pues es el más antiguo cuya construcción se le atribuye.

Aquilino de Amezua, nieto y sucesor como organero de Diego de Amezua [organeriaazpiazu.blogspot.com]

Después del de Vidángoz hay constancia de que realizó tareas varias de mantenimiento de los órganos de Burgui, iglesia de San Nicolás de Pamplona, Berastegi (Gipuzkoa), Añorbe, santuario de Nuestra Señora de la Encina de Artziniega (Álava), Etxarri Aranatz, Amorebieta y la basílica de Begoña de Bilbao. También construyó nuevos órganos, como en Vidángoz, en Elorrio (Bizkaia), el de la iglesia de Santiago de Bilbao (hoy desaparecido) y el de la iglesia de San Nicolás de Bilbao.

Sus descendientes siguieron dedicados a la organería, y, entre otras muchas obras, construyeron órganos para lugares tan emblemáticos como la catedral de Santiago de Compostela, la catedral de Astorga o la reforma del gran órgano de la catedral de Valencia.

En fin, que cuando en Vidángoz decidieron encargar un órgano, se lo encargaron a un buen organero.

Origen del órgano de Vidángoz

El órgano de Vidángoz, en el coro de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, es algo que para los bidankoztarras de hoy en día siempre ha estado allí, y seguramente la mayoría no se para a pensar desde cuándo existe. Pero, como tantos otros elementos de los que podemos encontrar en el templo, llegaron en un momento dado con un gran esfuerzo económico de los fieles.

Órgano de la iglesia de Vidángoz

Entonces, ¿cuándo se construyó el órgano de la iglesia de Vidángoz? Porque había que construirlo in situ, no se podía hacer en una fábrica y enviarlo en un camión… Así que nos tenemos que remontar a finales del siglo XVIII, concretamente a 1779, momento en que el organero Diego de Amezua comenzó a realizar el encargo. El montante total por el órgano debió de ser una cantidad considerable para la época y es por ello que el pago se realizó en diversos plazos comenzando en el mismo 1779 y alargándose hasta 1793.

La construcción del instrumento en sí debió de terminar, al parecer, en el año 1784, y en 1785 ya consta una partida económica para pago al maestro de niños (Pasqual Ramón Nicolao, que se encargaría del órgano los siguientes 56 años) en concepto de ‘organista’. No obstante, aunque el instrumento ya podía usarse, en la década siguiente se siguieron realizando mejoras en el mismo, toda una serie de remates o acabados que fueron terminando de configurar el órgano.

Así, entre 1790 y 1792 Joaquín Pardo Satués, natural de Zaragoza, realizó trabajos de pintado y dorado de la caja del órgano, naciendo, entre tanto, una hija suya en el pueblo.

En 1792 se realizó otro gasto cuya descripción no queda muy clara, pero que hace referencia al órgano, y dice ‘Hierros quebranto tosca’, labor que llevó a cabo Simón Mainz.

Detalle del órgano de Vidángoz

Los tres años siguientes se realizaron diversos ajustes relativos a la badana, los fuelles y las flautas del órgano, labor que parece que recayó en el entonces organista Pasqual Ramón Nicolao, quien también se encargaría pocos años después, en 1798, de ‘componer los fuelles del órgano’. De esta forma, el instrumento de la parroquia de Vidángoz quedó completo.

En ese estado, y con sus consabidas labores de mantenimiento periódico, siguió el órgano de Vidángoz hasta mediados del siglo XX, cuando, como los más mayores recordarán, sufrió la reforma más importante de su historia, que trataremos por su lado en otro apartado.

En cuanto al órgano en sí, los expertos señalan que es (o era) un ejemplar muy interesante y que algunos de los elementos que lo componen, como la corneta, la quincena y las mixturas, son particularmente bellas. Mención aparte debe de tener la caja del órgano, ‘de estilo rococó y neoclásico, con remates renacentistas y volutas barrocas’, que supone una curiosa mezcla de estilos.

Una lástima que el órgano actualmente se encuentre tan deteriorado, ya que, al menos en un tiempo no tan lejano, debía de ser de gran categoría…

Organistas en Vidángoz

A nosotros no nos resulta algo extraordinario, pero, por lo que se dice, parece ser que en el Valle de Roncal había un gusto especial por la música en la iglesia, un aprecio aparentemente mayor que en otros lugares. Esto hizo que los pueblos del valle, ya en el siglo XVIII, dotaran a sus respectivas iglesias de unos órganos de categoría.

Las siete villas, además, desde hace casi tres siglos se dotaron de un organista que hiciera sonar el instrumento, cargo que solemos asociar con el de secretario (secretario-organista, como se solía denominar desde finales del siglo XIX y el siglo XX), pero hubo un tiempo (hasta la década de 1860, más o menos) en que esa labor la realizaba el maestro de primeras letras, perfil con el que casa Paco el de Txestas, que ejerció como maestro en la escuela de Vidángoz en el curso 1961-1962.

Paco ‘el de Txestas’, en el órgano de la iglesia de Vidángoz.

Como decía el propio Paco o su hermano Enrique, a los hijos de casa Txestas los mandaban al Seminario por parejas, (‘como la guardia civil’, solían decir), y uno se quedaba y el otro se salía. Así, Paco fue de los que se salió, pero ya con cierto nivel de estudios, que fueron los que luego le llevaron a la docencia y también a aprender a tocar el órgano.

Más adelante veremos la historia del órgano, pero podemos decir que el de Vidángoz entró en funcionamiento en torno al año 1785. Desde entonces ha habido un montón de organistas de los que tenemos noticia, algunos de manera ocasional, que cronológicamente exponemos a continuación:

  • Pascual Ramón Nicolao (entre 1785 y 1841, natural de Garde);
  • Manuel Nicolao (1842-1851, Vidángoz [Anxelarna]);
  • Juan Pico (1852);
  • Benito Bustince (1852-1855, Ujué);
  • Eugenio Olejua (1860, Mendiliberri);
  • Simeón Larrea (1861, Idocin);
  • Francisco Aldave (1863);
  • Manuel Berro (1863-1866);
  • Santos Mainz (1865);
  • Isaac Garde (1870, Uztárroz);
  • Antonio Larrea (1871-1872, Sangüesa);
  • Pedro Belzunegui (1879);
  • Juan Irurzun (1885);
  • José Mariano Urzainqui (1882-1892, Vidángoz [Txestas]);
  • Eloy Beope (1890, Ochagavía);
  • Babil Urzainqui (1893-1896, Vidángoz [Kostiol]);
  • Félix Uztárroz (1898-1901);
  • Demetrio Ruiz de Azua (1901, Ciriano-Álava);
  • Estanislao Osés (1904, Arróniz);
  • Tomás López (1906);
  • Sabino Sola (1906-1908, Gallipienzo);
  • Francisco Zubiri (1909, Ezcároz);
  • Antonio Bonet (1911, Peralta de la Sal-Huesca);
  • Babil Ayestarán (1916-1935, Úcar);
  • Cesáreo Sanz (1935-1954, Vidángoz [La Santa]);
  • Francisco Hualde (1960-2018, Vidángoz [Txestas]);

¿Habrá sido Paco el último en hacer sonar el órgano de Vidángoz?

Otro homenaje

El final del verano del año pasado ‘la de la dalla’ se cebó agusto con Vidángoz y nos tocó ver marchar a unos cuantos bidankoztarras.
A uno de ellos, a mi padre, le brindé un pequeño homenaje en el número 30 de esta publicación. Y entre los demás, aunque cada uno/a se merecería un recuerdo, hay alguien que por su labor pública tenía una repercusión especial, y no es otro que Paco el de Txestas, que durante más de medio siglo puso música a tantas celebraciones religiosas tocando el órgano de la iglesia, ese instrumento ya anciano cuyos defectos conocía Paco como la palma de su mano y sorteaba elegantemente.
Aprovecharemos, pues, las entradas que se publicarán a continuación de ésta para conocer más a fondo el órgano de la iglesia de Vidángoz, los devenires del apellido Hualde en nuestro pueblo y muchas más historias que seguro que a Paco le habrían sonado a música celestial.

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