Posts Tagged ‘Mendigacha ríndete!’

Dos hombres y un destino

Bajo este título tan cinematográfico recojo en este artículo la historia de dos bidankoztarras que empezaron a despuntar de algún modo en esta Guerra Realista y que, como iremos viendo, siguieron caminos paralelos hasta cierto punto y tuvieron prácticamente idéntico final. Se trata de Manuel Mendigacha Martín [Mendigatxa] y Mariano Salboch Larrambe [Salbotx].

Manuel Julián Mendigacha Martín, que ese era su nombre completo, había nacido en 1790 y cuando no tenía ni 5 años había perdido a su padre, que se encontraba combatiendo en Tudela en la Guerra de la Convención (1793-1795). Cuando estalló la Guerra de Independencia, en 1808, conflicto que también afectó de manera muy directa a nuestro valle, Manuel era quinto, y no sabemos si por eso, porque se presentó voluntario o por lo que sea, consta en la documentación como soldado de Vidángoz que tomó parte en la contienda.

En 1821, ni una década después de terminar la guerra contra Napoleón, estalló la contienda a la que se dedica este boletín, la Guerra Realista. Aquí es donde Manuel Mendigacha empezó a ganar galones, literalmente. Además del episodio de contrabando relatado en este mismo Bidankozarte y del que podéis conocer más detalles en la historia Por un puñado de lana recogida en el cuadernillo Vidángoz negro: muerte y delincuencia en nuestras calles, donde se da buena cuenta del carácter expeditivo de Mendigacha, conocemos su hoja de servicios de oficial retirado, realizada en 1829.

En ella se recoge su historial militar desde el 11 de diciembre de 1821 (luego Mendigacha es uno de los bidankoztarras que se sumó al primer levantamiento realista) hasta 1827, año en que se retiró del servicio. Comenzó como soldado raso y antes de que acabara la Guerra Realista ya fue ascendido a teniente por las acciones que realizó: Participó en el alzamiento de 11 de diciembre de 1821, tomó parte en la Acción de Larrainzar del 25 de diciembre de ese mismo año; trabajó en la recomposición, fortificación y defensa del Real Fuerte del Irati; en junio de 1822 fue uno de los que asaltó Tudela y con 17 soldados y un sargento a su mando, consiguió hacer frente a 260 milicianos del bando contrario; también participó en la gloriosa Acción de Larrasoaña en febrero de 1823, previa al Sitio de Pamplona, en el que también tuvo un papel activo. Estuvo presente en diversas acciones a lo largo y ancho de la geografía española y cuando se le concedió el retiro en 1827 andaba combatiendo en Alhucemas, uno de esos puntos estratégicos en el norte de África situado, grosso modo, entre Ceuta y Melilla.

Pedro Mariano Salboch Larrambe, por su parte, era nacido en 1796, algo más joven que Mendigacha, y no participaría en la Guerra de Independencia porque estaría camino del sacerdocio en el seminario. Cuando estalló la Guerra Realista Salboch era todavía diácono, pero ya deja entrever su adhesión a la causa el hecho de que en diciembre de 1821 fuera padrino en el bautizo de la hija del cabecilla realista Armengol.

Mariano se sumó a los facciosos en el segundo levantamiento, concretamente el 27 de junio de 1822, justo después de la Acción de Vidángoz. Su participación fue bastante más modesta que la de Mendigacha, pero en apenas cinco meses (medio año antes que su paisano) llegó a la categoría de teniente, y como tal participó en algunas de las principales acciones del conflicto, como la Acción de Larrasoaña o el Bloqueo de Pamplona, participando también en otros enfrentamientos en diversos lugares de la geografía peninsular. Como curiosidad, señalar que estuvo bajo el mando del famoso Tomás de Zumalacárregui.

En 1829, Mendigacha se casó (y tres años después nacería su hijo, el famoso Mariano Mendigacha) y Salboch, que ejercía de párroco de Ezcároz, solicitaba una pensión o un puesto en catedrales o colegiatas en premio por sus servicios, y le fue concedido lo primero en espera de lo segundo.

En éstas estaban cuando en 1833 estalló la I Guerra Carlista y ambos tomaron parte, erigiéndose como dos de los tres cabecillas carlistas de Roncal y Salazar junto al salacenco Mancho. El devenir de la guerra hizo que en el verano de 1835 las tropas de Dª Cristina apresaran a Salboch en Ezcároz y lo fusilaran en Garde y, posteriormente, a finales de ese mismo año, fueran a por Mendigacha (en el famoso episodio de “¡Mendigacha, ríndete!) y lo mataran en el mismo Vidángoz.

Mendigacha y Salboch, pues, dos hombres y un (triste) destino.

Casa Mendigatxa

Aunque siguiendo el orden que veníamos llevando le tocaba el turno a casa Paxapan, dada la ocasión y que casa Mendigatxa era tradicionalmente la que se citaba después de aquella (porque no había calle desde casa Paxapan hasta la iglesia), en esta ocasión hablaremos de la casa nativa de Mariano Mendigacha: casa Mendigatxa, en el barrio de Egullorre.
Es una casa con una historia ciertamente interesante que vamos a ir conociendo.
Así, empezando por el presente, los últimos en residir en casa Mendigatxa han sido los hermanos Mainz Mainz, siendo de casa su madre, Teófila Mainz Mendigacha, casada con Francisco Mainz Gayarre (Urzainqui).
Teófila, curiosamente, era la séptima de los ocho hijos de Inés Mendigacha Pérez [Mendigatxa] y Juan Mainz Salvoch [Santxena], pero varias circunstancias se juntaron para que finalmente ella heredara la casa: tres de sus hermanos mayores habían fallecido en sus primeros años de vida, otros tres (dos mayores y el que era menor que ella) emigraron a Argentina, y el hermano que queda, el inmediatamente anterior a ella, falleció un año antes de que Teófila se casara a consecuencia de una coz de caballo.

Casa Mendigatxa, donde nació y murió Mariano Mendigacha Ornat.

En la generación anterior ya encontramos a los hijos de Mariano Mendigacha Ornat [Mendigatxa] y María Josefa Pérez Marco [Uztárroz, aunque hija de uno de casa Diego de Vidángoz]. La pareja tuvo cinco hijos de los que dos fallecieron a temprana edad. De los tres que quedaron, tampoco heredó la casa el varón, Francisco, que además era el de más edad, sino una de sus hijas, Inés.
Llegamos en este punto a la generación de Mariano Mendigacha Ornat, y en este caso decir generación es una manera de hablar. Mariano era el único hijo de Manuel Mendigacha Martín [Mendigatxa] y Melchora Ornat Hualde [Ornat]. La pareja, de hecho, tuvo otro hijo antes que Mariano, pero falleció con apenas año y medio de edad. Y después de nacer Mariano, se desató la I Guerra Carlista (1833-1839), en cuyo contexto la propia casa fue testigo de la muerte de Manuel Mendigacha a manos de las tropas liberales, cuando intentó huir tras la famosa invitación de sus enemigos a entregarse: ‘¡Mendigacha, ríndete!’.
En la generación del padre de Mariano, Manuel Mendigacha, se dan algunas analogías con la de éste: él era el segundo hijo de sus padres, María Mathea Martín Baynes [Mendigatxa] y Esteban Mendigacha Aysa (Burgui),
también ejercía de primogénito, porque su hermana mayor había fallecido a temprana edad (aunque en este caso hubo otra hermana más) y, por último, eran una familia corta para la época porque su padre también había fallecido en el contexto de una guerra, en este caso la Guerra de la Convención (1793-1795). En fín, unas cuantas coincidencias.
Con ese Esteban Mendigacha, por cierto, llegó el apellido Mendigacha a la casa, y no sabemos si por él (porque solo vivió en la casa 7 u 8 años) o por su hijo Manuel, se le empezó a llamar casa Mendigatxa. ¿Y antes cómo se le llamaba? Pues realmente no lo sabemos, puede ser que ésta sea la casa Martín que se menciona en algunos documentos antiguos, ya que ese era el apellido del cabeza de familia en, al menos, las tres generaciones anteriores a Mathea Martín Baynes: su padre Jacinto Martín Bertol, su abuelo Athanasio Martín Urzainqui y su bisabuelo Juan Antonio Martín, quien consta como cabeza de familia de esta casa en 1726 (aunque tampoco podemos asegurar si el originario de la casa era él o su mujer).
Como habéis podido ver, la historia de casa Mendigatxa nos ha dejado detalles de muchas circunstancias de los últimos siglos: las desgracias de la guerra, la mortalidad infantil, la emigración como salida para algunos de los hijos… y, como no, el nacimiento y la muerte de quien, sin saberlo, pasaría a la historia: Mariano Mendigacha Ornat.

¡Mendigacha ríndete!

Esta vez, y sin que sirva de precedente, voy a tratar más que una parte del legado de Mariano Mendigacha, una de las circunstancias que marcaron su vida de manera muy relevante. Y es que rebuscando en una hemeroteca antigua, por casualidad, encontré un artículo que tiene mucha relación con la vida de Mariano y que, por otro lado, explica el por qué de esa expresión que muchos habremos escuchado alguna vez: ¡MENDIGACHA RÍNDETE!

Para empezar podríamos decir que Mariano Mendigacha nació en un siglo particularmente violento: desde los últimos años del siglo XVIII, en los que tuvo lugar la guerra de la Convención, el siglo XIX comenzó con la guerra de Independencia, siguió la guerra Realista y posteriormente las guerras Carlistas, dejando todas ellas una huella más o menos grande en la vida y el sentir de los bidangoztarras. Por si esto fuera poco, desde mediados del siglo, con el paso de ser Reino de Navarra a provincia, los roncaleses dejaron de tener el privilegio de no tener que realizar el servicio militar de España, y como consecuencia, a algún bidangoztarra también le tocó guerrear en la guerra de Cuba y Filipinas.

Soldados de infantería isabelinos (llamados así por Isabel II) o cristinos (en honor a la Regente Doña Cristina de Isabel II), como los que dieron muerte a Mendigacha.

Soldados de infantería isabelinos (llamados así por Isabel II) o cristinos (en honor a la Regente Doña Cristina de Isabel II), como los que dieron muerte a Mendigacha.

Por si todo esto fuera poco, Vidángoz también sufrió un violento brote de cólera que diezmó su población en 1855 y trató de evitar como pudo la desamortización civil de Madoz (la expropiación por parte de la administración española de los bienes públicos) que tuvo lugar a mediados de siglo.

Con todo esto podemos figurarnos que la mentalidad de la época sería más bien pesimista y bastante trabajo tendrían con aguantar el día a día como para andar planeando el futuro a medio y largo plazo.

Mariano Mendigacha era el segundo hijo del matrimonio formado por Manuel Mendigacha  (Mendigatxa) y Melchora Ornat (Ornat). Su hermano mayor Pascual Isidoro, falleció en torno al año de edad,  algo que dadas las circunstancias sociales del momento, no era para nada extraño.

Así pues, Mariano Saturnino Mendigacha (que así era su nombre completo) nació el segundo pero, a la postre, quedó primogénito, con todo lo que ello conllevaba. Nació en 1832, a las puertas de la primera guerra carlista y con un Vidángoz que todavía estaba recuperándose de la guerra de Independencia y del impacto que habría tenido en la población el enfrentamiento armado que se produjo en 1821 en el mismo Vidángoz entre los dos bandos contendientes en la guerra Realista.

De hecho el propio padre de Mariano Mendigacha, junto con otros bidangoztarras, fue acusado en 1822 del asesinato de Leandro Gorria, natural de Urzainqui y miliciano de Uztárroz, hecho que seguramente tendría relación con el enfrentamiento habido en Vidángoz unos meses antes.

Fusilamiento de carlistas, bando al que pertenecía Manuel Mendigacha, padre de Mariano.

Fusilamiento de carlistas, bando al que pertenecía Manuel Mendigacha, padre de Mariano.

Llegamos ya al hecho en sí. El  21/12/1835 un artículo del periódico liberal “El Eco del Comercio” decía lo siguiente: “Los bizarros hermanos Barricart seguidamente de haber contribuído con su valor a la aprehensión del cabecilla Rojo con su partida en Aóiz, alcanzaron también al rebelde Mendigacha con algunos otros en su propio lugar Vidángoz (Roncal) donde se había cobijado a repararse de la desastrosa correría por Cataluña. Cercándole en su misma casa que le dio el ser, se tiró por un balcón, y huyendo sin querer ceder a la rendición que le intimaban, herido de un balazo cayó y le cosieron a bayonetazos sus mismos patricios a causa del odio que le tenían por haberlos perseguido mucho y a sus familias. […]”.

Eran en torno a las 9 de la noche del 5 de diciembre de 1835 y una tropa de partidarios de doña Cristina rodeó casa Mendigacha y gritaron: “¡Mendigacha, ríndete!”. “Ni me he rendido ni me rendiré” dicen que contestó aquel, y seguidamente salió corriendo con lo puesto, aunque no debió llegar más que hasta las inmediaciones del barranco de Elizarena.

Aquel Mendigacha era Manuel, padre de Mariano Mendigacha, que creció huérfano junto a  su madre y tal vez algún tío y poco más. Su madre, viuda, no volvió a casarse, algo que era relativamente habitual, tal vez debido a las circunstancias de la muerte de su marido. Huérfano pues, e hijo único, cabe pensar que le habría tocado madurar mucho y rápido para hacerse cargo de su casa tan pronto como le fuera posible, casándose con 20 años.

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