Posts Tagged ‘Casa Larranbe’

Desventuras de otros tiempos

Esta historia ocurrió a finales de agosto de 1810, cuando Antonio Urzainqui Sanz [Ferniando], bidankoztar de 30 años, se ahogó en el río Ebro. Por lo que se ve, iba junto con otros dos bidankoztarras, Joaquín José Urzainqui Martín [Kostiol / Txestas], de 30 años, y Juan Basilio Larrambe Monzón [Larranbe / Landarna], de 36 años, a buscar azúcar, con a cada dos machos.

Se dirigían en dirección sur, ‘hacia Alfaro, Corella o Cervera’, y en un punto del recorrido tuvieron que cruzar el río Ebro en término de Cadreita, concretamente iban a vadearlo (atravesarlo por un sitio donde se hace pie) en el paraje de El Soto. Al parecer, al pasar el río dos de los que pasaron tuvieron problemas al dejar de hacer pie los machos en los que iban montados y empezar a ser arrastrados por el agua. Basilio Larrambe, agarrado a una de sus caballerías, consiguió alcanzar la ribera del río, a donde los animales llegaron tan exhaustos que se echaron largos en la orilla. Antonio Urzainqui no tuvo esa suerte y fue llevado por el río, no pudiendo ser rescatado por no haber nadie en las cercanías que fuera capaz de salvarle.

Sucedido esto, decidieron retroceder en su camino para dirigirse a Valtierra, donde Joaquín José Urzainqui conocía a Miguel Artuch Echandi, serguramente roncalés o descendiente, en cuya casa, además, se encontraba el alcalde de Cadreita, en cuyo término había tenido lugar el ahogamiento.

Al no haber testigos y ante las posibles dudas, el alcalde siguió el protocolo y detuvo a los dos bidankoztarras hasta hacer las diligencias pertinentes para aclarar el asunto, pues no habiendo cadáver no podían dar fe de lo ocurrido.

Entre tanto, alguien dio parte al párroco de Valtierra bajo secreto de confesión que había encontrado un cadáver, que resultó ser el de Antonio Urzainqui. El cirujano que examinó el cadáver no encontró signos de violencia y, por lo hinchado del cuerpo, señaló que no le quedaba ninguna duda de que había muerto por ahogamiento.

Joaquín José y Basilio fueron finalmente liberados sin cargos, eso sí, después del disgusto añadido de ser puestos en duda tras sufrir la angustia de ver a un compañero ser arrastrado por el agua hacia una muerte casi segura y pasar varios días en el calabozo…

Y por si esto fuera poco, Basilio, que cuando ocurrió este asunto apenas llevaba mes y medio casado, falleció repentinamente apenas un mes después del suceso, haciendo que este episodio fuera doblemente truculento.

Más de 1.000 años del Vidángoz que conocemos

Finalmente llegamos en este recorrido en torno al origen de Vidángoz al pueblo que se encuentra en la ubicación actual, tal y como lo conocemos, donde podemos dar por seguro que lleva al menos 1.000 años.

Veíamos en la página anterior esa primera mención datada en el año 1.085, pero era un simple traspaso de poder sobre la iglesia de la villa y los tributos que a ésta correspondían. La iglesia, una iglesia (no la que conocemos hoy en día, que data en su mayor parte de una gran reforma realizada en el siglo XVI), ya llevaría tiempo hecha, claro está, y la estructura creada en torno a ella, con las primicias, diezmos y demás tributos que había que pagar, no habría surgido de la noche a la mañana.

La mención del año 1.085 tenía que ver con la vinculación de Vidángoz con el monasterio que había en Igal. Pues bien, tenemos noticia de que por dicho monasterio pasó en el año 848 San Eulogio de Córdoba en el viaje que realizó a tierras pirenaicas. Teniendo en cuenta que el monasterio era un elemento vertebrador del territorio y que su ámbito de influencia era de unos pocos pueblos, cabe pensar que para dicho 848 ya existiría Vidángoz.

De esta misma época son las batallas contra los musulmanes (Olast en el siglo VIII y Ocharren en el siglo IX) en las que los roncaleses ganaron su hidalguía y su derecho al uso de las Bardenas a perpetuidad. Es de suponer que esos derechos los adquirieron quienes participaron en las batallas, por lo que cabe pensar que Vidángoz ya era parte de esa primitiva comunidad llamada valle de Roncal.

Por otra parte, viendo lo que hablábamos sobre el origen del nombre de Vidángoz, parece que podríamos llegar hasta época romana, pero bueno, también se ha indicado que no sabríamos si se ubicaría donde el actual nucleo urbano o en otro lugar.

Bueno, pero una vez dicho todo lo anterior la pregunta que habría que hacerse (y que ya me realizaron varios bidankoztarras y eso ha dado pie a este boletín) es ¿Cómo comenzó todo esto? ¿Cuál fue la primera casa? Pues la verdad es que no tenemos ni idea. Bueno, idea no, pero lo que sí que podemos hacer es alguna suposición.

A ver, si Vidángoz eran los dominios de Vindacius, éste era un señor, un terrateniente, y como tal viviría, como se ha hecho en todas las épocas. Quiero decir con esto que, teniendo en cuenta las limitaciones de su tiempo, Vindacius tendría siervos que trabajaran sus tierras, tendría seguramente una casa mejor que las de aquellos y es probable que guardaran cierta distancia. La casa del señor sería lo que se viene a llamar un palacio (una casa más grande que lo habitual de la época, vaya, o de mejor fábrica)… no sé, pongamos que en lugar de palacio, por tener ciertas defensas, lo denominamos castillo…

Bueno, creo que no hace falta mucha imaginación para ver a dónde quiero llegar. Lo que hoy denominamos El Castillo tiene toda la pinta de haber sido el origen de nuestro pueblo por varias razones: 1.- Controlaba dos entradas al pueblo,  a quienes venían desde Igal y desde Burgui, y es visible desde todos los accesos a Vidángoz, de ahí el dicho:

Cuando vengas a Vidángoz
lo primero que has de ver
casa Maisterra, casa Larranbe>
y la ermita de San Miguel’.

2.- Probablemente tendría contacto visual con Gazteluzarra desde algún punto, lo mismo que desde una ventanica que hay en la ermita de San Miguel se puede observar en los días claros la ermita de la Virgen de la Peña, donde seguramente también habría algún puesto defensivo; 3.- El propio hecho de estar encima de la peña parece señal de estatus, ‘ahí arriba vive el señor’, y abajo, más cercanos al río y a la tierra, los siervos, dando origen con el tiempo a los tres barrios originales del pueblo, Iribarnea, Iriartea e Iriburua (Egullorre, como comentábamos, vendría posteriormente); 4.- Podríamos aventurar también, sin demasiado temor a equivocarnos, que la actual ermita de San Miguel pudiera haber sido originalmente la capilla del castillo; 5.- E incluso, puestos a imaginar, y esto tal vez ya sea demasiado fantasioso, podríamos pensar en la punta de Lapitxorronga como un lugar donde hacer justicia, o donde el Señor de Vidángoz de turno discutía con un rival y lo despeñaba al grito de ‘¡Esto… es… VIDÁNGOZ!’ (en referencia a la película ‘300’).

Pues hasta aquí esta teoría sobre desde dónde se habría generado nuestro actual Vidángoz, con argumentos medianamente razonables. Pero como se suele decir, que cada cual saque sus propias conclusiones.

A río revuelto… ¡contrabando!

En ese contexto bélico y habida cuenta de que en las décadas anteriores habían tenido lugar otras dos guerras,  la Guerra de la Convención (1793-1795) y la Guerra de Independencia (1808-1813), que el valle habría sufrido particularmente en sus carnes, está claro que nuestros antepasados lo estarían pasando mal, digamos que la propia subsistencia sería la preocupación principal. Tratándose de eso, de sobrevivir, pues no quedaba otra que buscarse la vida como se pudiera, y es aquí donde la cercanía de la muga con Francia podía ser una aliada, pues al otro lado de la misma se podían conseguir bienes que en el momento convulso que se vivía a este lado de la frontera eran aquí más difíciles de conseguirse o, de poderse, a un precio mucho mayor.

Así, conocemos dos casos claros de contrabando en el contexto de esta guerra de los que tenemos noticia debido a las muertes que los rodearon.

El primero de ellos tal vez lo conozcáis pues lo traté en la charla de 2013 denominada Vidángoz negro: muerte y delincuencia en nuestras calles, y hace referencia a un grupo de ocho bidankoztarras que trataban de cruzar la muga con Francia por el puerto de Krutxeta, en Uztárroz, una noche de abril de 1822 y cargados de lana. El grupo estaba integrado por Manuel Mendigacha [Mendigatxa], José Ramón Ustés [Lixalte], Pascual Anaut [Inigizena], Pedro Juan Mainz [Refelna], Pedro Antonio Orduna [Landa], Sevastián Artuch [Garro], Pascual Garcés [Pattako] y Mariano Larrambe [Larranbe].

Sabemos de esta aventura porque unos milicianos que estaban encargados de vigilar la frontera les echaron el alto y los de Vidángoz respondieron con algún tiro, matando a uno de los guardias y siendo reconocidos por algún otro, porque aquellos también eran del valle (el fallecido era Leandro Gorria, natural de Urzainqui).

Algunos de los implicados fueron encarcelados en Vidángoz a la espera de sentencia y entre tanto pasaron los facciosos por nuestro y liberaron a aquellos que podían unirse a sus filas, entre ellos Manuel Mendigacha, del que hablaremos más adelante y que empezó aquí a hacer carrera.

En el segundo caso no queda tan claro el tema del contrabando, puesto que la información no proviene de un proceso judicial como en el caso anterior sino por dos escuetas partidas de defunción que contienen algunos datos poco habituales y que nos sierven como pista.

En esta ocasión son dos bidankoztarras, Pedro Antonio Villanueva Mainz [Aristu] y Ángel Recalde Urzainqui [Arotx], que encontraron la muerte cuando regresaban de Francia por el puerto de Altobizkar [Astobizkar, Valcarlos] “habiéndose desgraciado por el mal temporal” el 19 de diciembre de 1822. Venían del otro lado de la muga por un camino complicado, por lo que seguramente lo que traían no sería demasiado legal.

Como se suele decir, las situaciones desesperadas requieren de medidas desesperadas.

Tres libros menos

Al final del pasado invierno nos dejaron varios mayores de Vidángoz, entre ellos la bidankoztar de más edad hasta la fecha, Anastasia Artuch Jimeno [Largotena], que superó el registro alcanzado por Ciriaco Salvoch Juanco [Salbotx] y estableció el nuevo récord de longevidad en 103 años, 11 meses y 5 días y que, además, fue la primera persona de Vidángoz que entrevisté junto con su hermano Víctor, hace 12 años por estas mismas fechas. También falleció a sus 97 años Ángeles Sanz Hualde [José María], quien atesoraba muchas historias y las ofrecía a quien se prestara a escucharlas, y Javier Jauregui Goyena [Igal / Larranbe] con 92 años, quien junto a su mujer Atanasia también aportaba valiosas informaciones cuando les entrevistaba. Tres libros más que se cierran para no volverse a abrir.

Un recuerdo a todas ellas y vamos con los contenidos de este boletín.

Casa Paskel

Como no podía ser de otra forma, la casa que tocaba tratar en un número publicado en el centenario del nacimiento de Crisanto Pasquel tenía que ser su hogar, casa Paskel.

Hace algo más de cuatro años inauguraba una sección sobre apellidos bidankoztarras el apellido Pasquel. Se trató en aquel momento la historia del apellido en Vidángoz, su origen, su significado y demás, y, aunque en este caso apellido y casa van ligados durante las últimas generaciones, nos alejaremos más en el tiempo para conocer dueños más antiguos y otros nombres que se le daban a la casa en épocas pasadas.

Así, partiendo del propio Crisanto Pasquel Ornat, era hijo de Félix Pasquel Salvoch [Paskel] y Tomasa Ornat Arguedas [Algarra], siendo el natural de la casa su padre. Félix Pasquel, por su parte, era hijo de Simón Pasquel Casau (natural de Roncal) y de Petra Atanasia Salvoch Elizalde [Paskel, que entonces se llamaría de otra manera], siendo ella la natural de la casa. Señalaba Crisanto de su abuelo Simón que era hijo del practicante que había ayudado en el parto del tenor Julián Gayarre, y, casualmente, se terminó casando con quien ayudaba a traer l@s niñ@s al mundo en Vidángoz.

Casa Paskel

En esta generación la historia se retuerce un poco, y es que Petra Atanasia Salvoch era hija del primer matrimonio (1860) de su padre, José Antonio Salvoch Glaría [Maisterra], con Francisca Exaltación Elizalde Larrambe [Paskel]. Francisca falleció cuando su hija Petra Atanasia apenas tenía 3 años, y José Antonio se volvió a casar en 1869, con Felicia Gárate Zubiri (Burgui), y la pareja vivió en la casa pese a no ser ninguno natural de la misma, y tuvieron dos hijas que llegaron a adultas y se casaron una a Roncal y otra a casa Matxin (de heredera, donde una tía suya no había tenido descendencia), quedando la casa nativa para la hija del primer matrimonio.

Francisca Exaltación, por su parte, era hija de Cleto Elizalde Lampérez (Salvatierra de Esca) y de María Fermina Larrambe Mainz [Paskel]. María Fermina tuvo mellizos de soltera, pero apenas un mes después se casó con Cleto, por lo que parece ser que éste sería el padre de las criaturas que, como solía suceder en estos tiempos, uno de los dos debió de fallecer al poco de nacer y, el otro, murió con dos años (en plena I Guerra Carlista). Cleto, quien fue una de las víctimas de la epidemia de cólera que asoló Vidángoz en 1855, es el responsable de otro de los nombres que se ha dado a casa Paskel: casa Cleto o casa Keleto.

María Fermina Larrambe, que era la natural de la casa, era hija de Martín Vicente Larrambe Monzón [Larranbe] y Mª Josepha Lorenza Mainz Garat [Paskel], casados allá por 1798. Nuevamente era la mujer la que había heredado la casa. Este Martín Vicente Larrambe, por cierto, es alguien cuyo recuerdo ha llegado vivo hasta hoy en día en casa Paskel pese a ser un antepasado de hace 6 o 7 generaciones para los paskeles actuales. Hay una copla sobre él que se puede leer en otro artículo de este boletín.

De esta generación hacia atrás, ya hay que hacer un poco de malabares para seguir el rastro de quién vivió en casa Paskel, pero parece ser que de los padres de Mª Josepha Lorenza, de Pedro Mainz Urzainqui y Mª Francisca Garat Glaría (casados en 1765), era ella la nacida en casa Paskel. Y de los padres de Mª Francisca, Pedro Garat Rota y Ana Mª Glaría Sanz (casados en 1740), él era el natural de la casa, y así llegamos hasta 1726, cuando consta como dueño de la casa Jacinto Garat, padre de Pedro Garat, si bien no sabemos si él era nativo de la casa o lo era su mujer, Ana Engracia Rota.

En alguna de estas generaciones anteriores tendrán origen otros dos nombres que antiguamente se le habrían dado a la casa y que recordaba Crisanto: Axairna (“la del zorro”) y Gaixo (“enfermo” o “pobrecico”). Como con tantas cosas, nos quedaremos con las ganas de saber a quién hacían referencia esos nombres y el motivo de los mismos.

Hasta aquí llega el repaso a la historia y genealogía de casa Paskel, del hogar de Crisanto, donde espero que hayáis leído algo que no sabíais.

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