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Bidankoztarras en Amaiur (1522)

A mediados de julio de este año se cumplirá un aniversario redondo de un episodio épico en el contexto de la conquista castellana del Reino de Navarra: el asedio y toma del castillo de Amaiur en el año 1522.

En el nº 40 de Bidankozarte dábamos cuenta de lo sucedido en la Batalla de Noáin el 30 de junio de 1521, cuando buena parte de las esperanzas de los legitimistas navarros de recuperar el reino se habían ido al traste. Pero realmente ahí no había terminado todo.

A finales del verano se había reorganizado todo un ejército formado por legitimistas navarros, gascones, bearneses, franceses y mercenarios alemanes que sumaba la nada desdeñable cifra de 27.000 soldados dispuestos a tomarse cumplida venganza de la derrota sufrida en Noáin y de las plazas perdidas.

Partiendo de la Baja Navarra y del Bearn, esas tropas se hicieron con el control de la Navarra atlántica y de varias fortalezas, como el castillo de Amaiur, el de Irún Irantzu y la ciudad de Fuenterrabía/Hondarribia en pocos días.

Los castellanos acantonados en Pamplona ya habían empezado a temer por su situación y se habían preparado para lo peor reforzando las defensas y abasteciéndose para poder aguantar largo tiempo…

…y entonces fue cuando el tiempo se alió con los castellanos: se debió de poner a llover como si no hubiera un mañana, lo que hacía en la práctica imposible el movimiento de tropas y, por tanto la actividad bélica, y visto ese panorama y la inminente llegada del invierno, se paralizó la contraofensiva dejando esos planes para la primavera siguiente, la de 1522. El caso es que pasados los meses no se volvió a reunir el ejército de a finales de verano y no se tuvo el empuje necesario, y esto fue aprovechado por los castellanos para ir reconquistando poco a poco el terreno que el contingente franco-navarro había conseguido recuperar.

Viendo el retroceso de sus posiciones, los legitimistas navarros decidieron enrocarse en el castillo de Amaiur, y para ello repararon y reforzaron sus defensas y se abastecieron previendo lo que iba a venir.

Y así llegó el 13 de julio, para cuando la armada castellana ya había completado el cerco al castillo. Los que se atrincheraban entre sus muros eran conscientes de que no iban a llegar refuerzos que les salvaran, pero estaban determinados a vender cara su piel, a morir por lealtad a sus reyes legítimos, a su Reino de Navarra, al fin y al cabo.

Los ciento y pico soldados de Amaiur aguantaron durante nueve días el asalto a su castillo, ataque realizado por una fuerza infinitamente mayor en número y en armamento, pero llegado el momento en que a través de una mina los castellanos habían volado parte de la muralla, el 19 de julio se decidió rendir el castillo a cambio de respetar la vida de los que quedaban adentro.

Una vez cayó Amaiur, no hubo intentos fructíferos de recuperación de la Alta Navarra, de ahí la importancia de la resistencia del castillo de Amaiur como símbolo.

Para terminar, y como ya señalé en su día, un año después Carlos I intentó apaciguar el tema ofreciendo un perdón general a quienes hubieran actuado en su contra durante la conquista señalando varias excepciones, unas 150 personas a las que se excluía de dicho perdón expresamente por su participación en la Batalla de Noáin, en la resistencia en Amaiur o en la toma de Fuenterrabía. De entre esos imperdonables, 17 son roncaleses, de los cuales al menos dos o tres bidankoztarras (Petri Andrés, Remón Pérez y Remón Pérez). Esto, por una parte, nos da una idea de la participación de nuestros antepasados en aquellos episodios históricos clave en particular y, por otra, en qué bando estaba alineado mayormente nuestro valle.

Sirvan estas líneas como recuerdo a aquellos valientes roncaleses que lucharon hasta el último momento pese a saber cuál sería su fatal destino…

500 años de la Batalla de Noáin

Por estas fechas pero hace cinco siglos, exactamente el 30 de junio de 1521, se produjo una batalla que se suele señalar como clave en el proceso de conquista castellana de Navarra.

En aquel año de 1521, varios factores habían propiciado el tercer intento de los navarros por reponer en el trono a su rey legítimo, que ya no era Juan III de Labrit, quien lo había perdido en 1512, sino Enrique II, su hijo. Del lado castellano, tampoco estaba ya Fernando el católico (que solo era rey de Aragón, pero que había dirigido de facto el reino de Castilla desde la muerte de su mujer), a quien había sucedido un joven Carlos I.

Ilustración sobre la Batalla de Noáin realizada por Martintxo Altzueta

El caso es que, aprovechando la retirada de parte de las tropas castellanas que controlaban Navarra para sofocar la Rebelión de los Comuneros en Castilla, se produjo un levantamiento generalizado en Navarra, no solo ya en el bando agramontés, sino también entre los beaumonteses descontentos con la deriva que había tomado el proceso de conquista.

A esto hay que sumarle que, con tal de intentar crearle problemas a Carlos I, Francisco I, el entonces rey de Francia y archienemigo del rey castellano, ofreció su apoyo en esta empresa al rey navarro, enviándole parte de sus tropas de élite, que eran lo mejor de Europa en aquel momento.

Los legitimistas consiguieron recuperar prácticamente toda Navarra en muy poco tiempo, pero el ejército castellano, tras aplastar la revuelta comunera, regresó a Navarra a intentar restaurar su orden. Tras varios episodios, llegó el enfrentamiento crucial que se produjo el 30 de junio en Noáin y que supuso un punto de no retorno en las ansias navarras de recuperar la independencia al ser derrotados los fieles a Enrique II.

En la batalla, participaron activamente algunos bidankoztarras, varios de los cuales figuran entre los cerca de 200 navarros excluídos del perdón general que otorgó Carlos I en 1523, apartados de esa concesión precisamente por haber participado en el citado enfrentamiento. Son Petri Andrés, Remón Pérez y Remón Pérez (sí, dos Remón Pérez). Y, tal vez, también, Sancho Andrés, de quien solo se menciona que es del valle. Son parte de los 17 roncaleses que pagaron cara su lealtad a sus reyes legítimos.

La conquista de Navarra y Vidángoz (1512)

Vidángoz, como el valle de Roncal y Navarra entera, se encontraba por estas fechas hace 500 años intentando reaccionar a la invasión que Castilla había realizado a finales de julio.

El escudo de armas del valle de Roncal en el libro de armería de Navarra

El escudo de armas del valle de Roncal en el libro de armería de Navarra

Los roncaleses, que desde tiempos inmemoriales venían siendo hombres de armas tomar (literalmente), no estaban dispuestos a someterse tan fácilmente. Cómo serían de guerreros, cuando en diversas fuentes se menciona a los roncaleses como “soldados de élite” del ejército navarro.

En el recuerdo (y mucho más atrás) quedaban las batallas contra los musulmanes, la batalla de Roncesvalles y muchas más que habían hecho crecer la leyenda alrededor del carácter guerrero de los roncaleses, incluso las recientes disputas por el goce de las Bardenas, acaecidas apenas 20 años antes (1490).

Es por ello que, en aquel julio de 1512, los únicos en salir al paso de la comitiva castellana que entraba por la Sakana fueron un puñado de roncaleses (200 según algunos, hasta 800 según otros), en el desfiladero de Oskia.

Escudo de armas de Navarra

Escudo de armas de Navarra

Vistas sus pocas posibilidades debieron de retirarse pronto y tras pasar agosto y a instancias de su rey, Juan III, se rindieron a principios de septiembre… si bien empezaron a preparar el contraataque, que se produciría apenas mes y medio después.

A lo largo del otoño de 1512, el rey Juan III entró por el pirineo y recuperó para su causa el castillo de Burgui y fue reuniendo a los que todavía le eran leales.

En este primer contraataque del otoño de 1512, los roncaleses aún protagonizaron algún capítulo memorable más, como aquel en el que 100 roncaleses que se dirigían a la Ribera pusieron en fuga a una pila de aragoneses (entre 250 y 600 según las fuentes).

Los intentos fueron en vano y, conforme terminaba el otoño, los castellanos recuperaron el control de la situación y muchos roncaleses fueron condenados a muerte por ser leales a su rey legítimo.

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