En esta ocasión, en la carta de febrero de 1904, Mariano Mendigacha da cuenta de una costumbre, ya perdida, que había en Vidángoz para hacer las paces entre familias en torno a una mesa, sin necesidad de juicios:
“Mañana el día de la Candelaria de la Madre Virgen; cantar las vísperas y en el pórtico se ponen los nombres de todos los vecinos del pueblo cada uno en su cédula, luego se juntan en un sombrero; bien revueltos o mezclados, se llama a dos muchachos; y uno saca una cédula y se la da al cura; el otro muchacho saca otra cédula y se la da al alcalde; los dos las leen y cuyos nombres salen deben estar juntos; de esa forma se junta todo vecino por parejas; después se van todos a comer a una casa y a cenar a la otra, después el día de Santa Agueda; que es cinco días después de éste [de la fecha en que escribe la carta] se juntan las mismas parejas a comer y beber todo el día; a la casa que elijan entre ellos. Primero les obligaban a juntarse bajo pena de dos pesetas y una libra de cera cada uno; ahora no hay pena, se juntan los que tienen voluntad, pero todavía se juntan la mayoría; aunque no sea sino a hacer una cena; tenemos oído a los viejos de antes que esta cuestión estaba puesta, para poner en paz a los que estaba reñidos; ahora también tenemos observado, comúnmente caen juntos, si están algunos reñidos o enfadados y los más hacen las paces, en esta reunión. A esta cuestión le decimos urruxkideak.”
Curiosa costumbre la de los urruxkideak. Una pena que se perdiera.