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La escuela en Vidángoz

Desconocemos desde cuándo había escuela en Vidángoz, pero podemos asegurar que al menos en 1688 ya se enseñaba a los niños unas nociones elementales, leer, escribir y las operaciones aritméticas básicas (suma, resta, multiplicación y división). Lo sabemos porque en aquel hubo un pleito sobre el pago de la sustitución del maestro Pedro Salvoch. Señalar, por otra parte, que en esa época solo los niños (varones) acudían a la escuela, y tampoco todos ellos, ya que las familias más necesitadas no se lo podían permitir.

Foto del inicio del curso 1956-1957, con Aurelio Andueza e Inés Mainz Pérez [Aristu] como maestros y el párroco Antonio Mª López entre ambos

A lo largo del siglo XIX podría decirse que la educación fue volviéndose más reglada, más formal, y los sucesivos gobiernos liberales trataron de que ésta fuera más uniforme en todo el estado, que la enseñanza fuera obligatoria y gratuita entre los 5 y los 10-12 años y que las niñas también fueran a clase.

Por contra, este mismo siglo también trajo consigo la marginación, cuando no la prohibición y el castigo, en el uso en la escuela de la lengua vernácula, del uskara, siendo éste uno de los factores determinantes para que la transmisión familiar del idioma se detuviera en nuestro pueblo.

En cuanto a la ubicación de la escuela, no sabemos desde cuándo ocupaba el inmueble pero al menos durante el siglo XIX y hasta 1912 tanto la escuela como el antiguo ayuntamiento se encontraban en la denominada Casa de la Villa vieja, entre casa Bomba y casa Refelna. Dado el reducido espacio de aquella para el ejercicio de la enseñanza (pese a que tenía un piso más que en la actualidad, seguiría siendo una casa más bien pequeña para acoger a todos los niños de entre 5 y 10-12 años del pueblo) y el estado general del edificio, en aquel año de 1912 se inauguró la actual casa consistorial, construida sobre el solar de la antigua casa Mailusa, parte de cuyas plantas primera y segunda albergaron la escuela en la que estudiaron/estudiasteis muchas generaciones de bidankoztarras del siglo XX.

Apellidos bidankoztarras: Mendigacha

Como no podía ser de otra manera, esta vez analizaremos la historia del apellido Mendigacha en Vidángoz.
El apellido Mendigacha, en lo que a nuestro pueblo se refiere y hasta donde podemos llegar, llegó desde Burgui, y a ese pueblo había llegado una generación antes desde Garde. Bueno, realmente hubo algún Mendigacha que falleció en nuestro pueblo a principios del siglo XVIII, pero aquella raza, como se suele decir en Vidángoz, se extinguió, por lo que nos centraremos en los que han llegado hasta el presente.

Phelipe Mendigacha, el primero de su apellido del que tenemos noticia en Vidángoz.

Se da la circunstancia que el apellido Mendigacha llegó a Vidángoz por medio de tres hermanos naturales de Burgui y de apellidos Mendigacha Aysa con bastante diferencia de edad entre ellos y, por ello, casados a Vidángoz con bastante distancia en el tiempo.
Así, el primero que llegó a Vidángoz fue Esteban Mendigacha Aysa, que se casó en 1787 con María Mathea Martín Baines [Mendigatxa], siendo éstos los abuelos de Mariano Mendigacha. Esta pareja vivió en la casa que hoy conocemos como casa Mendigatxa, si bien Esteban falleció en Tudela en el contexto de la Guerra de la Convención (1793-1795) apenas ocho años después de casarse, habiendo dejado dos hijos: Manuel Julián (padre de Mariano) y María Ysidora (que se casó con uno de Calderero a casa Xereno). En casa Mendigatxa Manuel solo tuvo un hijo que llegó a viejo, Mariano, y éste casó a tres de sus hijos: Francisco e Inés con dos de Santxena, pasando el primero a casa Bernabel y quedándose la segunda en casa Mendigatxa, y Eusebia Felicia, que se casó a Ochagavía. Así, el apellido pasó a casa Bernabel y de ahí, por medio de Eusebio Mendigacha Mainz, a casa Fuertes (actual Azkue Enea).
Un hermano de Esteban, Juan Basilio Mendigacha Aysa, se casó en 1799 (cuatro años después de morir su hermano) con Francisca Ygnacia Mainz Esparz [Maizena], iniciando así el apellido Mendigacha su andadura en otra casa de Vidángoz. Basilio tuvo un hijo, Josef Joaquín, que heredó casa Maizena, y dos hijas, Luisa Francisca, que se casó a la antigua casa Mailusa (actual Ayuntamiento), y María Lorenza, que se casó a casa Montxonena. Por parte de las mujeres se detuvo la transmisión del apellido, y en casa Maizena Josef Joaquín tuvo siete hijas, todas chicas, con lo que el apellido Mendigacha tampoco llegó más lejos de una generación como segundo apellido. Además, cabe señalar que tanto Josef Joaquín como María Lorenza fallecieron en la epidemia de cólera que asoló Vidángoz durante finales de agosto y septiembre de 1855.
Un tercer hermano de Esteban y Basilio, Manuel Mendigacha Aysa, se casó en 1819 con María Manuela Barricart Sanz [Algarra]. Manuel tuvo cinco hijas (cuatro niñas y un niño) pero solo una, Ángela Custodia, llegó a mayor y heredó la casa, pero no tuvo descendencia, con lo que el apellido Mendigacha no tuvo más recorrido en esta casa.
Como veis, aunque parecía que el apellido Mendigacha era exclusivo de la casa homónima, realmente tuvo más recorrido en nuestro pueblo, habiendo pasado como primer apellido por un total de ocho casas repartidas por los cuatro barrios antiguos de Vidángoz.
Para terminar con este apellido, aunque su significado no está del todo claro, parece ser que procede de las palabras vascas ‘Mendi’+’gaitza’, que se podría traducir más o menos como ‘monte de difícil acceso’.
En cualquier caso, parece claro que el origen del mismo habría que situarlo en el barrio Mendigatxa de Isaba, otra de las villas del valle de Roncal.

Vidángoz en 1917

1917 no fue un buen año en lo demográfico para Vidángoz: nació menos gente (diez) que la que murió (trece), y si a esto le añadimos los que habrían emigrado, ya que en aquellos años muchos pusieron rumbo a Argentina, podemos concluir fácilmente que la población disminuyó aquel año. Al escaso número de nacimientos (la media en la década de 1910 fue de casi catorce nacidos/año) y a la emigración habría contribuido, probablemente, la I Guerra Mundial que estaba en curso. En el número de defunciones, tal vez también, ya que habría escasez de recursos. Sea como fuere, fallecieron en aquel año trece personas, cuando la media anual de aquella década fue ligeramente superior a ocho. En el capítulo de bodas, mal año también, con solo un enlace celebrado por los 3,5 matrimonios de media de la década de 1910. Pasemos a conocer los nacidos, casados y fallecidos en aquel año, en orden cronológico, así como sus casas de origen y destino.

Abundio Sanz Sanz [Danielna]

En 1917 nacieron Veremundo Artuch Urzainqui [Maisterra], Abundio Sanz Sanz [Danielna], Anastasia Artuch Jimeno [Largotena], Prudencio Landa Arguedas [Arotx], Domingo Hualde Gayarre [Pelaire], Dionisio Mainz Landa [Mux], Norberto Juanco Pérez [Paxapan], Casta Sanz Hualde [José María], Esteban Sanz Urzainqui [Arguedas] y N. Pérez Sanz [Santxena].
De estos diez nacidos, como en cualquier año, hubo de todo un poco: El de Santxena no llegó ni a tener nombre, murió al poco de nacer, y tampoco vivieron mucho Prudencio (falleció con poco más de cuatro meses de edad) y Casta (primogénita de casa José María y que vivió poco más de dos años). Cuatro de ellos fueron primogénitos en su casa (Veremundo, Abundio, Domingo y Casta), pero ninguno de ellos fue el que la heredó o siguió en la misma (Veremundo falleció en la Guerra Civil, Abundio se hizo religioso, Domingo se marchó a América y Casta falleció con solo dos años). Por último, señalar que la única mujer de la quinta que llegó a adulta lleva camino de llegar a ser centenaria (cumplirá un siglo el próximo 21 de abril), siguiendo los pasos de su madre, Donata Jimeno Ornat [Garro / Largotena], que ya alcanzó ese hito el 7 de agosto de 1991, tal y como recordábamos en el número 20 de Bidankozarte.

Félix Pasquel Salvoch [Paskel] y Tomasa Ornat Arguedas [Algarra/Paskel], único matrimonio que se formó en 1917.

En el capítulo de bodas, solo tenemos el enlace entre Félix Pasquel Salvoch [Paskel] y Tomasa Ornat Arguedas [Algarra / Paskel], que dio como fruto seis hijos.
En cuanto a los fallecidos, en 1917 perdieron la vida Francisca Pérez Mendigacha con 83 años [Antigua Mailusa, actual Casa Consistorial], Juana Monzón Juanco con 74 años [Monxon / Artutx], Felipa Mayo Urzainqui con 16 años [Rakax], Ciriaco Landa Urzainqui con 2 años [Arriola], Juana Miguela Mendigacha Aroza con 73 años [Maizena], Eladio Urzainqui Pérez con 7 meses [Kostiol], Gregoria Glaría Mayo con 88 años [Llabari], Prudencio Landa Arguedas con 4 meses [Arotx], Marcos Urzainqui Aroza con 69 años [Pantxo], Pedro Hualde Jiménez con 28 años [Pelaire], N. Pérez Sanz con 0 días [Santxena], Domingo Mainz Artuch con 67 años [Artutx / Molena] y Francisca Guinda Gárate con 62 años [Kurllo / Gaiarre]. Cabe reseñar que, quitando los cuatro niños fallecidos (cifra habitual en aquellos tiempos), solo dos de los otros nueve (Felipa y Pedro) fallecieron a una edad temprana para aquellos tiempos, los otros siete podríamos decir que llegaron a viejos, Gregoria incluso llegó a rozar los 90 años, que para aquellos tiempos era como ser centenaria en nuestros días.
Pues todo esto sucedió en el Vidángoz de 1917.

Mi reino por dos burros

Corría 1882 y era época de posguerra de la III Guerra Carlista (1872-1876). Parece evidente que sería época de crisis y por lo tanto habría poco trabajo y poco de comer.

Dos burros trajeron a José María Pascualena [Aizagar] por la calle de la amargura.

Así las cosas, el igariar José María Pascualena, casado a casa Bortasena (la actual casa Aizagar), había cruzado la muga en busca de trabajo. Tras varios días sin suerte, decidió volver a casa y en el camino se encontró con su convecina Francisca Pérez, de la antigua casa Mailusa [actual Casa Consistorial], que venía de visitar a un hijo suyo y traía consigo dos burros que había comprado. En casa Mailusa no había sitio para los burros todavía, y José Mª se ofreció a guardarlos esa noche.
Los carabineros se enteraron de que habían llegado al pueblo dos burros que no habían sido declarados en la aduana, y detuvieron tanto a José María como a Francisca.
Pese a que ambos coincidieron en su declaración y que Francisca exculpó a José Mª en todo momento, ambos se vieron inmersos en un proceso judicial por contrabando que terminaría reclamando a cada uno 700 pesetas.
Seguramente este asunto tenga relación con el abandono de casa Aizagar por parte de esta familia y la temprana muerte de José Mª Pascualena tan solo 4 años después, perdiendo así ‘su reino por dos burros’.

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