Posts Tagged ‘Casa Don Mikelna’

Topónimos perdidos

Ya hace algún tiempo que vengo consultando diversa documentación antigua con el objeto de poder ir hilvanando la historia de las diversas familias de Vidángoz, labor en la que son especialmente útiles los protocolos notariales. En ellos se pueden consultar escrituras desde hace cien años hacia atrás, para las que, en este estudio que realizo, resultan especialmente útiles los contratos matrimoniales, los testamentos, las donaciones y otros documentos que explican cómo las casas y otros bienes han ido pasando de unas manos a otras, de generacion en generación.

Por desgracia, en el caso de los nombres de las casas no suele haber suerte, pues parece ser que en nuestro valle o no le tenían tanto apego al nombre de la casa o bien nuestros notarios, al contrario que los de otros valles de la montaña, símplemente no veían necesario reflejar el nombre de la misma y preferían reflejar el del propietario. Aún así, es curioso que en Vidángoz, por ejemplo, haya casas que sigan manteniendo un nombre cuyo origen se remonta más de tres siglos atrás, pues su pervivencia se ha debido a la transmisión oral.

Pero, en el otro lado de la balanza, tenemos la toponimia, con la que no cabía otra forma de identificación: una huerta, un campo, un linar o una heredad había de ser identificada por el nombre del término en el que se encontraba, su superficie, y los linderos que tenía. Y aquí, a veces, nos encontramos con algunas sorpresas agradables, con topónimos que no conocíamos, algunos de los cuales no aparecen en los tratados oficiales sobre la toponimia del Valle de Roncal (Toponimia y Cartografía de Navarra: Valle de Roncal (1994)), aunque sí en Erronkari eta Ansoko toponimiaz (2008) en la mayoría de los casos.

Así pues, recuperamos del olvido algunos topónimos, pero en ocasiones no podremos ubicarlos en el mapa, pues cuando se reflejaron por escrito todo el mundo sabía a qué se referían, dónde estaban… y ahora nadie (o, quién sabe, igual en esto también alguien me da la sorpresa de conocerlo y poderlo ubicar).

Aquí van algunos ejemplos de los que he encontrado en los últimos meses:

En 1752, en un censo (préstamo) contraído por Pedro Garcés y Magdalena Salboch, uno de los bienes que se pone como fianza es un linar situado en el término de Pikaltea. En otro documento del mismo año se menciona como Pilaltea y se indica que esa finca linda con el río Biniés.

En ese mismo año, en una donación de bienes de Domingo Portaz y Pasquala Erlanz a Joseph Urzainqui y Elena Bertol (que fueron de herederos a casa de los primeros), se menciona una huerta en Kartxerea, término que también mencionaba Mendigacha en sus cartas y que parece corresponderse con lo que hoy en día llamamos Landeta.

En 1758, en un censo de la villa, vecinos y Concejo de Vidángoz, se cita entre diversos bienes sitos en nuestro territorio municipal una heredad en el término de Donestebe (al lado de la Hermita llamada la Virgen de la Concepción).

En 1769 se remataron varios bienes (por impago de un censo) de Juan Bertol y Mónica García, su mujer, entre los cuales se mencionan términos como La Frontera o Urkabiraneta (¿Urkabezarreta?).

Y para terminar, tres años después, en 1772, Pedro Agustín Hualde y Francisca Garde [casa Don Mikelna, actual casa Diego] donan varios bienes a un hijo clérigo, y uno de ellos se sitúa en el Alto de Argaraia, que, por la descripción que hace del mismo está en Azaltegia pero más arriba.

En apenas dos décadas investigadas someramente me han salido todos estos topónimos que hoy en día están desaparecidos, y los que quedarán… Tal vez algún día podamos incluso llegar a ubicarlos en base a las lindes de algunas de las fincas que se describen. Sería una buena manera de conocer mejor nuestro entorno y nuestro pasado a la vez.

Apellidos bidankoztarras: Pérez

El apellido elegido en esta ocasión no podía ser otro que Pérez. Es éste un caso curioso, pues habrá quien diga que este apellido u otros patronímicos (apellidos que hacen referencia al nombre del padre) como Sanz, Martínez, López… son castellanos y, por tanto, no pueden ser originarios de nuestro valle, pero el caso es que varios de ellos constan en nuestro valle desde hace seis siglos, esto es, desde antes incluso de que los apellidos empezaran a heredarse de padres a hijos. Y es que el apellido Pérez no significa otra cosa que ‘hijo de Pedro’ (en la época en la que el apellido se originó, en lugar de Pedro decían Pero o Pere – de ahí Pérez o Périz- o Petri -de ahí Petrotx).

Hecha esta reseña, vamos a conocer la historia del apellido en Vidángoz que, dicho sea de paso, tiene su miga.

John Periz, uno de los 6 vecinos apellidados Periz que aparecen en Vidángoz en el Libro de Fuegos de 1428

El primer Pérez que encontramos en Vidángoz es en 1428, donde entre los 64 vecinos (dueños de casas) del pueblo seis llevaban el apellido Periz (Sancho, Pero, John, Pero, John y John). Desde entonces, y tanto en los libros de fuegos como en los apeos de población donde se han ido anotando los nombres de todos los vecinos del pueblo, siempre ha habido algún Periz o Pérez como vecino/a (dueño/a de casa) en Vidángoz: en 1501, García, Sancho, Domingo, Sancho y Domingo Périz; En 1514, Johan, Johan, Johan y Sancho Périz; En 1612, Juan y Juanco Pérez; En 1613, Joan y Luca Pérez (ésta última consta como mujer de Joan de Ayesa); En 1634, Joan Périz; En 1645, Bartolomé y Joan Pérez; En 1677, Bartolomé, Juan, Blas y María Pérez; Y en 1726, Cathalina Pérez (que consta como viuda de Pedro Sanz y probablemente residente en casa Makurra o en casa Navarro).

Sin embargo, y como ya he señalado en anteriores ocasiones, solo podemos seguir fidedignamente el rastro familiar de los apellidos en nuestro pueblo desde aproximadamente 1700, así que, partiendo de ahí y hasta el presente, iremos viendo las diferentes ramas que ha tenido el apellido en Vidángoz y por qué casas ha pasado.

Señalaba que en ninguno de los documentos históricos hasta 1726 faltaba el apellido, pero en el último, en 1726, solo constaba Cathalina Pérez, viuda de Pedro Sanz, como vecina con el apellido, con lo que podríamos suponer que las líneas del apellido Pérez originarias del pueblo estaban a punto de desaparecer de Vidángoz. Es por ello que el apellido Pérez que ha habido en Vidángoz en prácticamente los tres últimos siglos ha llegado en algún momento de otro pueblo del valle (aunque quién sabe si no había llegado hasta allí procedente de Vidángoz…).

Así, la primera rama de Pérez que podemos rastrear se originó en 1734 con la llegada del burgiar Bernabé Pérez Martín a casa Lengorna, al casarse con la heredera de la casa, Pascuala Feliciana Hualde Urzainqui. En esa casa duró solo una generación, ya que volvió a heredar una hija (María Polonia), pero dos hijos de la casa se casaron a otras dos casas de Vidángoz, llevándose el apellido con ellos: Feliciano Valentín pasó en 1775 a casa Belttorna (actual casa Antxon) y Joseph Gabriel pasó en 1779 a casa Paxapán. De la primera saltó el apellido en posteriores generaciones a casa Marilusa (la casa que había donde hoy en día se encuentra el Ayuntamiento y que entonces tendría otro nombre) en 1832 por medio de Antonio Bernardo Pérez Clemente, a casa Laskorna en 1838 por medio de Ángel Custodio Pérez Clemente, a casa Makurra en 1869 por medio de Romualdo Domingo Pérez Sanz (que procedía de casa Laskorna), a casa Landarna en 1881 por medio de Modesto Crescencio Pérez Sanz (que procedía de casa Laskorna) y a casa Aristu en 1921 por medio de Felixa Pérez Jimeno (que procedía de casa Landarna). De casa Paxapán también pasó el apellido a casa Anarna en 1814 por medio de María Fermina Pérez Urzainqui, a casa Txestas en 1896 por medio de Fermín Anacleto Pérez Artieda y también a casa Matxín en la década de 1940 por medio de Teresa Pérez Urzainqui (que procedía de casa Txestas).

La segunda rama fue bastante más efímera y apenas duró una generación. Se originó con la llegada en 1791 del roncalés Vicente Pérez Arsuri, que se casó con la heredera de casa Aldaberna (actual casa Jimeno) Ana Joachina Onco Martín. Solo la hija que heredó la casa (y que se casó con el Jimeno que le da su nombre actual), Melchora Pascuala Pérez Onco, llegó a adulta, con lo que esa rama de Pérez se extinguió.

Casa Diego, sede de una de las ramas del apellido Pérez en Vidángoz desde 1797.

La tercera rama de Pérez llegó poco después, en 1797, de la mano del izabar José Joaquín Pérez Necochea, que se casó con la uztarroztar María Francisca Garde Hualde y vinieron de herederos a casa Don Mikelna (actual casa Diego), de donde era originaria la madre de María Francisca. De esta casa se extendió (aunque perduró poco en la mayoría de ellas) a casa Ornat en 1829 por medio de María Josefa Nicolasa Pérez Garde, Malkorna en 1842 por medio de Francisca Escolástica Pérez Garde, De la Villa vieja en 1875 por medio de Bernarda Romana Pérez Urzainqui, a casa Kurllo en 1877 por medio de Luisa Remona Pérez Urzainqui, a casa Kostiol en 1898 por medio de María Cruz Pérez Arriola, a casa Santxena en 1902 por medio de Dámaso Pérez Arriola, a casa del Secretario en 1936 por medio de Visitación Pérez Sanz (que procedía de casa Santxena), y a casa Peñeta en 1993 por medio de Francisco Javier Pérez Juanco.

Además de estas ramas que han tenido mayor recorrido por transmitirse el apellido del padre, también hubo varias mujeres Pérez del valle de Roncal (y una de Ezcároz) que se casaron a varias casas de Vidángoz: Pantxo (Teresa de Jesús Pérez Artica, de Burgui, entre 1856 y 1893), Inigizena (actual Peña) (Teresa de Jesús Pérez Artica, entre 1902 y 1905), Garro (Teresa de Jesús Pérez Artica, en 1910), Ornat (María Ignacia Pérez Artica, de Burgui, entre 1857 y 1903), Mendigatxa (Josefa Pérez Marco, de Uztárroz, entre 1852 y 1886), Fuertes (Francisca Xaviera Pérez Bere, de Ezcároz, entre 1851 y 1856 y también Cathalina Pérez Glaría, de Burgui, entre 1733 y 1753), Paxapán (Lucía Pérez Echeverri, de Garde, entre 1718 y 1753), Arguedas (Antonia Pérez Martín, de Burgui, entre 1734 y 1761), Mailusa (Estefanía Pérez Mayo, de Isaba, entre 1858 y 1864) y Malkorna (Juana Bautista Pérez Necochea, de Uztárroz, entre 1810 y 1811).

En resumen, en los últimos tres siglos ha habido Pérezes en más de un tercio de las casas de Vidángoz (28 de las 70-75 casas), así que todos seremos un poco Pérez. Y como mi padre solía decir, ‘¿Eres Pérez? Pues perecerás’.

Casa Diego

Arrancamos esta tercera vuelta sobre los nombres de las casas con casa Diego, la que, en la documentación, ha sido tradicionalmente la 3ª casa del barrio de Iriburua.

Fachada original de Casa Diego

Fachada original de Casa Diego

Y es que, si bien es bastante probable que casa Diego tenga un origen anterior a esa fecha, lo cierto es que como segura sólo podemos dar la fecha de 1724, que figura sobre una de sus ventanas y que, de no ser la fecha de construcción de la casa, indicaría al menos el año en el que se realizó en la misma una reforma importante.

En aquel entonces, la casa tendría un tamaño menor que el actual, y seguramente, su fachada original, que daba a la calle Salsipuedes (hoy en día al patio de Diego) sería simétrica. Posteriormente se habrían añadido el ala que queda por detrás de casa Montxonena y el ala que cierra el patio por la parte izquierda de la fachada original.

Piedra angular de la puerta de Casa Diego

Piedra angular de la puerta de Casa Diego

Pero la fachada original de casa Diego tiene varios detalles interesantes. El primero, la piedra que corona el arco de la puerta de entrada:

En ella figuran sendos lauburus, con orientaciones opuestas, entre los cuales hay una corona sobre una cruz cuya base se apoya en el monograma IHS, presente en varias casas de Vidángoz, y cuyo significado es Iesus Hominum Salvator, esto es, “Jesús Salvador de los Hombres”. Los lauburus vienen a interpretarse como un símbolo solar, empleado para evitar que entren “las tinieblas”, en este caso a la casa.

Dintel de ventana de Casa Diego

Dintel de ventana de Casa Diego

Otro de los elementos que destacan en la fachada es la piedra en la que se indica la fecha en la que se hizo la fachada, en la parte superior de la ventana central (imagen que queda sobre estas líneas). La hexapétala (flor de seis pétalos) que queda en medio de la inscripción es un símbolo de carácter protector asociado a creencias astrológicas, empleado en multitud de culturas desde antiguo. Es un elemento ampliamente utilizado en la decoración, y es por ello que también se puede observar en las estelas funerarias de la propia casa Diego y casa Bomba o dibujada en algunas arcas, braseros (Paskel) o demás elementos del hogar del propio Vidángoz.

Elemento contra el mal de ojo en la repisa de una ventana de Casa Diego

Elemento contra el mal de ojo en la repisa de una ventana de Casa Diego

El último detalle que nos falta, se encuentra semioculto en la repisa de la misma ventana que data la casa en 1724. Se trata en este caso de una cara tallada en piedra y situada justo encima de la puerta (imagen al pie de esta página). Se dice que este tipo de elementos se disponían en aquella época en las casas como precaución para que el “mal de ojo” no entrara en las casas, como si la cara tallada en la piedra fuera una especie de vigilante.

Estos detalles podrían ser una curiosidad sin más, si no fuera por el hecho de que en aquel momento, en 1724, vivía en la casa (y por lo tanto habría sido el encargado de hacerla/reformarla) el que por entonces era párroco de Vidángoz, Don Miguel Hualde. Chocante cuanto menos el hecho de encontrar los citados elementos de origen pagano y relacionados de alguna forma con la superstición (los lauburus y la hexapétala, la cara esculpida en piedra) en la casa de un religioso.

Dejando de lado los detalles, pasamos ahora al nombre de la casa, o mejor dicho a los nombres que ha ido teniendo la casa. Y es que antes que casa Diego, tal y como me decía mi padre, originario de la misma, se llamaba casa Don Miguelna o Don Mikelna, en referencia al anteriormente mencionado Don Miguel Hualde. Yo le decía “¿Cómo va a ser Don Miguelna? ¡Será Miguelna!”, a lo que él me respondía “Pero es que era un cura, y por eso llevaba el Don delante”. Y queda claro que estaba en lo cierto.

Posteriormente pasó a llamarse casa Diego, tomando el nombre de Diego Ramón Pérez Garde, nieto de una hermana de Don Miguel Hualde, de nombre Fermina, línea por la cual parece que se heredó la casa, ya que el padre de Diego era natural de Isaba y la madre de Uztárroz (hija de la sobredicha Fermina), pero se ve que en el mismo Vidángoz no quedaba familia que pudiera heredar la casa (o no los consideraban tan idóneos, a saber).

Por último, señalar que algunos también denominaban en su día a esta casa Sotana ter-ter, en referencia a que era una casa en la que siempre había curas. De hecho, en casa Diego hay una habitación que se conoce como “el cuarto de los curas”.

Placa en homenaje a Irene Pérez Goyeneche, natural de casa Diego

Placa en homenaje a Irene Pérez Goyeneche, natural de casa Diego

Curas o religiosos/as, al menos hasta hace bien poco, ya ha habido unos cuantos. Cuatro de los cinco hermanos Pérez Goyeneche que llegaron a adultos fueron religiosos: tres monjas, Irene, Natividad y Guadalupe, y un sacerdote, Santiago. Y a la primera de ellas hace referencia la placa que hay en la fachada actual de la casa, que da a la calle Mayor:

El año que viene se cumplirán 50 años de su muerte, con lo que trataré el tema con mayor profundidad.

Dejamos aquí lo referente a casa Diego, que, como ha podido verse, tiene su historia.

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