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Casa Laskorna

Volvemos al barrio de Iriburua, para dedicarle unas líneas a casa Laskorna. Pero… “¿casa Laskorna? ¿Y dices que está en Vidángoz? Pues no me suena…”. Seguro que esto pensáis más de uno… Pero vamos a ver que tiene su explicación.

Y es que casa Laskorna quedó vacía hace justo un siglo, en 1922, y desde entonces ha permanecido prácticamente deshabitada… bueno, no todo el tiempo. En los años que siguieron al final de la Guerra Civil, casa Laskorna, junto a sus vecinas casa Aizagar y casa Bortiri, alojó a los Batallones de Trabajadores que fueron traídos a nuestro pueblo a realizar trabajos forzados abriendo a pico y pala la caja de la proyectada carretera Igal-Vidángoz-Roncal.

Es de suponer que, si ya no estaría especialmente bien cuando quedó desocupada, después del paso de los prisioneros habría quedado bastante maltrecha, al igual que se indicaba con la vecina casa Aizagar, y ello llevó a su demolición en la década de 1940. A finales de los años ochenta, la familia Zinpintarna construyó sobre el solar de dicha casa una bajera o garaje, y ése es el edificio que ha llegado hasta nuestros días.

Pero volvamos atrás para saber qué fue o qué sabemos de la familia que habitaba casa Laskorna. En la década previa a quedar vacía, en la de 1910, habían ido dejando la casa por diversos motivos todos los hermanos Sanz Navarro, y llegado 1920 solo quedaban en casa Ángela Sanz Navarro y su madre, y también natural de la casa, Melchora Navarro Pérez. En 1922 Ángela se casó y la casa quedó vacía.

En aquel mismo año, y no sabemos si conviviendo con madre e hija antes de que ésta se casara o justo después de que la casa quedara deshabitada, pasó un breve periodo de tiempo, unos meses seguramente, Leonarda Urzainqui Urzainqui [Arguedas], de quien hablamos en su día en por su fallido intento de establecerse junto con su tía Jesusa en San Francisco (E.E.U.U.) tras haber enviudado en Iciz [ver Bidankozarte 27]. Pues bien, aquel intento fallido fue en julio de 1922, y, tal vez, al tener que regresar, se alojó brevemente en casa Laskorna hasta que partió de nuevo para dejar Vidángoz ya definitivamente.

Pero sigamos desde los hermanos Sanz Navarro hacia atrás. Bueno, hay que señalar que la casa quedó deshabitada en 1922, pero dos de aquellos hermanos se habían casado a otras casas de Vidángoz: Onesífora a casa Elizalde y Félix a casa Zinpintarna.

Los padres de los hermanos Sanz Navarro eran Fermín Modesto Sanz Urzainqui, de casa Calderero, y Melchora Navarro Pérez, de la casa. Ésta, a su vez, también había recibido la casa por línea materna, pues su madre Vicenta Pérez Sanz era de Laskorna y su padre, Fidel Navarro Mainz, de casa Danielna. Y Vicenta también heredó la casa de su madre, luego vemos, una vez más, que esa creencia de que heredaban solo los primogénitos y varones no era una regla ni mucho menos. Los padres de Vicenta eran Francisca Sanz Urzainqui, de la casa, y Ángel Pérez Clemente, de casa Belttorna (actual casa Antxon).

Los cabezas de familia de la generación anterior eran Juan Gregorio Sanz Onco, de casa Laskorna, y Juana Paula Urzainqui Mainz, de casa Pantxo. Y ya de Juan Gregorio, que nació en 1786, hacia atrás, es difícil saber quién era de la casa,  entraríamos en el terreno de la conjetura, por lo que dejaremos aquí el seguimiento genealógico de esta familia.

Para ir terminando, hablaremos delposible origen de su nombre. Vista la formación de los nombres que mantienen la terminación que denota posesión en uskara, –ena o –rna, está claro que Laskorna es “la de Lasko”, pero ¿qué clase de nombre es Lasko? En mi opinión originalmente sería Blaskorna, y con el tiempo y la pronunciación habría perdido la B inicial. Así, en Vidángoz tenemos los topónimos de Bilasko y Bilaskoarena, y en el valle existieron los apellidos Braskotx y Blásquiz. Bueno, y en el propio Vidángoz, entre los 15 dueños de fuegos (casas) que quedaron en 1350 tras el brote de peste negra, había un Blasco de nombre y un Blásquiz de apellido. Y también en 1309, y dando nombre a uno de los primeros bidankoztarras mencionados en la documentación con nombre propio, tenemos a “Blasco de Vidángoz, llamado Mordos”, un malhechor roncalés al que persiguió el merino de Pamplona Juan Lópiz de Urroz (saliéndose de su jurisdicción), quien lo atrapó y ahorcó.

Hasta aquí, pues, unas pinceladas sobre la historia, genealogía y posible origen del nombre de casa Laskorna.

¡Traen prisioneros! (1939)

Hace 75 años, hacía casi cinco meses que la última guerra civil había terminado. Bueno, para ser más precisos, y siguiendo al pie de la letra lo que señalaba el último parte de guerra, “han alcanzado las Tropas Nacionales sus últimos objetivos militares”. Pues eso, los objetivos militares, pero aún quedaban otros objetivos por conseguir.

Mapa de la carretera Igal-Vidángoz-Roncal que hicieron los prisioneros (Fuente: "Esclavos del franquismo en el Pirineo" (Txalaparta, 2006))

Mapa de la carretera Igal-Vidángoz-Roncal que hicieron los prisioneros (Fuente: "Esclavos del franquismo en el Pirineo" (Txalaparta, 2006))

Terminada la guerra el régimen decidió que los perdedores de la guerra, y por tanto “desafectos al régimen”, habían de ser los responsables de la “reconstrucción del país que ellos mismos habían destruido con la dinamita”, tal y como rezaba la propaganda franquista.

Así, aquel verano de 1939 llegaron a Roncal los primeros camiones cargados de prisioneros que integrados en los Batallones de Trabajadores, en otoño parte de aquel contingente llegó a Vidángoz y poco después, parte del mismo pasó a Igal. Todos ellos con la misión de “abrir la caja”, esto es, de excavar a pico y pala, el trazado de la carretera que había de unir los tres pueblos mencionados.

 

Monolito en homenaje a los esclavos del franquismo colocado en el Alto de Igal, entre Igal y Vidángoz (esculpido por Xabier De Zerio)Monolito en homenaje a los esclavos del franquismo colocado en el Alto de Igal, entre Igal y Vidángoz (esculpido por Xabier De Zerio)

Monolito en homenaje a los esclavos del franquismo colocado en el Alto de Igal, entre Igal y Vidángoz (esculpido por Xabier De Zerio)

El proyecto era algo largamente anhelado por los bidangoztarras, que ya lo habían solicitado anteriormente sin éxito y que, en su momento, había resultado menos prioritaria que la que llevaba a Burgui, realizada en la década de 1910. No obstante, ya en aquel momento hubo división de opiniones sobre qué carretera hacer primero, y tomada la decisión, sus detractores inventaron la siguiente copla: “Carretera de Vidángoz, carretera mal pensada: los de Txestas a Baraku y los de Burgui a Sagarraga”.

 

En cualquier caso, y viendo cercano el final de la guerra, a finales de marzo de 1939 el entonces alcalde de Vidángoz, Pedro Salvoch Salvoch (Salbotx /Calderero), aprovechó para insistir al gobierno con el proyecto. Dado que este tipo de infraestructuras en zonas cercanas a la frontera habían de ser aprobadas por el Ministerio de Guerra, recalcó en su misiva la importancia que el proyecto tendría en el aspecto defensivo, al permitir unir tres valles (los de los ríos Salazar, Binies y Esca) en una línea paralela a la frontera francesa y distante apenas 20 kilómetros de ésta.

Seguramente la decisión de construir la carretera ya estaría tomada, pero, por si acaso, el alcalde hizo su petición. Y sea como fuere, aquel otoño de 1939 llegaron una pila de “trabajadores”, un montón de prisioneros que serían usados como esclavos. Ellos y un montón de militarles que habrían de vigilarlos.

Portada del libro "Esclavos del franquismo en el Pirineo" (Txalaparta, 2006), imprescindible para conocer este episodio de nuestra historia.

Portada del libro "Esclavos del franquismo en el Pirineo" (Txalaparta, 2006), imprescindible para conocer este episodio de nuestra historia.

Pero lo que ni el alcalde ni ningún bidangoztarra había calculado era la magnitud del impacto que aquella obra iba a tener en la vida del pueblo, que vio duplicada su población (de 300 a 600 o 700 habitantes según las fuentes) en aquellos años de posguerra. Al contrario que en Roncal o en Igal, donde los prisioneros se alojaban en barracones fuera del pueblo, en Vidángoz los prisioneros convivían con los habitantes, ocupando tres casas contiguas que se encontraban deshabitadas en el momento de su llegada: casa Aizagar, casa Laskorna y casa Bortiri. Curiosamente, y como si se tratara de bajar más la moral al prisionero, las tres casas se encuentran en la calle Salsipuedes, como si se les estuviera retando. Los mandos, por su parte, ocuparon otras casas que también se encontraban libres en aquel momento, entre las que podemos citar casa Iriarte o casa Matxin, si bien seguro que hubo más.

En los primeros meses la disciplina con los prisioneros era férrea, con duros escarmientos e incluso la muerte para los que intentaban escapar (hubo al menos 3 muertos por este motivo en Vidángoz), y hubo escaso contacto con la población. El hacinamiento de los prisioneros en las tres casas de la calle Salsipuedes, las extenuantes jornadas de trabajo bajo las duras condiciones climáticas de nuestro entorno, agravadas por la pésima alimentación recibida, consecuencia en gran parte de la corrupción existente entre los militares, hacían de aquello un auténtico campo de concentración.

La pareja formada por el prisionero José Antonio Martínez Beitia y la bidangoztar Natividad Ezquer Pérez (ambos en la parte superior izquierda de la imagen) es una de las huellas de aquella época  (Fuente: "Esclavos del franquismo en el Pirineo" (Txalaparta, 2006))

La pareja formada por el prisionero José Antonio Martínez Beitia y la bidangoztar Natividad Ezquer Pérez (ambos en la parte superior izquierda de la imagen) es una de las huellas de aquella época (Fuente: "Esclavos del franquismo en el Pirineo" (Txalaparta, 2006))

En 1940 cambió el Batallón de Trabajadores, la disciplina se fue relajando ligeramente y el contacto con los bidangoztarras aumentó, despertando así también la solidaridad de algunos de ellos.

En el verano de 1941 los Batallones Disciplinarios de Trabajadores dejaron Vidángoz y la “caja” de la carretera ya abierta, carretera que habría de completarse en los años siguientes con el trabajo de jóvenes que realizaban el servicio militar de esta manera.

Del paso de estos prisioneros y de los militares por Vidángoz, de aquellos casi dos años, quedaron huellas: por un lado, la boda entre el prisionero José Antonio Martínez Beitia (Bilbao, Bizkaia) y la bidangoztar Natividad Ezquer Pérez (Landarna) (imagen junto a estas líneas); por otro lado, la boda entre el soldado Francisco González Zapico (Ciaño, Asturias) con la bidangoztar Patrocinio Sanz Hualde (José María).

En recuerdo de aquellos prisioneros, la asociación Memoriaren Bideak realiza desde 2004 un homenaje anual en el mes de junio en el alto de Igal (junto al monolito que aparece en la foto, obra del bidangoztar Xabier De Zerio).

Para conocer a fondo este tema, imprescindible el libro “Esclavos del franquismo en el Pirineo: La carretera Igal-Vidángoz-Roncal”, de Fernando Mendiola y Edurne Beaumont (Txalaparta, 2006) y los documentales “Desafectos: Esclavos de Franco en el Pirineo”, de la asociación Memoriaren Bideak (Eguzki bideoak, 2007), y Al enemigo, ni agua” (EITB, 2011).

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