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Apellidos bidankoztarras: Urzainqui

Esta vez vamos a conocer la historia del apellido Urzainqui en Vidángoz, un apellido que no es el más habitual en los últimos tres siglos de txiripa, y es que solo es superado por el apellido Sanz y por muy poco.

Así es que, siendo un apellido tan frecuente, os podéis imaginar que da un poco de pereza adentrarse en el berenjenal que supone estudiar un apellido tan extendido… pero algún día había que hacerlo, así que vamos a empezar por el principio.

José Mariano Urzainqui Urzainqui [Txestas] fue secretario del Ayuntamiento de Vidángoz durante 10 años a finales del Siglo XIX.

José Mariano Urzainqui Urzainqui [Txestas] fue secretario del Ayuntamiento de Vidángoz durante 10 años a finales del Siglo XIX.

¿Cuándo está documentado el primer Urzainqui en Vidángoz? Pues, hasta donde yo he indagado, parece que el primero en llevar ese apellido en Vidángoz lo encontramos en 1515 (y en 1501 no constaba), donde aparece un tal Blasco Urzaynquy, seguramente venido de Urzainqui (y es que inicialmente ese era el significado de este apellido, que hacía referencia a alguien natural del pueblo de Urzainqui que había salido de él para establecerse en otro sitio, en este caso en Vidángoz). Y es que en aquella época los apellidos todavía no se transmitían como hoy en todos los casos, digamos que estaban en proceso de fijación. Desde allí hasta un siglo más tarde, prácticamente, no he encontrado más Urzainquis (principalmente porque no hay apenas listados donde hacerlo).

Ya en 1605 aparece un Pedro Urzainqui en un proceso judicial de los Tribunales Reales de Navarra, donde consta entre los que han denunciado a otro vecino por injurias. Este mismo Urzainqui es quien vuelve a aparecer en unos documentos sobre rentas de 1612-1613, lo que hoy en día vendría a ser una especie de catastro. Y de aquí en adelante es donde comienza el boom de los Urzainqui, ya que apenas dos décadas después, en otro documento estadístico de 1634, ya hay cuatro Urzainquis entre los 85 vecinos o cabezas de familia de Vidángoz (no sabemos si todos son descendientes de aquel Pedro), tres en el barrio de Iriartea y uno en el de Iribarnea, aunque no podamos llegar a saber qué casa ocupaban. El número que se mantiene en los Apeos de población de 1645-1646, cuando uno de aquellos cuatro ha llegado a alcalde (Juan Urzainqui). En el Apeo de Población de 1677 ya son cinco los vecinos con este apellido, y uno de ellos tiene la circunstancia de ser pobre mendigante.

Casa Pantxo, probablemente sede de la saga más longeva de Urzainquis.

Casa Pantxo, probablemente sede de la saga más longeva de Urzainquis.

Ya en el siglo XVIII se mantiene la tendencia y el apellido sigue extendiéndose y llega a su máximo en el Apeo del año 1726, cuando en nueve casas el cabeza de familia (tres mujeres y seis hombres) lleva por primer apellido Urzainqui, siendo dos de las mujeres pobres de solemnidad, circunstancia tristemente frecuente en viudas y mozas (solteras).

No disponemos de más listados nominales hasta el siglo XIX, pero entonces, tanto en la matrícula parroquial de 1810 como en el listado de propietarios de 1816 hay ocho vecinos apellidados Urzainqui, cifra que con ligeros altibajos se mantendrá hasta nuestros días (9 en el catastro de 1847, 8 en el de 1883, 7 en el de 1898, 8 en el de 1916 y 7 en la matrícula parroquial de 1942).

Así pues, es fácil suponer que no habrá muchas casas en las que no habrá habido Urzainquis (y menos aún si tenemos en cuenta a las esposas, que no aparecen en los listados de vecinos por constar el nombre del marido como cabeza de familia). Así, por barrios, tenemos que en el barrio de Iriburua ha habido Urzainquis en las casas de Diego, Cosme, Laskorna, Lengorna y Arguedas; en el barrio de Iriartea en las casas de La Santa, Artutx (actual Pelairea), Algarra, Navarro y Hualderna; En Iribarnea, en casa de Xereno, Anarna, Kostiol, Pantxo, Ferniando, Ornat, Secretario, Arotx (actual Arbizu), Santxena, Maisterra, Rakax, Xapatero, Txestas, Landa y Llabari; Y en Egullorre, en casa de Malkorna, Xoko, Paxapan, Santos (actual Mailusa), Anxelmo (actual Calderero), Vicaría, Zinpintarna y Arriola.

En resumen, el apellido ha pasado por al menos 33 casas de las poco más de 70 que históricamente ha venido teniendo Vidángoz, casi la mitad.

Como dato curioso, señalar que hay varias casas en las que el apellido Urzainqui se ha mantenido durante muchas generaciones, como las casas Lengorna, Kostiol, Pantxo o Ferniando.

Así que podemos atrevernos a decir que todos seremos Urzainqui en cierto grado…

Casa Xoko

Cerramos esta cuarta vuelta sobre las casas de Vidángoz en casa Xoko, situada en el barrio de Egullorre, en la calle que en su día se llamaba San Pedro, si bien hoy el nombre de la vía ha cambiado y es San Pablo.

Casa Xoko tras el incendio (Diario de Navarra, 16/06/2005)

Casa Xoko tras el incendio (Diario de Navarra, 16/06/2005)

La casa está actualmente reconstruida como consecuencia del incendio que la devastó en junio de 2005, hace 10 años por estas fechas, cuando no quedaron más que las paredes exteriores.

Para entonces la casa llevaba más de 30 años deshabitada. De hecho, gracias a una anotación de Don Nicolás, sabemos la fecha exacta en la que la última familia que residió en esta casa decidió “cerrarla”: el 7 de octubre de 1974. Aquel día de otoño el matrimonio formado por Marino Juanco Pérez (Paxapan / Xoko) y Capitolina Aldunate (Ujué) y su hija Clara Isabel, de 22 años, decidieron seguir el camino que ya habían tomado muchos de sus vecinos y dejaron Vidángoz. El hijo mayor de la pareja, Jesús María, que entonces contaba 24 años, había tomado los hábitos de capuchino y ya residía en Pamplona, y teniendo Clara Isabel 22 años, debieron de pensar que era el momento de mirar hacia un futuro que no veían en el pueblo. Pero esta familia no era originaria de la casa, sino que llegaron a ella al casarse Marino y la Capi en junio de 1949. Entonces, ¿quién vivía en la casa anteriormente y qué fue de ellos?

Ruta similar a la que habrían hecho los bidankoztarras que emigraron a Argentina

Ruta similar a la que habrían hecho los bidankoztarras que emigraron a Argentina

Pues la familia que habitaba la casa con anterioridad, que era la originaria de la misma, la había dejado poco tiempo antes, a mediados de la primavera de 1949, cuando tomaron en Bilbao el barco Entre Ríos con destino a Argentina, llegando a Buenos Aires el 20 de mayo de ese mismo año. Se trata de la familia Rodrigo Urzainqui, y como últimos habitantes de la casa constan Simona Urzainqui Fuertes (viuda de Florencio Rodrigo Mendigatxa [Maizena /  Xoko]), y sus sobrinas/hijastras e hija (ya que, aunque tienen los mismos apellidos, algunas eran hijas del matrimonio entre Florencio y Braulia Urzainqui Fuertes, hermana de Simona), Valeria Rodrigo Urzainqui, Dolores Rodrigo Urzainqui, Filomena Rodrigo Urzainqui, Rufina Rodrigo Urzainqui y María Ángela Rodrigo Urzainqui, que contaban entonces entre 29 y 11 años.

De 1949 hacia atrás, la historia de esta casa está durante cierto tiempo ligada a la emigración a Argentina, y es que, el que fuera cabeza de familia de las Rodrigo Urzainqui, Florencio, realizó al menos dos viajes al nuevo mundo y, al parecer, hizo las américas. Sabemos que Florencio tomó un primer barco hacia Argentina en 1905, probablemente su primer viaje, cuando tenía 25 años. Y sabemos que, tras casarse con Braulia Urzainqui Fuertes en Vidángoz en 1919, volvió junto con su esposa al otro lado del charco donde nacieron, al menos, tres de sus hijos, de nombres Valeria, Ceferino y Juana, muriendo estos dos últimos cuando la pareja ya había vuelto definitivamente a Vidángoz, hacia 1925.

Barco en el que viajó en 1905 Florencio Rodrigo a Argentina, similar al que habrían usado los demás que "cruzaron el charco"

Barco en el que viajó en 1905 Florencio Rodrigo a Argentina, similar al que habrían usado los demás que «cruzaron el charco»

Estuvieron unos años en Vidángoz, donde nacieron Dolores, Filomena y Rufina y, al mismo tiempo, murieron Ceferino y Juana. El matrimonio y sus hijos cambiaron su residencia a Pamplona (donde tuvieron al menos otro hijo, José Miguel, que murió en Vidángoz en 1938, con 4 años de edad) probablemente en 1930, y allí permanecieron hasta que, la guerra civil por un lado y la muerte de Braulia por otro, hicieron que la familia volviera a Vidángoz, donde Florencio volvió a casarse con Simona, la hermana de su difunta esposa, con quien aún tuvo otra hija, Mª Ángela.

Casa Xoko, poco antes de quemarse (Foto: Xabier de Zerio, 2004)

Casa Xoko, poco antes de quemarse (Foto: Xabier de Zerio, 2004)

Pero Florencio y Braulia no fueron los únicos de Xoko en emigrar. De casa Xoko también emigraron, al menos, tres hermanos de Braulia y Simona, llamados Narciso, Juan y Andrés. Narciso Urzainqui Fuertes sabemos que partió en 1922 y, al igual que los demás americanos de casa Xoko (y que varios bidankoztarras más), también se estableció en Bahía Blanca, aunque ahí se le pierde la pista. De Juan Urzainqui Fuertes sabemos que incluso llegó a casarse en Bahía Blanca en 1935 con Ángela Urra Urrutia, seguramente hija de emigrantes navarros. Y de Andrés, aunque no hay datos, fuentes familiares indican que también emigró y se instaló en Buenos Aires, donde se casó y tuvo descendencia.

En las generaciones anteriores a ésta, es posible que también alguno emigrara, si bien no he podido confirmarlo hasta la fecha. De ser así, tal vez aquellos primeros emigrantes habrían servido de referencia a los que posteriormente decidieron hacer la maleta y cruzar el charco.

1944 - Los maquis hicieron que casa Xoko se convirtiera en un escondite improvisado

1944 – Los maquis hicieron que casa Xoko se convirtiera en un escondite improvisado

Para terminar con la historia de la casa, y relacionado con el edificio propiamente, una anécdota que nos lleva al otoño de 1944. En aquellos días los maquis, la guerrilla antifranquista, habían penetrado por diversos puntos de los Pirineos y, un día en concreto, la llegada de los maquis a Vidángoz parecía inminente. Tanto era así, que varias decenas de bidankoztarras cogieron alguna cosa de valor que pudieran tener y marcharon a casa Xoko a esconderse. ¿Y por qué a esa casa? Pues porque en ella existía la trampa, un habitáculo oculto bajo el suelo de la cuadra que no encontraría alguien que no conociera la casa. Finalmente los maquis no llegaron, pero la anécdota queda ahí.

En cuanto al nombre, es creencia común (y tal vez cierto, aunque dejaré ver alguna duda) que se llama casa Xoko debido a su ubicación original, en el txoko, en el rincón que formaban casa Montes, la propia casa Xoko y la actual casa Elizarena (casa Paxapan antigua). Podría ser, y tendría sentido… pero, por un lado, la evolución fonética del nombre, con esa pronunciación “x” al inicio, como en Monxon o en Xapatero, indicaría que más que de txoko, provendría de Zoko, tal vez por alguien que llevara ese apellido o por un mote. Y por otro lado, y ahondando en esa segunda posibilidad, hay en el Archivo General de Navarra un proceso fechado en 1830 que enfrenta a “Santiago Sanz, dueño de la casa Zoco” contra “Pascual Anaut, dueño de la casa Neguicena” (Inigizena, actual casa Peña). Y ahí tenemos el Zoko otra vez.

Sea como fuere, casa Xoko, otra casa con su historia y sus curiosidades.

Casa Montes / Casa Garín

En esta ocasión la casa que nos ocupa, llamada en sus últimos tiempos casa Montes, ya no existe, sólo queda su solar al lado de casa Xoko, en la antigua calle de San Pedro del barrio de Egullorre, aunque en la foto que acompaña a este artículo, que data del año 1958, podemos ver parcialmente cómo era. Si no es la única imagen de la casa que hay, sí que seguramente será la última antes de que fuera demolida. Y es que la foto corresponde al día de la doble boda de los hermanos Venancio y Trinidad Montes Fuertes, que se celebró el mismo día.

Casa Montes en 1958.

Día de boda en casa Montes, en 1958.

La familia Montes Fuertes fue la última en residir en esta casa. Posteriormente, y antes de su demolición fue utilizada un breve espacio de tiempo por la Cooperativa Textil de Vidángoz, que posteriormente se trasladaría a casa Malkorna.

Antes de los Montes Fuertes, a finales de la década de 1910 y principios de la de 1920 y por un breve espacio de tiempo, ocupó la casa la familia Jimeno Mendigacha. Realmente la casa la ocuparon Amalia Mendigacha Mainz (Bernabé) y sus hijos, Irene y Bernardino. El marido de Amalia, Doroteo Jimeno (Llabari), por lo que indican los libros de matrículas, estaba ausente, no sabemos si emigrado a América o en Francia o dónde, el caso es que en Vidángoz no estaba.

Como se puede ver, ninguno de los cónyuges de esta pareja era natural de la casa. Entonces, ¿cómo “cayeron” a esta casa? Porque la familia, en principio, residía en casa Llabari. Y aquí llega la parte oscura de la historia de esta casa. La familia Jimeno Mendigacha compró la casa a principios de 1918 a Jacinto Garín Benedet, antiguo propietario de la casa y de quien hablaremos posteriormente. Jacinto era ya un anciano viudo que se había quedado solo en Vidángoz (sus hijas estaban fuera) y, vista su situación, decidió vender la casa para irse a terminar sus días a las Hermanitas de los Pobres de Pamplona. Hasta aquí normal.

El caso es que, cuando Jacinto iba a ir a Pamplona a “hacer algún negocio” o simplemente a negociar su ingreso en las “Hermanitas” a cambio de una especie de “dote”, y para evitar que le robaran o que perdiera el dinero por el camino, le dio las mil pesetas que había de llevar junto con una camisa a Amalia Mendigacha, que acababa de comprar su casa, para que cosiera el bolsillo en el que iba a llevar el dinero, de tal forma que quedara cerrado. Y el pobre Jacinto llegó a Pamplona, fue a sacar el dinero… Y allí no había nada más que papel de periódicos. Luego vino el juicio y demás, pero esto lo dejaremos para otra ocasión. El caso es que, a resultas de esto, el matrimonio Jimeno Mendigacha perdió media casa (la que correspondía a Amalia Mendigacha como bienes gananciales), pero aun así, la madre y sus dos hijos vivieron en la casa entre 1919 y 1921, año en que murió Amalia con tan solo 32 años.

Después de esta truculenta historia, volvemos a  la sucesión de la casa. Decíamos que el anterior dueño había sido Jacinto Garín Benedet, que era natural de Pintano (Aragón), aunque casado con una bidangoztarra, Francisca Pascualena Salvoch (Aizagar/Garín). Es por este Jacinto que la casa, antes de ser conocida como casa Montes era denominada casa Garín. La familia Garín Pascualena aparece en las matrículas parroquiales como habitante de esta casa desde 1892. Antes de esa fecha, y al menos desde 1861, la casa no figura como habitada.

De ese periodo anterior, y no sabiendo cuándo se construyó la casa, aunque parece que es una casa relativamente nueva, solo nos queda en forma de pista su nombre antiguo, que mencionaban tanto Crisanto Pasquel (Paskel) como Valentina Landa (Arriola/Landarna/Llabari): casa Murri. El nombre se debería a al apodo que tendría algún habitante de la casa, no sabemos si el propio Jacinto Garín o alguno anterior. Sea como fuere “murri” significa en euskera “escaso”, con lo cual tal vez aquel al que llamaban “murri” sería lo que hoy diríamos un “miserias”, uno que siempre anda intentando usar/gastar lo mínimo posible.

Casa Montes, casa Garín o casa Murri, otra casa con historia.

Casa Malkorna

Cerramos la segunda vuelta de nombres de casas en barrio de Egullorre, y es el turno de casa Malkorna, cuya historia es algo diferente a la mayoría de las casas de Vidángoz. Y es que casa Malkorna ha tenido muchas idas y venidas en, al menos, estos últimos dos siglos.

Aspecto actual de casa Malkorna (2013)

Aspecto actual de casa Malkorna (2013)

Pero empecemos por el nombre, que también en eso la casa parece ciertamente distinto al resto de casas de Vidángoz, ya que parece que no hace referencia al nombre del propietario en alguna época. Y es que, la hipótesis más lógica, sería que el nombre viniera de “malkor” (peña) + “-na” (sufijo posesivo), con lo cual vendría a significar “la (casa) de la peña”, ya que la casa está asentada encima de una peña. Otra acepción propone para “malkor” el significado “precipicio”, que, tal vez, tampoco sería descartable.

El caso es que, de ser éste su origen, no acabaría de coincidir con la regla general a la hora de nombrar las casas de Vidángoz en Euskera. Me explico: los nombres de casa que acaban en –RNA (Landarna, Lengorna, Hualderna) tienen esa terminación porque el nombre al que se unen (Landa, Lengo, Hualde) termina en vocal. Si atendemos a esta regla, el nombre Malkorna provendría de “Malko”, que en Euskera significa “lágrima” y que, en este sentido, solo tendría sentido como apodo de uno de los antiguos habitantes de la casa.

En mi opinión, la explicación más probable es la primera, y, por algún motivo, no sigue la norma general. Tal vez inicialmente se llamaba Malkorrana o Malkorrena y la pronunciación popular se encargó de recortarlo.

Y vamos ahora con lo referente a la historia más o menos reciente de casa Malkorna. Esta casa es de las pocas que prácticamente no ha estado habitada continuamente en los últimos 100 años, y es probable que la situación venga de antiguo, como se podrá comprobar con los comentarios siguientes.

Y es que, hace pocos años, casa Malkorna fue reconstruida por los hermanos Juan Ignacio, Jesús y Joaquín María Sanz Iriarte (Txantxolit) dando lugar a tres viviendas.

Exterior de casa Malkorna en su etapa de matadero municipal

Exterior de casa Malkorna en su etapa de matadero municipal

Antes, a finales de la década de 1960 y durante la de 1970, casa Malkorna fue sede de la Cooperativa Textil de Vidángoz, ya que, por aquel entonces, el edificio era propiedad del ayuntamiento.

Pocos años antes, en 1963, el ayuntamiento de Vidángoz había construido en el solar de casa Malkorna el matadero municipal, edificio que había de sustituir a su antecesor, que estaba situado en la especie de plaza que queda entre casa Pexenena, Lixalte e Iturriondo, y que desapareció con las obras de construcción de la travesía, de la carretera que atraviesa Vidángoz (hasta entonces solo llegaba hasta la “puerta Santxena”), en los años 50. Pero apenas se usó como matadero.

Recorte del Diario de Navarra del 19/02/1933

Recorte del Diario de Navarra del 19/02/1933

Con anterioridad a su adquisición por parte del ayuntamiento, casa Malkorna se incendió en febrero de 1933 y quedó como se ve en la imagen. Trinidad Montes Fuertes (Montes/Hualderna), que en el momento del fuego contaba entonces cerca de 4 años, recordaba cómo el balcón de casa Montes, ya desaparecida y situada prácticamente en frente, se llenó de gente que veía arder, impotente, la casa vecina.

En el recorte de prensa que informa del suceso, ya se da noticia de que la casa llevaba mucho tiempo deshabitada y en el momento del incendio era utilizada como pajar. Su propietario en aquel entonces, Ramón Aizagar, residía en Jaurrieta.

Así quedó casa Malkorna tras el incendio de 1933

Así quedó casa Malkorna tras el incendio de 1933

Y antes del incendio, parece que estuvo deshabitada, al menos, desde 1861, año en el que se empiezan a registrar las matrículas parroquiales (la lista de almas que habitan Vidángoz).

De lo que ocurrió con anterioridad, hay que hacer hipótesis. El último en habitar la casa que heredó fue Juan Miguel Hualde Mayo, que se casó con Francisca Escolástica Pérez Garde (Diego) y llegaron a tener dos hijos en Vidángoz. En el mismo año en que nació el segundo de ellos, 1846, murió el padre de Juan Miguel Hualde, Pedro Fermín Hualde Urzainqui (Malkorna) y es probable que en ese mismo año o en el siguiente se marchara de Vidángoz toda la familia (la viuda, el matrimonio y los dos hijos). En cualquier caso desaparecieron sin dejar rastro entre 1846 y 1861.

Señalar como curiosidad, que en esta casa nació el famoso Pedro Prudencio Hualde Mayo (Malkorna/Vicaría),  y no en casa Racax como se dice en la placa de aquella fachada. El error se debe a que un hermano de Pedro Prudencio y Juan Miguel, de nombre José Ramón, se casó a casa Racax, y como era el único Hualde Mayo que dejó descendencia en Vidángoz, esto pudo llevar a pensar que ésta era la casa originaria del euskalzale Prudencio Hualde que, junto con Mariano Mendigacha (Mendigatxa), contribuyó a dejar un importante legado sobre el Uskara que se hablaba en Vidángoz.

Casa Pelaire

Egullorre es el último barrio en el que entra el recorrido que tradicionalmente se hacía a la hora de documentar las casas de Vidángoz, aunque, en opinión de los entendidos, hay indicios que hacen pensar que éste habría sido el barrio “primigenio” de Vidángoz, tal vez el único que existiría en aquella época en la que convivían los dos Vidángoz.

De acuerdo con el citado recorrido, la primera casa por la que se pasaba en el barrio de Egullorre era la conocida como casa Pelaire. Pelaire, tal y como se recoge en el “Vocabulario Navarro” de José María Iribarren, es el nombre que se daba a los que hacían colchones, por lo general de lana.

Fachada de casa Pelaire

Fachada de casa Pelaire

Y en el caso de esta casa en concreto, y si uno no tuviera más datos que los del pasado reciente, se da la circunstancia de que Silvestre Asín Cemboráin, viudo de Uscarrés que se casó a esta casa en 1919, provenía de casa Pelaire de Uscarrés, con lo que podía ser que el nombre con el que se habría “rebautizado” popularmente la casa fuera el nombre con el que se conocía al nuevo hombre de la casa, que le venía dado por el nombre de su casa nativa. Y, según informaba un hijo suyo, en su juventud incluso había ejercido de pelaire, con lo que, si el nombre de la casa no le viene de ahí, sería una gran coincidencia.

El caso es que si nos remontamos a los propietarios anteriores de la casa, hasta 1919 llevaban el apellido Hualde. El último Hualde que figuró como propietario de la casa fue Pedro Miguel Hualde Jiménez, que murió en el citado año. Fueron dueños antes que él su padre, Miguel Ramón Hualde Salvoch, y su abuelo, Juan Pascual Hualde Anaut. Hasta aquí, todo normal y todos Hualde.

Pero resulta que el padre de Juan Pascual Hualde Anaut era Tomás Hualde Pelairea, y podría ser que el oriundo de esta casa fuera alguno de apellido Pelairea.

Puerta de casa Pelaire, en su día el nº 1 de la desaparecida calle San Pedro

Puerta de casa Pelaire, en su día el nº 1 de la desaparecida calle San Pedro

Rebuscando un poco más resulta que sí, que este Tomás Hualde Pelairea heredó la casa de la que era originaria su madre (su padre también era de Vidángoz, pero de otra casa). La madre se llamaba Vizenta Pelayrea Hualde, y su padre era originario de Ustés (por cierto que, el nombre de la actual casa Pelairea se debe también a un originario de Ustés, Cosme Pelairea, que se casó en 1903 con Maximina Fuertes) y con el que vino ese apellido Pelayrea a Vidángoz, aunque su presencia fuera efímera. Y, nuevamente, resulta que una generación antes de este Pelayrea, en casa Pelaire llevaban también el apellido Hualde.

Así que, tal vez el nombre de esta casa, después de todo, tenga origen en Almiradío o en Salazar, en alguna casa de nombre Pelaire, que habría venido unido al nombre de algún hijo de la casa. O tal vez ni lo uno ni lo otro y resulta que el nombre se lo debe a alguno de los Hualdes mencionados que ejerciera de pelaire. Cada cual, que saque sus conclusiones.

De casa Pelaire, precisamente, era originario el sacerdote Ciriaco Asín Gayarre, mencionado como colaborador del “Vocabulario Navarro”, del que casualmente hemos sacado la definición de pelaire.

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