Posts Tagged ‘Bardenas’

Marcas de las ovejas de las casas de Vidángoz (I)

Hasta hace unas pocas décadas el ganado era el medio de vida fundamental de más de la mitad de las familias de Vidángoz, bien por ser dueñas de un rebaño más o menos grande, bien por trabajar algún miembro de la familia como pastor a sueldo para otros.

Una oveja de casa Diego, marcada con una ‘V’, tal y como figura sobre la entrada del corral de Diego en Ziberria.

Decimos ‘ganado’ y sobreentendemos con esto el ovino o lanar, y es este nombre el que explica el porqué de la importancia de las ovejas, y no es por su carne ni por la leche que daban y con la que se fabrica el famoso queso del Roncal, sino por la riqueza que en tiempos pasados suponía el comercio de la lana. Y es que no necesitamos irnos tan atrás en el tiempo para encontrarnos con datos sorprendentes al respecto: hace apenas cien años, cuando Mendigacha escribió a Azkue sus famosas cartas, Mariano comentaba que las ovejas se esquilaban cuatro veces al año (‘en marzo, en junio, en la San Miguelada y en San Andrés’). Recuerdo haberlo comentado con mi padre y éste decía que aquello no podía ser, pero a la vista está que así era.

Bueno, pues hecha esta introducción, y teniendo en cuenta la cantidad de rebaños diferentes que podían confluir en un espacio más o menos reducido (bien en las Bardenas, bien en los puertos del valle de Roncal), está claro que era de capital importancia el poder reconocer la propiedad de las ovejas. Para ello se empleaban dos tipos de marcaje: muescas en las orejas de las ovejas y marcas de pez en el cuerpo de los animales. En esta ocasión nos centraremos en las segundas.

Javier ‘el de Diego’ con unas ovejas cuya marca no es la de casa Diego

Y antes de meternos en harina, señalar que, al contrario de lo que podríamos pensar y de la misma manera que sucede con los nombres de las casas, ni unos ni otros se mantienen necesariamente en el tiempo y pueden cambiar. Así, a modo de ejemplo, tenemos que la marca antigua de casa Calderero era una ‘C’, que se corresponde con la inicial del apellido de José Calderero, a quien la casa debe su nombre actual. Sin embargo, una generación después el cabeza de familia pasó a ser Pedro Salvoch [Salbotx/Calderero], y la marca de las ovejas dejó de ser una ‘C’ para ser ‘PS’, iniciales de Pedro Salvoch.

Pese a la importancia que, en principio, parece que tendría este marcaje del ganado, apenas he encontrado rastro en la documentación que diga a quién pertenecía cada marca, seguramente porque era algo que todos conocían y se daba por sentado.

En ese sentido, y por lo investigado a la fecha, solo he encontrado un listado de ese tipo, y se debe a una epidemia de viruela que afectó al ganado ovino en el verano de 1940. Se decretó una cuarentena de todos los rebaños y se solicitó a los ayuntamientos información de todos los ganados que se encontraban en aquel momento en cada término municipal, en qué paraje se encontraban, quién era su dueño y qué marca identificativa tenían los animales de cada cabaña. De este modo tenemos noticia de once rebaños que había en aquel verano pastando en los montes de Vidángoz (lo cual no quiere decir que fueran todos los que había en el pueblo en aquel momento, ya que habría otros rebaños pastando en comunes del valle, en Belagua por ejemplo, o en otros términos municipales.

Los ganados mencionados en dicho listado y sus marcas son los siguientes:

Antonio Mainz [Aristu]:……………….O
Gabriel Salvoch [Salbotx]:……………
Blas Sanz [Arguedas]: …………………A
Felipa Sanz [Fuertes]: …………………M
Marta Urzainqui [Maisterra]: ……..M
Simona Urzainqui [Xoko]: …………..R
Agustín Salvoch [Jimeno]: …………..G
Pedro Salvoch [Calderero]: …………PS
Manuela Salvoch [Kurllo]: …………..
Francisco Mainz [Mendigatxa]: …..M
Juan Miguel Artuch [Largotena]: …T

Como podéis ver, no aparecen todas las que conocemos y alguna de las que aparecen ahora la asociaríamos a otra casa. Así que, este tema tendrá que tener segunda parte… o tal vez más.

De bandidos y roncaleses en la Bardena

Mi padre, como tantos otros pastores de Vidángoz, no bajaba a las Bardenas, sino a la Bardena (seguramente porque el término Bardenas era para englobar un todo: la Bardena Blanca, la Bardena Negra y el Plano). Aquel era el destino donde de muchos pastores de Vidángoz pasaban buena parte del año, como lo atestigua una pequeña copla que se solía recitar en la Ribera:

A la Bardena del Rey
ya llegan los roncaleses,
a comer migas con sebo
por lo menos siete meses.

El bandolero, una figura presente en muchas culturas y lugares [Fuente: ciclotours.es]

Siete meses dice la tonada, pero a veces casi llegaba hasta nueve. Bueno, el caso es que lejos de lo que nos pueda parecer hoy en día, la Bardena debía de ser un territorio lleno de vida a juzgar por la cantidad de pastores que allí pasaban el invierno. Pero es que, además de los pastores, había todo un mundo en aquel entorno bardenero. Y, como no podía ser de otra forma, también hay historias más o menos escabrosas. De entre todas las que hay, para esta ocasión he escogido una que tiene por protagonista a un pastor de Vidángoz llamado Andrés Ezquer.

Andrés, como todos los roncaleses que andaban por allí, iba vestido con el traje típico que, lejos de ser una mera forma de vestir o moda, era una especie de carné de identidad, de carta de presentación: ¡ahí va un roncalés!. Ser y, por tanto, vestir de roncalés daba cierto prestigio y respeto.

El caso es que, allá por 1573 ,fueron detenidos Andrés Ezquer, de Vidángoz, y Pedro Portaz, de Garde, como sospechosos de diversos hurtos, asalto de caminos y muertes cerca de Caparroso. Por lo que se ve, había algún indicio de que los autores iban vestidos de roncaleses y detuvieron a los dos citados.

En su defensa alegaron los pastores roncaleses que había malhechores que usaban nuestro traje típico, que se disfrazaban de roncaleses, para realizar sus acciones. Esta práctica, al parecer, no era nueva y tampoco era ésta la primera vez que sucedía… ni sería la última.

Sea como fuere, finalmente los dos pastores roncaleses consiguieron demostrar su inocencia y fueron absueltos. Quien quiera profundizar en el tema, puede consultarlo en el Archivo General de Navarra, Proceso nº 098078 o bien, de manera más breve, el libro ‘El bandolero y la frontera’ (edit. Iberoamericana Vervuert, 2006), de Daniel Sánchez Aguirreolea.

La conquista de Navarra y Vidángoz (1512)

Vidángoz, como el valle de Roncal y Navarra entera, se encontraba por estas fechas hace 500 años intentando reaccionar a la invasión que Castilla había realizado a finales de julio.

El escudo de armas del valle de Roncal en el libro de armería de Navarra

El escudo de armas del valle de Roncal en el libro de armería de Navarra

Los roncaleses, que desde tiempos inmemoriales venían siendo hombres de armas tomar (literalmente), no estaban dispuestos a someterse tan fácilmente. Cómo serían de guerreros, cuando en diversas fuentes se menciona a los roncaleses como “soldados de élite” del ejército navarro.

En el recuerdo (y mucho más atrás) quedaban las batallas contra los musulmanes, la batalla de Roncesvalles y muchas más que habían hecho crecer la leyenda alrededor del carácter guerrero de los roncaleses, incluso las recientes disputas por el goce de las Bardenas, acaecidas apenas 20 años antes (1490).

Es por ello que, en aquel julio de 1512, los únicos en salir al paso de la comitiva castellana que entraba por la Sakana fueron un puñado de roncaleses (200 según algunos, hasta 800 según otros), en el desfiladero de Oskia.

Escudo de armas de Navarra

Escudo de armas de Navarra

Vistas sus pocas posibilidades debieron de retirarse pronto y tras pasar agosto y a instancias de su rey, Juan III, se rindieron a principios de septiembre… si bien empezaron a preparar el contraataque, que se produciría apenas mes y medio después.

A lo largo del otoño de 1512, el rey Juan III entró por el pirineo y recuperó para su causa el castillo de Burgui y fue reuniendo a los que todavía le eran leales.

En este primer contraataque del otoño de 1512, los roncaleses aún protagonizaron algún capítulo memorable más, como aquel en el que 100 roncaleses que se dirigían a la Ribera pusieron en fuga a una pila de aragoneses (entre 250 y 600 según las fuentes).

Los intentos fueron en vano y, conforme terminaba el otoño, los castellanos recuperaron el control de la situación y muchos roncaleses fueron condenados a muerte por ser leales a su rey legítimo.

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