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100 años de la muerte de Mendigacha

Tal día como hoy hace 100 años, el 31 de julio de 1918, fallecía en su casa nativa en Vidángoz, en casa Mendigatxa, Mariano Saturnino Mendigacha Ornat y, como él mismo habría dicho, «de una enfermedad llamada 86 años (de edad)«. Mariano murió de ‘senectud‘, de viejo que diríamos ahora, pero no murió su legado.

Gracias a él hoy conocemos en gran medida cómo era el dialecto del euskera que se hablaba en el valle de Roncal, denominado Erronkariera, Erronkariko uskara o simplemente Uskara, que con la muerte de Mariano dio un gran paso hacia su desaparición de Vidángoz después de siglos como lengua de uso cotidiano.

Es por ello que el próximo sábado 1 de septiembre le tributaremos en su pueblo, en Vidángoz, un merecido homenaje del que iremos avanzando detalles más adelante.

A continuación, el artículo que, con motivo del centenario de la muerte de Mariano Mendigacha, ha sido publicado en diversos medios:
 
MARIANO MENDIGACHA ORNAT Y EL USKARA

Mariano Mendigacha (San Juan de Luz, 1869)

Hace un siglo, el 31 de julio de 1918, fallecía en Vidángoz Mariano Mendigacha Ornat, figura clave para el conocimiento del más arcaico de los dialectos vascos, el uskara roncalés, en el que al pino se le denominaba ‘ler’, ‘bedatse’ a la primavera, ‘neskaneguna’ al sábado o ‘goiko’ a la luna, por poner solo unos ejemplos. Mendigacha y su labor, sin embargo, son todavía bastante desconocidos.

 

LOS ESTUDIOS SOBRE EL DIALECTO RONCALÉS

Mariano Mendigacha nació, vivió y murió en Vidángoz, una de las villas más pequeñas del valle de Roncal. Sus circunstancias vitales hicieron que se convirtiera en una de las fuentes principales para el estudio del uskara roncalés.

Así, cuando en 1862 Louis-Lucien Bonaparte pidió consejo a sus colaboradores sobre qué villa del valle de Roncal sería la más adecuada para el estudio de este dialecto, le indicaron que Vidángoz, suponemos que por mantener más intacto el uskara debido a su aislamiento geográfico. Allí encontró a dos colaboradores excepcionales: el párroco Prudencio Hualde, quien tradujo para él el Catecismo del Padre Astete y el Evangelio según San Mateo, y Mariano Mendigacha, con quien trabajó la conjugación completa del verbo en el dialecto roncalés y diverso vocabulario durante el verano de 1869 en San Juan de Luz, donde retrató a Mariano en la imagen que acompaña a este artículo, seguramente la fotografía más antigua que hay de un roncalés.

Pocos años más tarde, en 1878, fue Arturo Campión quien contactó con Mendigacha para que tradujera su balada Orreaga al uskara de Vidángoz.

Tras dos décadas en blanco en lo que a lingüistas se refiere, en 1902 fue Resurrección Mª de Azkue quien requirió los servicios de un Mariano ya anciano, iniciando así una relación que trascendería la labor académica y llevaría a una relación de amistad. Después del primer encuentro entre ambos en Santa Engracia en el verano de 1902, mantuvieron una fluida relación postal que se extendió entre 1902 y 1916 en la que Mendigacha, a petición de Azkue, describía en su uskara el día a día de Vidángoz, los modos de vida de aquel entonces, costumbres y celebraciones hoy ya desaparecidas, refranes, cuentos, canciones… Es por ello que esta correspondencia entre Azkue y Mendigacha constituye, además de un importante legado lingüístico, un auténtico tesoro a nivel etnográfico.

 

MENDIGACHA Y EL DECLIVE DEL USKARA EN VIDÁNGOZ

Casa Mendigatxa, la casa nativa de Mariano.

La vida de Mariano bien podría resumir el ocaso del dialecto. Mendigacha nació en 1832 en un Vidángoz donde el uskara roncalés todavía gozaba de buena salud y era la lengua mayoritaria, si bien muchos de los hombres ya conocerían el castellano (los pastores por pasar los inviernos en las Bardenas, al sur de Navarra, y los almadieros por tener que hacer la venta de la madera río abajo, en Navarra, Aragón o incluso en Catalunya), circunstancia ésta habitual desde varias generaciones atrás. Las mujeres, sin embargo, desconocerían prácticamente el castellano.

Las guerras carlistas parece que marcaron retrocesos importantes en el uso de la lengua, particularmente la última de ellas (1872-1876), que parece que en Vidángoz supuso la detención de la transmisión familiar en muchos casos. Poco después de finalizar esta contienda, además, fallecería el último párroco uskaldun que tuvo el pueblo, el también bidangoztar Prudencio Hualde, con lo que el dialecto roncalés habría desaparecido también de la iglesia. Asi, en casa Mendigatxa los hijos de Mariano, nacidos entre 1854 y 1863 aprendieron todavía uskara, pero no así los nietos, que nacieron a partir de 1883.

Así, el uskara fue desapareciendo de la mayoría de ámbitos de la vida pública para quedar relegado al hogar, y en muchas ocasiones a los ancianos. En esta fase se encontraba la lengua cuando Azkue conoció a Mendigacha y de ahí las dificultades que relataba Mariano para recordar algunas palabras en uskara, y es que no quedaban muchos que lo dominaran como él. Aun así, Mendigacha realizó un último intento de enseñar su lengua nativa a sus nietos, pero terminó desistiendo, resignado.

Hoy sabemos que el uskara en Vidángoz no murió con Mariano Mendigacha, pero estaba en las últimas.

 

HOMENAJE A MENDIGACHA

Ya en 1932, su amigo Azkue, como primer presidente de Euskaltzaindia, propuso un homenaje a Mendigacha en el centenario de su nacimiento. Sin embargo, la placa a Mariano no fue colocada en su casa natal como aprobó la academia, seguramente por circunstancias inherentes a la época.

En junio de 1975 también se celebró en Vidángoz una jornada festiva en honor a Prudencio Hualde y Mariano Mendigacha que sirvió de germen para el que se tributó cuatro años más tarde al primero en el centenario de su muerte y que tuvo como colofón la colocación de una placa en casa Rakax, quedando el homenaje de Mendigacha para otra ocasión.

Es por todo esto que, con ocasión del centenario de su muerte, se ha promovido un pequeño homenaje a este bidangoztar ilustre, para que sea recordado como merece. Para ello, el Ayuntamiento de Vidángoz ha organizado un acto para el sábado 1 de septiembre de 2018 en el contexto de las fiestas patronales y en el que Euskaltzaindia también tomará parte, para poder así dedicarle por fin un ‘eskarrik anitx, Mariano!’.

Las cartas de Mariano Mendigacha (XI) – Arturo Campión

Esta vez trataremos un detalle señalado por Mariano Mendigacha en su carta de marzo de 1904 relativo a la política.

Mariano menciona las entonces recientes elecciones a diputado foral (enero de 1904). Se lamenta de que, pese a sus esfuerzos, no hubiera salido elegido Don Arturo Campión, como puede entreverse que también sería del gusto de su interlocutor Resurrección Mª Azkue. Incluso señala que el propio Arturo Campión le había escrito, pero que no le había contestado porque le suponía disgustado por no alcanzar su objetivo. Y es que, probablemente la relación entre Mendigacha y Campión venía de antes, ya que en 1878 Mariano tradujo al uskara de Vidángoz la balada “Orreaga” escrita por el primero en dialecto guipuzcoano.

En aquellas elecciones había tres candidatos encuadrados, más o menos, en tres corrientes políticas: Arturo Campión (Integrista), Juan Vázquez de Mella (Carlista) y Pedro García Garamendi (Conservador).

Arturo Campión.

Arturo Campión.

Arturo Campión realmente no estaba afiliado a ningún partido político y, aunque era encasillado como Integrista, que era una de las escisiones del Carlismo, defendía un ideario foral (fue una figura clave en la protesta contra el ministro de hacienda español Gamazo, que en 1893 intentó suprimir los fueros navarros, provocando un levantamiento en Navarra), católico y cercano al nacionalismo vasco, siendo su lema (que presidía todas sus obras literarias) “Euskalerriaren alde”, esto es, “a favor de Euskal Herria”.

Juan Vázquez de Mella era el candidato del Carlismo, una ideología que había resultado que había perdido muchos apoyos tras la última guerra carlista (1872-1876), pero que para 1904 ya había recuperado mucho terreno. El ideario del Carlismo, se podía resumir de la siguiente manera: “Dios, patria, fueros y rey”.

Pedro García Garramendi era el candidato Conservador, que en aquellas fechas podía prácticamente vincularse con el Liberalismo aunque incluía también la defensa del catolicismo. Entre los conservadores navarros abundaban los miembros de la aristocracia, los profesionales liberales y los comerciantes.

El resultado de la elección, al contrario de lo que pasaría en las decadas siguientes, el voto en Vidángoz estaba repartido. Y podría pensarse que era cosa habitual, pero mirando al resto de pueblos del valle, bien podría creerse que Mariano sí que hizo lo posible para que Arturo Campión saliera elegido. De hecho, en Vidángoz Campión consiguió 27 votos (42,86%), Garamendi 19 (30,16%) y Vázquez de Mella 17 (26,98%). En Uztárroz, Isaba, Urzainqui y Roncal arrasó Garamendi. En Burgui Vázquez de Mella y Garamendi anduvieron parejos pero ganó el primero. Y en Garde, parecido que en Vidángoz: ganó Campión con el voto repartido.

Mariano lo intentó con el candidato vasquista, por afinidad, pero no pudo ser, ya que Vázquez de Mella, el candidato carlista, ganó en Navarra fácilmente. Quizás por eso lleva su nombre un colegio de Pamplona y no un euskaltegi, como sucede con Arturo Campión. Pero, al menos, en aquel Vidángoz de 1904, Campión sí que resultó vencedor.

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