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Los libros sacramentales anteriores a 1701

A decir verdad, éste es un tema que me intrigaba desde hace tiempo: ¿por qué los libros sacramentales de Vidángoz solo se conservan desde 1701-1702? En la mayoría de pueblos del valle se conservan prácticamente desde su comienzo (en torno a 1580) salvo en Isaba, donde se perdieron con el incendio de 1813. Entonces, ¿qué pasó en Vidángoz para que los libros desaparecieran?

Lo primero que se me ocurría pensar era que aquello pudiera tener que ver con algún conflicto bélico como la Guerra de Sucesión (1701-1713), aunque fuera improbable, ya que aquella contienda no se acercó mucho a nuestro pueblo.

Por otra parte, recuerdo haber oído a algún mayor que en tiempos antiguos la iglesia se debía de haber quemado, aunque no sabían concretar cuándo. Podía ser, pero en ese caso seguramente tendríamos información al respecto en el Archivo Diocesano de Pamplona, y no es así.

La última opción que barajaba era que los libros no se conservaran en la iglesia sino en la casa vicarial y que allí no hubieran sufrido un incendio, sino algo más leve (goteras, ratones…) que con el tiempo habría ido arruinando los libros y en algún momento se habrían desechado por inservibles.

Pues bien, cuando ya pensaba que esta sería una de esas preguntas para la que jamás encontraría respuesta, una casualidad hizo que llegara a resolver ese enigma, al menos en parte.

Caballero de la Orden de Santiago [www.blasoneshispanos.com]

Caballero de la Orden de Santiago [www.blasoneshispanos.com]

El caso es que un aficionado a la genealogía (Eloy Higuera, un saludo desde aquí) que contactó conmigo por un antepasado suyo que era de Vidángoz, me enseñó cómo encontrar información sobre algún antepasado que hubiera sido Caballero de la Orden de Santiago o similar. Yo solo sabía de un Caballero de Santiago que tenía relación con nuestro pueblo: Raimundo Sanz y Domínguez, que aunque era natural de Hecho era hijo del bidankoztar Miguel Sanz.

Y el caso es que con aquella referencia vaga consulté su expediente y encontré varias sorpresas:

1.- La primera y principal es que en 1757, cuando se investigó la genealogía de Raimundo para estudiar su ‘limpieza de sangre’, los libros sacramentales anteriores a 1701 todavía se conservaban en casa del párroco (Pedro Marco Hualde), en un arca grande de pino ‘por no aber archivo en la yglesia’.  Allí se expresa que el párroco mostró un  libro envuelto en pergamino que contenía cinco volúmenes donde se registraban todos los sacramentos y que comenzaba en 1638 con la partida de bautismo de Bartholomé de Blas Pérez Martín, hijo de Bartholomé y Chathalina (04/02/1638), y terminaba con la partida de entierro de Susana Mainz (29/03/1701).

2.- El ayuntamiento se encontraba entonces en la plaza (no sabemos si la misma que actualmente o llamaban plaza al espacio delante de Casa de la Villa vieja), las dos ventanas de su sala de plenos daban a la plaza y en su archivo solo constaban libros de actas y de cuentas.

3.- El apellido Sanz de esta rama (ya había en el pueblo otros cinco Sanzes) no era natural del pueblo, ya que el abuelo de Raimundo, era natural de Villarreal de la Canal (Huesca, a unos 20 km de aquí) y se casó a Vidángoz. Además, en principio, este linaje no llegaría a la actualidad en nuestro pueblo, ya que quien heredó era el padre de Raimundo, y dejó el pueblo para casarse a Hecho (aunque lo mismo vendió su condición de heredero a su hermano, a saber…).

4.- Los diez hombres ancianos (¡siete de ellos pasaban de los 60 años!) con los que trataron para indagar sobre la ascendencia de Raimundo Sanz entendían castellano además de euskera y no necesitaban intérprete.

Bueno, en resumen, que aparte de todas estas curiosidades que he puesto de relieve, resulta que los libros anteriores a 1701 ni se habían quemado ni habían desaparecido en una guerra. Eso sí, en 1757 estaban deteriorados, por lo que o bien siguieron ese camino y quedaron inservibles… o quién sabe, quizás están perdidos en algún sabaiao o en algún arca vieja esperando ser rescatados…

Un proceso eclesiástico en 1763

En tiempos pretéritos, cuando la iglesia era uno de los pilares del poder, disponía de una jurisdicción propia por la que se regían fundamentalmente los asuntos que afectaban directamente a la iglesia, pero también otra serie de casos que se incluían en esta jurisdicción por ser asuntos relativos a la moral.

El caso es que en 1763, hace 250 años, encontramos un proceso relativo a la intención de un clérigo de Vidángoz de ostentar dos cargos que, según la regulación del momento, eran incompatibles el uno con el otro. Es un tema que, desgraciadamente, bien podría encajar perfectamente en la coyuntura actual. Y es que, por lo que se ve, 250 años no son nada y parece que hay cosas que nunca cambian.

Proceso eclesiastico en 1763

Proceso eclesiastico en 1763

En asunto que nos ocupa pleiteaban los Cabildos Eclesiástico (esto es, los cargos eclesiásticos, que por entonces eran ni más ni menos que 8 personas) y Secular (los cargos concejiles, el ayuntamiento) contra Don Matías Miguel de Hualde (Diego), que por el apellido y la época, seguramente pertenecía a esa élite de poder que fueron los Hualde en Vidángoz durante muchos años y a la que, algún día, tendré que dedicar unos párrafos expresamente.

El citado Don Matías Miguel de Hualde era clérigo de menores (si había un clérigo sólo para los menores, esto nos ayuda a entender cómo podía haber 8 cargos eclesiásticos), y, además, sacristán de la parroquia de Vidángoz. En el citado año 1763 había promovido (o sea, que su estatus mejoraba) a un beneficio (otro de los cargos eclesiásticos de aquel momento) en la iglesia de Vidángoz, cargo éste que era incompatible con la titularidad de la sacristía, a la que Matías Miguel de Hualde no parecía dispuesto a renunciar.

Así que esto terminó en un juicio eclesiástico cuya sentencia determinó que el demandado, Matías Miguel de Hualde, había de elegir entre el beneficio y la sacristía y, éste, como no era tonto, pues eligió el beneficio, cargo cuyo solo nombre ya nos da una ligera idea de que muy malo no podía ser.

Y para la sacristía, entre el Cabildo Eclesiástico, los vecinos y el Concejo, proponen a don Blas Ramón de Hualde (Diego), estudiante (creo recordar que en la Universidad de Irache y que terminó siendo abogado de los Tribunales Reales) natural de la villa, y a quien le es adjudicada.

Al final, vuelta y vuelta y el cargo para otro Hualde de Vidángoz, que, aunque el resumen del proceso no lo dice, era el hermano pequeño de Matías Miguel. Lo dicho, que dejo para otra ocasión un artículo sobre el clan de los Hualde.

Si alguien se anima a profundizar en el tema, el proceso tiene la siguiente signatura en el archivo diocesano de Pamplona: Secr. Villava, C/2195 – Nº 25.

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