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El duro camino hasta Mauleón

Como podréis imaginar, en la época de la alpargata no había medios de locomoción que llegaran a Vidángoz (la carretera de Burgui se terminó hacia 1920) y mucho menos que atravesaran la muga en nuestras latitudes (aunque el tren no estuvo lejos de hacerlo en la década de 1880). Y así, las mozas tenían que hacer el trayecto hasta Mauleón a pie por los caminos que conectaban los pueblos en aquel tiempo.

Se suele decir que todas las roncalesas se iban juntando y, a partir de Isaba, hacían juntas el camino… pero en el caso de las bidankoztarras no era así. No hay más que mirar un mapa en relieve para ver que, si las de Vidángoz iban hasta Belagua para llegar a Mauleón, estarían dando un rodeo considerable.

El camino de Vidángoz-Larrau-Licq (y de ahí a Mauleón), directamente o pasando por Uztárroz, era el utilizado habitualmente por las alpargateras bidankoztarras

Así, nuestras golondrinas tomaban el camino ‘natural’ a Francia, atravesando la muga por ‘el puerto’ (como si solo hubiera uno), denominación que en este caso hace referencia al Puerto de Krutxeta (en término de Uztárroz). ese por el que transitaban personas y mercancías, de manera legal o ilegal según la época y las circunstancias. Las mozas de Uztárroz parece que también utilizaban este paso y, probablemente, se juntaran con las de  Vidángoz.

Hasta allí, hasta la frontera, les acompañaba alguien de la familia con alguna caballería, para ayudar con el transporte del equipaje al menos en una parte del camino. Y al otro lado de la muga, por lo que se ve, también contactaban con gente de Larrau para que les ayudaran en esa otra parte del trayecto. Y ya en los últimos tiempos de alpargateras roncalesas, el último tramo del viaje, Larrau-Mauleón, se realizaba en camión o camioneta, pero hay que pensar que hasta bien entrado el siglo XX todo el camino se realizaría a pie.

Y también hay que tener en cuenta que el viaje de ida se realizaba en otoño y el de retorno, en primavera, pero estas dos estaciones en nuestro entorno pirenaico todavía son bastante traicioneras.

El libro ‘Memoire d’hirondelles», de Véronique Inchauspé, es el libro más completo que hay hasta la fecha sobre las alpargateras de Mauleón

Así se observa en el relato de dos mujeres naturales de Salvatierra sobre el camino de regreso desde Mauleón con otras mozas de Vidángoz y Uztárroz en el año 1929, que está recogido en el libro ‘Memoire d’hirondelles’ de Véronique Inchauspé (Broché, 2001). Allí cuentan que, tras llegar a Larrau en furgoneta, seguían a pie ayudadas por algunos mozos con mulas y, al ir subiendo hacia el puerto, se puso el cielo muy gris. El camino era estrecho, la hierba resbalaba y no había dónde agarrarse en un primer tramo. Se puso a llover y a soplar un fuerte viento y se calaron hasta los huesos. Más adelante había un tramo donde, al menos, se podían agarrar a los ginebros (enebros). Como podemos imaginar, además de ellas, se empaparon también sus mercancías.

Tras cruzar la muga, primero pasaron por Uztárroz, donde se quedaron las de aquel pueblo, posteriormente por Vidángoz, donde se quedaron Asunción y Rafaela (las hermanas Salvoch Jimeno, de casa Jimeno).

Añadía una de las de Salvatierra que, de lo que se mojó, estuvo afónica hasta Navidad (más de medio año) y que, de ahí en adelante, cambiaron la ruta de Larrau por la de Belagua y Santa Engracia, por ser mejor camino.

Como veis, no solo tenía que ser duro el pasar el invierno trabajando y lejos de sus pueblos y familias, sino que el propio camino muy frecuentemente se convertía también en una odisea.

La edad de oro de la alpargata

Quien más quien menos ha oído historias sobre alguna mujer de Vidángoz que fue ‘a la alpargata’, bien por ser de su casa, bien por haberlo oído contar a sus mayores. Así, más o menos se tiene noción de cuándo terminó este modo de vida, en torno a la Guerra Civil, pero ¿cuándo había empezado?

Haciendo un poco de historia, en Mauleón y sus alrededores se realizaban alpargatas artesanalmente desde antiguo, pero no era ni el único centro de producción ni el principal. Sin embargo, desde 1860, en Mauleón se procedió a la industrialización del sector con la construcción de talleres y fábricas que podían producir una mayor cantidad de alpargatas. Pero si se aumentó la producción, la oferta, era porque había una demanda que cubrir, y es que en esa misma época la emigración vasca, particularmente a Argentina se disparó, y en su destino no encontraban su calzado habitual, y alguien de Mauleón, con buen criterio, vio allí una oportunidad de negocio. También se señala como causa del incremento de esta demanda la explotación minera del norte de Francia, cuyos trabajadores gastaban este calzado en gran cantidad.

Así, la industria de la ‘espartina’ (llamada así por tener la suela de esparto) crecía de tal manera que no encontraba mano de obra suficiente ni en Mauleón ni en los pueblos de su comarca, y esto atrajo a trabajadoras del sur de la muga, de los valles de Roncal, Salazar, Ansó, Hecho…

También tuvo mucha influencia en este asunto la III Guerra Carlista (1872-1876), tercera guerra civil que sufrió nuestra tierra en apenas 50 años, tras la cual muchas familias quedaron en situación de necesidad y vieron en la industria de la alpargata una oportunidad de salir adelante, de manera que las mozas de Vidángoz comenzaron a realizar ese viaje de ida en otoño y vuelta en primavera hacia las fábricas de Mauleón.

Carta de 1904 de Mariano Mendigacha a Resurrección Mª Azkue donde menciona someramente el modo de vida de las alpargateras.

Y es que no marchaban a la alpargata las jóvenes de cualquier familia, y aún se mantiene en la mente de algunos lo que ya comentaba Mariano Mendigacha en una carta a Azkue en marzo de 1904: ‘Desde hace veinte o más años, todas las chicas de la gente necesitada van a Francia a trabajar en la alpargata todo el invierno, y de allí vienen y van, porque cada día tienen un jornal de una peseta y costes, y en tiempo de siega, durante un mes o más, el coste y a cada tres pesetas [diarias]. Por esto está perdido el servicio de las mujeres [en las casas del valle]’.

Y así estuvieron durante seis décadas, hasta que otra guerra civil y la posterior II Guerra Mundial (que afectaba a Mauleón) terminaron con este tránsito pirenaico. Seis décadas que, como veréis, dieron para mucho.

‘Operación golondrina’

Durante este pasado otoño hemos puesto en marcha en el valle de Roncal una iniciativa que pretende recuperar en el mayor número de aspectos posible la memoria de las golondrinas, aquellas mozas de nuestros pueblos que cruzaban la muga para marchar a trabajar a las fábricas de alpargatas de Mauleón durante los meses de invierno.

Este número 34 de Bidankozarte estará dedicado a ellas y en él daremos cuenta de aquellas golondrinas de Vidángoz de las que tenemos conocimiento y sus casas de origen, anécdotas relacionadas con el viaje a Mauleón o el de vuelta, objetos traídos de aquellas estancias, etc…

Pero, siendo conscientes de que este trabajo está incompleto, cualquier información que podáis ofrecer con respecto a este tema será útil de cara a poder avanzar en el conocimiento que tenemos de él. ¡Espero vuestras aportaciones!

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