Y os estaréis preguntando, ¿quién era, pues, ese Juan De Remón? Pues vamos a ver que es un personaje que tiene su miga.
Lo primero que llama la atención es que se dio noticia de su muerte en la prensa (El Eco de Navarra, 08/01/1897). Si ya el hecho de que saliera en el periódico es algo que se sale de lo habitual, tenemos otros cuantos datos que encienden nuestra curiosidad.
El primero es que el finado es citado como comerciante, un oficio poco habitual en el Vidángoz de aquella época, pero que no significa otra cosa que él era quien regentaba la única tienda del pueblo a finales del siglo XIX, negocio del que daremos más datos después.
Por otra parte, no resulta menos curioso la mención a su pasado en la Marina Francesa. ¿Y esto? Pues bien, resulta que Juan De Remón, como era conocido en Vidángoz (su nombre real era Juan Bautista Erramundeybery, como consta en su partida de defunción), era natural de Baiona, y es por ello que habría tenido que realizar el servicio militar francés, y, por lo que se ve, hizo carrera en la Marina, con la que probablemente habría participado en alguno de las múltiples expediciones de colonización y conflictos protagonizados por Francia en las décadas de 1860 y 1870.
Bueno, y con ese origen, ¿cómo había llegado a Vidángoz? Pues, como también indica su partida de defunción, anduvo muchos años de marinero y estaba casado con la bidankoztar Silveria Clemente Hualde [Makurra], con la que, tras retirarse de la vida militar, había residido en Montevideo y Buenos Aires hasta que, hacia 1890, se habían establecido en este pueblo nuestro.
Silveria había dejado su Vidángoz natal hacia 1868, con unos 25 años, no sabemos si con destino a Francia o a América, y en alguno de los dos sitios habría conocido a Juan. Parece que la pareja no tuvo descendencia, pero Juan sí que tuvo al menos una hija de un matrimonio anterior, llamada Eugenia.
Y para terminar, ¿dónde estaba la tienda que regentaban? Pues, ¡sorpresa!, en casa Angelena, la que posteriormente durante medio siglo XX sería tienda de José María Sanz, que, al parecer, estaba disponible para alquilar cuando el matrimonio llegó a Vidángoz. Regentaron la tienda desde 1890 hasta que Juan falleció, y Silveria siguió hasta su muerte en 1906, aunque tuvo algún problema con acreedores de la tienda que no querían pagar, si bien no pudo demostrarlo… pero eso es otra historia.