Si en el nº 19 de Bidankozarte narraba una de las historias sobre brujas en Vidángoz, la de la gallina de casa Pantxo, hoy contaremos otra menos conocida pero relacionada con aquella.
Esta leyenda decía que en la cuadra de casa Ornat todas las nochebuenas moría un macho, una mula o similar. Ante el perjuicio que ello causaba a la casa, un año el cabeza de familia se escondió en la cuadra en la noche señalada para ver qué ocurría y cuál fue su sorpresa que en torno a la medianoche apareció su madre, se montó encima del macho y éste empezó a agitarse hasta morir.
Entonces, el hombre salió de su escondite y recriminó a su madre por lo ocurrido, a lo que ésta contestó que, de no morir un animal, quien fallecería sería uno de los miembros de la familia.
Como suele pasar, hay un detalle en la historia que seguramente contribuyó a alimentar este cuchicheo, y es que el día de Nochebuena de 1895 falleció una nieta de esta supuesta bruja.
Dicen en casa Ornat que mi bisabuela Martina odiaba que a los de Vidángoz nos llamaran brujos, y es que los protagonistas de la historia anterior eran su padre, Alejo, y su abuela, Mª Ignacia Pérez Artica, hermana de aquella bruja de casa Pantxo, ambas naturales de Burgui, de ahí que la gente mayor del pueblo suele decir aquello de “a Vidángoz las brujas subieron de Burgui”.
Como véis, detrás de estas leyendas suele haber algún hecho real que contribuye a que parezcan verídicas.