Por si lo dicho en la entrada del miércoles fuera poco, Mariano Mendigacha sirve para denominar a un síndrome, el Síndrome de Mendigatxa, denominación que apareció por primera vez en el verso de Bidador pero que ha tenido más recorrido.
El Síndrome de Mendigatxa, tal y como lo definía certeramente Aingeru Epaltza en su columna del Diario de Noticias (06/10/2015), viene a ser la melancolía de ser una suerte de último mohicano de tu lengua, siendo consciente de ello.
Seguramente Mendigacha bastante tendría con su día a día como para andar pensando en que su nombre se iba a asociar a la desazón que le producía el querer enseñar todo su uskara y que no muriera y no ser capaz de salvarlo, pero el caso es que su figura ha servido para representar esa sensación.
En este sentido, y como dice uno de el poema de Díez de Ulzurrun, ‘amamos a Mendigacha, pero no ser Mendigacha‘.
Mariano, nuestro particular último mohicano, sonreiría satisfecho si pudiera ver que sus esfuerzos no fueron en vano, como tanto temía. Eskarrik anitx!