Mariano Mendigacha, Vidángoz y el uskara

Por las fechas en las que le tocó nacer y morir a Mariano, podría decirse que su vida resume a grandes rasgos las últimas décadas del uskara roncalés.
Así, nuestro Mendigacha nació en 1832, cuando Navarra todavía era un reino (con muchas limitaciones, pero un reino) y en un tiempo en el que el uskara, aunque ya proscrito en diversos ámbitos, todavía gozaba de buena salud.
Al año de nacer Mariano se desencadenó la I Guerra Carlista, una guerra que perdieron los carlistas, quienes en principio apostaban por lo tradicional, situándose en este ámbito la lengua vernácula. Como consecuencia de esta guerra, Navarra pasó de ser reino a ser provincia española, vio recortados sus fueros y empezó a sufrir en mayor medida las políticas centralizadoras del gobierno liberal, presión que iba reduciendo el uso del uskara a menos ámbitos, para pasar en pocos años a limitarse su uso al ámbito del hogar.

El uskara roncalés, en el mapa realizado por Bonaparte en 1866.

No obstante, el proceso variaría de una casa a otra pero, en cualquier caso, parece claro que el declive del uskara habría comenzado en este punto, sin obviar que hasta entonces también había tenido trabas. Así, aunque en el análisis sobre la distribución y salud de los diferentes dialectos del euskera que realizó el lingüista Louis-Lucien Bonaparte en 1866 (en la imagen que acompaña a este artículo, la parte del mapa que concierne al Valle de Roncal, separando los tres subdialectos de Vidángoz, Urzainqui y Uztárroz, y donde ya se señala que en Burgui estaba en peor situación de uso que en el resto de villas del valle) se señala que en Vidángoz más del 90% de la población era vascoparlante, parece que el retroceso ya estaría en marcha y nos encontraríamos en ese punto en que tanto mujeres como hombres jóvenes y de mediana edad serían bilingües y entre los más mayores la mayoría de las mujeres y algunos hombres serían mayormente euskaldunes aunque conocerían algunos rudimentos de castellano. Es de reseñar que Bonaparte escogió Vidángoz para el estudio del uskara por ser el pueblo que mejor se prestaba a ello (por menos influenciado por el castellano o por gentes venidas de fuera, suponemos, favorecido esto por su situación aislada), y de ahí su colaboracion con Mendigacha y con Prudencio Hualde.
En la década siguiente, donde seguramente habría tenido particular relevancia la III Guerra Carlista (1872-1876), se aceleró el proceso hasta el punto de que, por lo que pudo concluir el investigador Gorka Lekaroz en 2014 en su análisis de la desaparición del uskara en Vidángoz (en la que contó con mi colaboración), la guerra habría tenido tal efecto que incluso en hijos de una misma familia, los nacidos antes del conflicto dominarían el uskara y los nacidos después de él ya no habrían llegado a tener el mismo nivel con el idioma.
En casa Mendigatxa, supongo que hasta 1883, año en que se casó Inés, la hija que quedó en casa, se habría hablado uskara. Al entrar en la casa Juan Mainz Villanueva [Santxena], se habría iniciado una convivencia entre el castellano y el uskara en la que variaría el idioma de comunicación en funcion de quién hablaría y a quién se dirigiera, pero seguramente Mariano seguiría dirigiéndose a su mujer y a su hija en su idioma nativo.
El siguiente escalón que bajaría el uskara en casa Mendigatxa llegaría con la muerte de su esposa, Josefa Pérez Marco (Uztárroz) en 1886, con lo que parece que el castellano se habría convertido en el idioma principal relegando al uskara a situaciones más o menos puntuales.
Dos décadas después, en 1904, cuando Mariano ya había iniciado su correspondencia con Azkue, el Obispado de Pamplona analizó su diócesis y en el Valle de Roncal solo se hablaba uskara en Vidángoz, Isaba y Uztárroz y, por lo que decía Mendigacha, sólo unos pocos ancianos ya lo dominarían. En Mariano, animado por su creciente relación con Resurrección Mª de Azkue, revivió el fuego del uskara y éste incluso trató de que uno de sus nietos (seguramente Diego Mainz Mendigacha), que todavía no había aprendido a hablar, interiorizara el uskara y salvarlo así en cierta manera, pero al solo tener al abuelo para la conversación, fue en vano y el anciano Mendigacha desistió de su intento.
14 años después, en 1918, falleció Mariano, y entonces quedarían menos euskaldunes aún, pero todavía en 1935 se mencionaba a Vidángoz como muga sur del euskera, si bien en nuestro pueblo ya estaba en su último estadío antes de desaparecer (‘solo lo conocen los ancianos, pero no lo usan en público’). situación solo un poco mejor en Isaba (donde ya solo lo conocían los mayores de 50) y en Uztárroz (mayores de 30).
Por lo que podemos deducir de sus cartas, Mariano Mendigacha vivió el declive del uskara como un querer y no poder, pero fue la figura clave para que hoy conozcamos mucho de lo que sabemos de nuestro desaparecido dialecto, por lo que solo podemos expresarle nuestro agradecimiento. Así que, ¡Eskarrik anitx, Mariano!

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