El carnaval ha sido una fiesta pagana por definición, o al menos así ha sido considerada habitualmente por la iglesia, seguramente por ser una de las pocas fiestas que no quedaba bajo su influencia. Por esto mismo, era una fiesta que no despertaba demasiadas simpatías en el Clero.
Pues en los carnavales de hace un siglo encontramos el ejemplo del cura de Vidángoz en aquel entonces (Ausencio Jiménez) no solo tolerando los carnavales sino participando activamente en ellos.
Y es que, tal y como nos cuenta el Diario de Navarra del 24 de febrero de 1917, el párroco organizó un teatro que fue representado por los jóvenes de Vidángoz en el salón de la Casa Consistorial, abarrotado para el estreno de la comedia ‘El médico a palos’ de Molière. Entre los actos de la obra, el secretario Babil Ayestarán amenizaba con el piano.
La obra fue representada en dos ocasiones, el domingo y el martes de carnaval, y, pese a ser la primera vez para todos los actores, se dice que fue un éxito.
Curioso episodio, que será desconocido por la mayoría, pero que nos deja otra muestra de la iniciativa que tenía Don Ausencio, que, pese a estar en Vidángoz apenas seis años, fue responsable de diversas acciones (como la Cooperativa de Consumo) que parece que le hicieron ganarse la simpatía de sus parroquianos.
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Molière en Vidángoz
Tiempo de carnaval
Entramos en invierno y parte de él es lo tocante al carnaval, un tiempo relacionado en principio con la alegría y el disfrute en hermandad. Poco sabemos, no obstante, de la forma en la que antiguamente se celebraba en nuestro pueblo.
En las entrevistas que realicé a los mayores del pueblo hace unos años recordaban del carnaval sobre todo a los zipoteros, hombres vestidos de saco con cierto relleno de paja, un par de pequeñas esquilas en la espalda, la cara oculta tras un trapo y un sombrero grande (‘como el de los mariachis’ a decir de algunos) y, sobre todo, una temible vara con la que sacudían a diestro y siniestro, con particular predilección por las mozas. También señalaban que se hacía una especie de llega y que, con lo recogido, los mozos hacían una merienda. Y poco más sabemos.
Pues bien. Tenemos en nuestro valle en general y en nuestro pueblo en particular la suerte de que, por un lado, por nuestra situación aislada y por nuestro carácter, muchos de nuestros elementos culturales perduraron más que en la mayoría de lugares de nuestra geografía, y por otra parte, diversos estudiosos encontraron en nuestro valle una gran fuente de información, y sus trabajos nos sirven en día para poder evocar nuestro antiguo modo de vida.
Así, podemos reseñar el trabajo realizado por el izabar Bernardo Estornés Lasa en diversos campos (etnografía, uskara…) por su condición de investigador y roncalés, pero también hubo otros como Louis Lucien Bonaparte (que basó el estudio del uskara roncalés en la variante del mismo que se hablaba en Vidángoz apoyándose en Prudencio Hualde [Malkorna / Vicaría] y Mariano Mendigacha [Mendigatxa]), Resurrección María de Azkue (inicialmente en lo relativo al uskara pero también en temas relacionados con la etnografía, teniendo como gran colaborador al ya mencionado Mariano Mendigacha) o Juan Garmendia Larrañaga (etnógrafo que en nuestro pueblo contó con Isidro Urzainqui [Kostiol/Santxena] y Constancia Pérez [Santxena] como colaboradores principales). Por supuesto, hay otros muchos, pero son los mencionados los que seguramente tuvieron un mayor trato con Vidángoz.
Bueno, pues es gracias a lo recogido por uno de ellos, por Azkue en este caso que podemos dar cuenta de algunas de las características de los carnavales de Vidángoz antiguamente. Así, el Diario de Navarra del 16 de febrero de 1967, en su página Nafar-izkuntzan, daba cuenta de algunos aspectos del carnaval en varias comarcas de Navarra, de acuerdo con lo publicado entre 1935 y 1947 por Resurrección María de Azkue en su Euskalerriaren Yakintza.
Así, señalaba que en Vidángoz los tres jueves anteriores a Cuaresma se celebraban diversas meriendas: aitakunde (reunión de padres), tres jueves antes de cuaresma; amakunde (reunión de madres), dos jueves antes de Cuaresma; y orokunde (reunión de todos), el jueves antes de Cuaresma.
Además de estas meriendas, se indica que en nuestro valle también se celebraba otra fiesta denominada oilokunde (reunión de la gallina), en la que los niños, con los ojos vendados y un palo en la mano, tenían tres golpes, tres intentos, para matar a una gallina, y el que lo conseguía, se la terminaba comiendo acompañado por el maestro.
Preguntado por el oilokunde, Mariano Mendigacha que no entendía a qué se refería Azkue con esa palabra, por lo puede que en Vidángoz bien se le diera otro nombre o bien no tuviera lugar esa celebración… o tal vez simplemente la cabeza empezaba a fallarle a Mariano, como parecen indicar sus últimas cartas.
Bueno, ahora ya sabemos un poco más sobre cómo eran nuestros carnavales antaño.
Repoblación forestal
Tendemos a pensar que, en general, en el pasado estaban menos desarrollados en todos los ámbitos y solemos creer que todo lo hemos inventando hace poco.
Uno de los temas que parece moderno o cosa de ecologistas y demás es la repoblación forestal. Y será éste uno de los temas en los que más equivocados estamos, ya que, debido a lo importante de la explotación forestal en nuestros pueblos desde antiguo, ésta estaba sumamente regulada, estando las sanciones por su mal uso y abuso a la orden del día. Del mismo modo, y teniendo en cuenta que nuestros antepasados conocían bastante mejor que nosotros el medio que les rodeaba, sabían que, si bien con tiempo el bosque se regeneraría por sí solo, esta recuperación se podría acelerar mediante la plantación de arbolado.
Un artículo del Diario de Navarra del 16 de febrero de 1917 nos da cuenta de la intención que tenía el Ayuntamiento de Vidángoz de plantar diversos árboles, en este caso no forestales sino frutales (aunque en el propio artículo se habla de repoblación forestal).
Así, se indica que la Corporación había acordado la plantación de 150 nogales en los montes de alrededor del pueblo, labor que ya estaba realizando personal competente.
Por otra parte, y redundando en esta línea, se indicaba que había intención de continuar con ese ímpetu plantador, y que el Ayuntamiento había solicitado 400 o 500 frutales a Diputación y que confiaban en que serían concedidos sin mayor problema.
No sabemos qué habría sido de todos aquellos nogales y frutales, pero a mí me parece que no han llegado tantos nogales (y menos aún frutales) hasta nuestros días.
Por último, y para dar otra muestra más ilustrativa sobre este tema, señalar que ya en 1757 una ley navarra (que podéis consultar aquí Ley LIV sobre plantación y conservación de árboles y montes) trataba la plantación de árboles en nuestro territorio y en ella se indica que en Roncal habrán de plantarse ‘robles, ayas, nogales, pinabetes y castaños’, además de dar diversas indicaciones sobre dónde se han de poner los árboles. Una legislación muy avanzada para lo que podríamos esperar de aquel momento.
Las replantaciones y repoblaciones, pues, no son algo que hayamos inventado hace poco.
70 pastores bidankoztarras (16/12/1966)
Hace 50 años, con motivo de los resultados de la votación sobre la Ley Orgánica del Estado, la corrección de un error por omisión en la publicación de los resultados en el Diario de Navarra nos dejó constancia de un dato sociológico importante.
De los 188 electores censados en Vidángoz, 70 habían solicitado certificación de que se hallaban ausentes del pueblo por su condición de pastores trashumantes. Este dato nos da la idea de la importancia que todavía hace medio
Siglo tenía la ganadería en nuestro pueblo, pues aunque perdía habitantes brutalmente (solo en 1966 perdió 30 habitantes de un total de 291, esto es, más de un 10% de la población), el pastoreo empleaba al 37% de los electores, lo que vendría a suponer aproximadamente el 70% de los varones y, por tanto, una proporción similar de familias.
Tan solo 50 años después, los pastores ya están en riesgo de extinción. Será el precio del progreso…
50 años de televisión en Vidángoz
Parece que lleva toda la vida con nosotros y va a ser que no. De hecho, este año se cumple medio siglo de la llegada de la caja tonta a nuestro pueblo y al valle en general.
Era la novedad más interesante con la que se había encontrado un pastor bardenero de Garde al volver al Valle en la primavera de 1966. Una buena noticia con un pero, ya que la imagen no llegaba a Garde y a Vidángoz llegaba mal la señal (vamos, lo habitual). Es lo que tiene ser una de las alforjas del Valle…